Cosas raras
No hay mayor ciego que el que no quiere ver y Aragonès volvió a pedir la amnistía de los condenados por el intento de golpe de Estado y la autodeterminación
ESTÁN ocurriendo cosas sorprendentes, que merecen ser analizadas a fondo, pues igual significan lo contrario de lo que a primera vista parecen. La más extraña es ese anuncio de los presos de ETA de que se ponga fin a los ‘ongi etorri’, los homenajes que reciben al volver a sus pueblos, ya que «las víctimas (de sus atentados) pueden sentirse dolidas». Una actitud muy noble, es lo primero que se le ocurre a uno. Pero a poco que medite se da cuenta de una notable ausencia en ella: el reconocimiento del delito y la falta de pedir perdón, que es lo menos que puede pedirse ante crímenes como los suyos.
Es más, si de verdad sintieran remordimiento y buscasen aliviar el dolor de sus víctimas, lo que tendrían que hacer es colaborar con la Justicia para tratar de aclarar los más de trescientos asesinatos que aún siguen sin resolver.
Y cuando uno pasa revista a la película de horror que fue el terrorismo de ETA, no solo en Euskadi, sino en toda España, se da cuenta de lo que hay tras ello: el intento de colorearlo, de ponerle un ‘final feliz’: ETA ha dejado de matar y ya no existe, como sus crímenes. En realidad, tenemos que estarles agradecidos de que ya no nos asesinen. A tanto llega su desvergüenza.
Otra cosa extraña ocurrió en Barcelona, con la presencia del Rey en la entrega de despachos a los nuevos jueces. El año pasado, el Gobierno, en medio de sus negociaciones con aquellos secesionistas, le impidió ir. Hoy, asegurados sus votos, se lo ha permitido, y tanto Felipe VI como el presidente del Consejo General del Poder Judicial alzaron su voz por la unidad de España y la necesidad de acatar las leyes.
Ni el presidente de la Generalitat de cataluña, Pere Aragonès, ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acudieron al acto, aunque sí a la cena posterior, auspiciada por Fomento del Trabajo, la patronal catalana, la única que parece haberse enterado de que la apuesta independentista ha fracasado, como demuestra que sus grandes empresas hayan trasladado sus respectivas sedes sociales al resto de España.
Pero no hay mayor ciego que el que no quiere ver y Aragonés volvió a pedir la amnistía de los condenados por el intento de golpe de Estado y la autodeterminación. Mientras Rufián advierte que no apoyará al Gobierno si no incluye un 6% de catalán en los programas extranjeros de TV. O sea, mantienen el chantaje. Claro que el Gobierno les chantajea a ellos; si no me apoyáis, os exponéis a que gobierne Vox y el PP. «La política española, dice Rufián, es una partida de parchís». No, es un juego de trileros.