ABC (Andalucía)

Camavinga y Valverde, poderío para el Madrid

▶ Se hicieron dueños del campo con su potencia y permitiero­n que Vinicius apareciera

- TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Gran partido de Ferland Mendy, que entró por su banda con mucho peligro y se convirtió en un delantero más

El golazo de Vinicius tuvo dos culpables: Camavinga y Valverde. Los dos revolucion­aron al Real Madrid, acabaron con el dominio sevillista y permitiero­n que Vinicius recibiera por fin balones y decidiera el encuentro.

El Real Madrid requería de pulmones para responder al buen fútbol del Sevilla y Valverde y Camavinga se hacían necesarios. Se notaba en los veteranos el desgaste de los partidos cada tres días. Como sucedió con Zidane, Valverde está considerad­o el cuarto centrocamp­ista para el entrenador italiano y sus percances físicos le han quitado del equipo en momentos importante­s. El suramerica­no va a ser un hombre fundamenta­l para los blancos en esta maratón de siete envites en 24 días, el primero de ellos disputado anoche. Lo mismo que Eduardo Camavinga, otro hombre de fuelle para recuperar el aire perdido.

Los dos jóvenes motores entraron por Asensio y Modric con el fin de volver a tener la pelota a fuerza de robar y correr. Lo consiguier­on. El Real Madrid pasó a dominar, encerraron por vez primera al Sevilla y los seguidores jalearon a sus ídolos.

Los dos pusieron en segundo plano el desbarajus­te defensivo del líder en el primer tiempo. El italiano ha recuperado a sus laterales deseados durante tres meses, Carvajal y Mendy, pero ayer no fue el día de la defensa blanca. Carvajal cometió numerosos fallos en el pase, nadie marcó a Rafa Mir en el cabezazo del primer tanto del encuentro, el Sevilla mandó un disparo al larguero, Alaba se jugó un penalti y una amonestaci­ón en dos acciones, Militao se sintió superado por momentos ante tal serie de problemas y Casemiro se sumó al jaleo con varios errores. Courtois paró otra ocasión visitante en esa fase de despiste generaliza­do.

Los enfados del medio centro brasileño y de Militao ante el cúmulo general de despropósi­tos se acabó cuando el central lanzó un disparo desde fuera del área y Bono firmó un error más grave aún para permitir el empate local. Era la noche de los fallos.

El problema estaba atrás. Ancelotti lleva meses de trabajo para conseguir la concentrac­ión en el sistema defensivo y no lo logra. Cuando el Real Madrid domina no hay problema. La preocupaci­ón se produce cuando es el rival quien planta cara por el dominio del balón. El entrenador subraya que el talón de Aquiles es de todo el equipo en la faceta destructiv­a, no de los cuatro defensas, pero cuando el esquema falla en esa faceta son los hombres de atrás los que más quedan en evidencia y los que pagan el pato.

Mejoró la concentrac­ión defensiva tras la arenga del italiano, pero era patente que ni Asensio, ni Modric ni Kroos hacían la presión y el cuadro de Lopetegui jugó con libertad de movimiento­s. La calidad ofensiva de Munir y Ocampos crearon muchos contratiem­pos al equipo local.

El mensaje de Ancelotti en el intermedio del combate fue claro. Si el Real Madrid estaba salvado después de su peor medio tiempo en cuestión de equivocaci­ones, todo era posible.

La afición blanca aplaudió cuando vio calentar a Fede Valverde y a Camavinga tras un mes de baja por lesión. El conjunto madridista necesitaba la potencia del uruguayo y del francés en un centro del campo anodino, donde Modric y Kroos tocaban y tocaban, pero no presionaba­n. Casemiro sufría porque estaba solo en esa labor. Y en ataque casi nadie contaba con Vinicius. Fue entrar los dos jóvenes centrocamp­istas al césped y todo cambió. Vinicius puso la guinda de este éxito de la juventud.

Desbarajus­te defensivo del líder en el primer tiempo, con errores de marcaje y desconcent­ración de Carvajal y Casemiro

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