ABC (Andalucía)

Nadia no está, Nadia se fue...

Llegó, vio y se sindicaliz­ó, a imagen y semejanza de Dios padre. ¿Dónde está Nadia? No está. Se perdió hace tiempo

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LLEGÓ, vio y se sindicaliz­ó. A imagen y semejanza de Dios padre, su más inmediato superior, ese que siempre quiso ser en realidad el fundador del partido del ala morada. El caso es que ella fue, en los principios, una de las elegidas para conformar el ‘dream team’ de la nueva era socialista al frente del Ejecutivo español. Y, en su caso, la más indicada –eso sí, al margen de su idoneidad y formación, me dicen, que al parecer también a petición de su propio progenitor, José María Calviño, que los apoyos en campaña frente a Susana Díaz tenían su precio– para gestionar las cuentas del país. Por conocimien­tos y relaciones en el exterior parecía, sin duda, la perfecta candidata para liderar el Ministerio de Economía del Gabinete Sánchez, con el firme y prioritari­o mandato del propio presidente de garantizar en Europa que España no era Italia, ni por supuesto se iba a entregar a Podemos. Así, por ende, el resto de españoles podría dormir a pierna suelta como el mismísimo Pedro.

Hablo de Nadia Calviño, claro. De vocación tecnócrata y licenciada en Económicas y Derecho, antes de ser llamada a filas –sea como fuere, enchufada o no– su currículum la avalaba. Se pegó doce años en Bruselas, en dónde siempre deslizó reiteradam­ente que jamás entraría en política –ya, como todos, todas y todes–, donde alcanzó un altísimo puesto –el de directora europea de Presupuest­os–, con un sueldazo, y unas, digamos, amistades vip que valían su peso en oro. No en vano, por su despacho pasaron innumerabl­es cuentas de Estados por valor de un billón de euros y bajo su mando ha tenido a más de 480 funcionari­os. Pero... se torció la cosa. Tanto okupa en el seno del Gobierno ha pasado factura... ¡incluso a ella! Con el tiempo y las nuevas amistades –peligrosas– que la rodean Nadia ya no es Nadia. Ni Calviño siquiera. Sus actos la delatan, y sus declaracio­nes la han terminado por perder ante la realidad de las cifras, que son caprichosa­mente tozudas frente a las palabras. «El alza de los precios de la electricid­ad hoy está alineada con los de 2018». Para usted la perra gorda ministra.

Además, sigue igualmente erre que erre en que la economía española crecerá este año un 6,5% a pesar de que ni el INE, ni el FMI, ni Caixabank, ni BBVA, ni Funcas, ni la Airef, ni la Comisión Europea, ni ayer mismo la OCDE (que dice que creceremos un 4,5%, 25.000 millones menos que lo que cree Calviño), se creen sus números. Es un clamor ya que esa previsión no puede ser más ficticia. Y con ella, por cierto, se han cocinado los presupuest­os para 2022. Ahora ella misma será capaz de decir que los medidores de la OCDE están equivocado­s, que no contemplan la fotografía objetiva de España y que estamos ante el mejor Gobierno desde los Reyes Católicos. Pues... convendría que se lo contaran a Powell, el presidente de la Reserva Federal, quien augura una larga y robusta inflación. Y nada coyuntural. Definitiva­mente, hemos perdido a Nadia.

MARÍA JESÚS PÉREZ

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