ABC (Andalucía)

El Madrid gana ventaja, pero pierde fuelle

Sufrida y luchada victoria de los de Ancelotti ante un Athletic que tuvo ocasiones claras para el empate El juego blanco volvió a ser irregular: un comienzo fluido y una segunda parte en la que dominaron los vascos

- HUGHES

Ante la cuestión definitiva del rotar, Ancelotti tiene una única respuesta: Preferiría no hacerlo. Empezaban los mismos, con el añadido no demasiado emocionant­e de Lucas en el lateral.

Pero en el inicio hubo una sorprenden­te frescura. La circulació­n de la pelota era rápida, joven, llena de vitalidad. El Madrid se metía en campo vasco y esto enseñaba al Vinicius interior, aunque el bueno, el deseado y trepidante es el otro. En cuanto pudo desbordar hubo un par de llegadas.

El Madrid de esos minutos demostraba que hay dos equilibrio­s. Entre ataque y defensa, encarnado en Casemiro, y otro entre izquierda y derecha, un equilibrio casi vestibular que representa Kroos y su bamboleo de pases. Es verdad que mueve el equipo como se movían las coristas de Julio Iglesias, con ese dulce meneito.

La otra explicació­n de la velocidad del Madrid era Modric, o más concretame­nte el pecho de Modric, esos controles orientados con los que gana medio metro, unas décimas. Son sus pectorales dinamizado­res, como si los tuviera forrados. No es pecho frío, es pecho fieltro.

El Madrid iba y venía de un lado a otro y se veía cómo en cada cambio de banda tiene un efecto psicológic­o de novedad; cada vuelta a una banda es como la promesa de algo.

El Madrid jugaba muy bien, tocado, rápido y ligero, era como si el ‘efecto Xavi’ lo estuvieran teniendo ellos, pero a partir del minuto 15 se desperezó el Athletic con ocasiones claras de Williams, una clarísima en la que el balón se le fue como un conejo cuando estaba solo. El Madrid empezaba a tener síncopes defensivos y Courtois hizo la parada salvadora habitual, a cabezazo de Raúl García.

¿Cómo respondió el Madrid? Se recompuso con algo muy habitual este año: disparos lejanos sucesivos.

La media mostraba su otra cara, lo mucho que le cuesta regresar. El Casemiro, Modric, Kroos es ya un politburó. Después de tener los espacios, el Athletic quiso tener la pelota un poco. En el Madrid hubo una desconexió­n, una laguna de minutos. Poco en la izquierda, menos en la derecha. Lucas y Asensio no se complement­aban, en realidad se rehuían, era como se rechazasen: subía Lucas, esforzado, y Asensio le cambiaba el juego con una displicenc­ia que ya parecía algo personal.

Benzema caza otro más

Pero por él llegó el gol, pues se animó también a chutar desde fuera, el gran recurso del Madrid últimament­e. El rechace lo aprovechó Benzema, brillante otra vez como aprovechat­egui.

El gol, sin embargo, había tenido un origen más remoto en una carrera de Vinicius, que también se las ingenió para sacar un par de amarillas a los rivales. Vinicius, y se lleva diciendo meses, produce realidades no estadístic­as que son como un castigo de fondo al rival; Vinicius castiga hepática, oscurament­e al rival cuando no le lanza el KO del gol o la asistencia. Vinicius trabaja el hígado del rival.

La defensa del Madrid da la impresión de estar aun eligiendo en qué lengua entenderse. No tanto la defensa como el sistema defensivo. Aun hay desajustes serios que el propio Ancelotti ha reconocido. Hay pequeños altibajos. Vinicius, por ejemplo, lleva tres partidos sin romper por fuera totalmente, sin irse por donde brilla más. Pero el Madrid, en líneas generales, y con cierta pesadez, funcionaba, daba una sensación consistent­e, colectiva, casi en los umbrales de la agonía, como contra el Sevilla. Una sensación más de enero que de diciembre. Llegaba el Athletic, dominaba, mandaba Muniain, se aculaba el Madrid y Lucas salvó un gol a remate de De Marcos.

El 1-0 se peleaba con intensidad copera, con un unocerismo anémico en el Madrid, necesitado de unos cambios que Ancelotti postergaba. Con su habilidad Vinicius crea el oxígeno, la ventaja; Modric y Kroos lo administra­n con pases, y la exhalación llega con un tiro lejano, apenas suspirado. Pero así resistía el Madrid, tratado con clemencia por el Athletic. Courtois gana tantos puntos como Benzema. Modric era sustituido, juega tres cuartos de partido, ¿significa eso que descansa uno cada cuatro?

Williams hacía daño al Madrid en la mediapunta. A la espalda de Kroos, donde recibía, había un mundo así que la entrada de Camavinga, como antes la de Valverde, ayudó a juntar un poco el mediocampo dándole al Madrid cuerpo para afrontar el final de partido, que no resultaría tan crítico. Al menos no más crítico. La agonía, en realidad, empieza en los últimos quince minutos de Modric y Kroos, cuando por arañar sus gotas de fútbol se arriesgan espacios. Los ‘tacklings’ de Valverde y las gambetas de Camavinga ayudaron al Madrid ante un buen aunque romo Athletic. El Madrid gana ventaja pero pierde fuelle. Sevilla y Athletic han mostrado sus debilidade­s, pero también una cara sufrida, muy seria de equipo que lucha una Liga.

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// EFE Benzema celebra el único tanto de la noche en el Bernabéu

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