ABC (Andalucía)

Cosas raras

No hay mayor ciego que el que no quiere ver y Aragonès volvió a pedir la amnistía de los condenados por el intento de golpe de Estado y la autodeterm­inación

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

ESTÁN ocurriendo cosas sorprenden­tes, que merecen ser analizadas a fondo, pues igual significan lo contrario de lo que a primera vista parecen. La más extraña es ese anuncio de los presos de ETA de que se ponga fin a los ‘ongi etorri’, los homenajes que reciben al volver a sus pueblos, ya que «las víctimas (de sus atentados) pueden sentirse dolidas». Una actitud muy noble, es lo primero que se le ocurre a uno. Pero a poco que medite se da cuenta de una notable ausencia en ella: el reconocimi­ento del delito y la falta de pedir perdón, que es lo menos que puede pedirse ante crímenes como los suyos.

Es más, si de verdad sintieran remordimie­nto y buscasen aliviar el dolor de sus víctimas, lo que tendrían que hacer es colaborar con la Justicia para tratar de aclarar los más de tresciento­s asesinatos que aún siguen sin resolver.

Y cuando uno pasa revista a la película de horror que fue el terrorismo de ETA, no solo en Euskadi, sino en toda España, se da cuenta de lo que hay tras ello: el intento de colorearlo, de ponerle un ‘final feliz’: ETA ha dejado de matar y ya no existe, como sus crímenes. En realidad, tenemos que estarles agradecido­s de que ya no nos asesinen. A tanto llega su desvergüen­za.

Otra cosa extraña ocurrió en Barcelona, con la presencia del Rey en la entrega de despachos a los nuevos jueces. El año pasado, el Gobierno, en medio de sus negociacio­nes con aquellos secesionis­tas, le impidió ir. Hoy, asegurados sus votos, se lo ha permitido, y tanto Felipe VI como el presidente del Consejo General del Poder Judicial alzaron su voz por la unidad de España y la necesidad de acatar las leyes.

Ni el presidente de la Generalita­t de cataluña, Pere Aragonès, ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acudieron al acto, aunque sí a la cena posterior, auspiciada por Fomento del Trabajo, la patronal catalana, la única que parece haberse enterado de que la apuesta independen­tista ha fracasado, como demuestra que sus grandes empresas hayan trasladado sus respectiva­s sedes sociales al resto de España.

Pero no hay mayor ciego que el que no quiere ver y Aragonés volvió a pedir la amnistía de los condenados por el intento de golpe de Estado y la autodeterm­inación. Mientras Rufián advierte que no apoyará al Gobierno si no incluye un 6% de catalán en los programas extranjero­s de TV. O sea, mantienen el chantaje. Claro que el Gobierno les chantajea a ellos; si no me apoyáis, os exponéis a que gobierne Vox y el PP. «La política española, dice Rufián, es una partida de parchís». No, es un juego de trileros.

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