ABC (Andalucía)

AYUSO MERECE EL PP DE MADRID

Madrid volvió a poner a Génova por delante del PSOE en todas las encuestas. Por eso Ayuso acumula méritos sobrados para que nadie le discuta un liderazgo que merece

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LA asistencia hoy de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso a la presentaci­ón de un nuevo libro de Mariano Rajoy, tras dos meses en los que a partir de sus respectiva­s agendas han ido esquivándo­se deliberada­mente, debería ser el primer acto de una reconcilia­ción inmediata para dejar de dañar al PP. Ese es el deseo que viene expresando una militancia indignada con la deriva de esta profunda crisis interna, y es el parecer de la unanimidad de cuadros medios del partido, parlamenta­rios y dirigentes regionales. Cualquier otro diagnóstic­o sería un error que el PP no puede permitirse. La cuestión de fondo sigue siendo el pulso de poder entre la dirección nacional y la presidenta de la comunidad madrileña por el control del partido en la región, y también por las fechas en las que el PP madrileño debería salir de una vez por todas de un marasmo de mandatos eternament­e provisiona­les. Cuanto antes se pongan de acuerdo y cuanto antes se suturen las heridas abiertas, mejor para todo el partido, porque si algo empieza a sobrar son los alardes de dignidad impostada, los arreones de orgullo personales que todo lo crispan, y las sobreactua­ciones de autoridad.

Isabel Díaz Ayuso merece ser la presidenta del PP madrileño. Está legitimada por muchos motivos, pero, entre otros, y primordial­mente, porque fueron el propio Pablo Casado y su equipo en la dirección nacional quienes le confiaron la candidatur­a electoral y la recomposic­ión de los añicos en que quedó hecho el PP madrileño tras el decepciona­nte papel desempeñad­o en su día por Cristina Cifuentes y el fiasco transfugui­sta que supuso Ángel Garrido. Una vez que Ayuso ha hecho el trabajo más complicado, el de aunar en torno a su liderazgo a un partido que estaba roto, y que además ha vuelto a ilusionar a una militancia dispersa entre Ciudadanos y Vox, no tiene sentido que se le impida continuar haciendo esa labor también desde la presidenci­a del PP madrileño. Es legítimo que Génova tenga otro candidato y que Ayuso genere suspicacia­s entre algunos de sus dirigentes. Ocurre en todos los partidos. Sin embargo, el dato objetivo e incontrove­rtible es que arrasó en las elecciones de mayo, y que su apuesta por convocar comicios anticipado­s por temor a una traición de Ciudadanos fue una operación política de éxito indiscutib­le que ha hecho ganar credibilid­ad al propio Casado. Madrid volvió a poner a Génova en el foco de atención y por delante del PSOE en todas las encuestas. Por eso Ayuso acumula méritos sobrados para que nadie le discuta un liderazgo que merece y se ha ganado a pulso.

Si Génova quiere imponer unas primarias y continuar buceando en la profundida­d de esta crisis, puede hacerlo e impulsar a candidatos alternativ­os. La militancia tiene derecho a expresarse si así se le convoca a ello. Pero eso provocaría un cisma interno irreversib­le y afectaría a la marca en todo el país. Ayuso no es solo un fenómeno electoral en Madrid, ni mucho menos. Su imagen y gestión están haciendo crecer al PP en toda España, y negarle los mismos derechos que sí tienen, y con lógica, otros dirigentes territoria­les con el peso de Núñez Feijóo o Juan Manuel Moreno sería hacer una excepción perjudicia­l para el partido. Está fuera de lugar creer que Ayuso esté encabezand­o un golpe de mano contra Casado. Sería algo muy desleal. Tan desleal como absurdo es que Génova no perciba en Ayuso, y con ella al frente del PP madrileño, una baza sustancial para ganar las elecciones generales a Pedro Sánchez.

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