‘Doble decapitación’
Inditex ha pagado el precio de una decisión radical: la remodelación de los dos máximos puestos de una empresa
NO es plato de buen gusto que la Bolsa reciba con una caída del 6% el anuncio de que tu hija va a ocupar la presidencia de la compañía. Pero es probable que Inditex tenga que pagar el precio de la incertidumbre que ha introducido Amancio Ortega en la gestión de su empresa al cambiar al presidente y consejero delegado de una tacada. Porque Inditex sigue siendo de Ortega, que controla directamente el 59% de las acciones. Es una empresa del fundador que está mutando en empresa familiar de primera generación.
«Hasta ahora, Amancio nunca se ha equivocado», sostiene un importante asesor de empresas. Es cierto, pero hasta ayer todas sus grandes decisiones habían ido en la línea de aumentar la profesionalización de la gestión de una firma nacida de una idea suya. Lo ocurrido el martes, en cambio, tiene dos facetas contraproducentes: la designación de Marta Ortega supone reinstalar la saga familiar en la presidencia –lo que el mercado valora como un retroceso del equilibrio profesional establecido desde 2011–, y el nuevo consejero delegado, Óscar García Maceiras, es un desconocido, un hombre con un buen currículum, pero sin historia comparado con Pablo Isla.
La profesionalización ha sido una de las claves del éxito de Inditex. La propia Marta Ortega ha reconocido que quizá su padre no era el mejor en nada, pero sabía escoger a los mejores. En esa línea se inscribió la gestión de José María Castellano hasta 2005 y la posterior de Pablo Isla como consejero delegado. Castellano sacó la empresa a Bolsa, una decisión delicada porque el ‘free float’ era reducido, de apenas el 26% inicialmente (hoy es en torno al 33%) lo que ataba a los inversores a los caprichos del fundador, aunque este ofreciera como compensación que repartiría cada año el 20% de los beneficios. En 2011, cuando Isla ya había demostrado que sabía lo que tenía entre manos (cosa que no estaba del todo clara cuando llegó al cargo en 2005), Ortega se jubiló y le cedió la presidencia, gesto que, además, reforzó el prestigio de la empresa.
Quizá el mercado habría digerido mejor el anuncio si la presidencia se hubiera separado antes de las funciones ejecutivas. Que Isla como presidente cohabitara durante un tiempo con García Maceiras como consejero delegado. Una vez que este se hubiese asentado, se podía proceder al relevo de Isla. El hecho de que los cambios se anuncien con cinco meses de antelación no ha frenado el efecto de la ‘doble decapitación’, como se conoce en el argot empresarial al cambio simultáneo de los máximos puestos de una empresa, una medida siempre radical. Es ahí donde se aprecia una inconsistencia que ha subrayado en exceso la reducción del ámbito profesional de decisión en la compañía. Una inconsistencia que puede ser fruto de las prisas del accionista mayoritario. Siempre que hay prisas suele haber razones detrás y si estas no se transparentan se convierten en incertidumbre. jmuller@abc.es