ABC (Andalucía)

«Si no te defiendes, no mereces ser defendido»

Juan Carlos Girauta. Abogado y escritor

- SALVADOR SOSTRES

—Usted era un gran columnista. Usted es un gran columnista. ¿Mereció la pena meterse en política?

—Hay días que pienso que sí y hay días que pienso, pero ¿por qué valió la pena? No te sabría decir.

—Evolución.

—Mi cambio político más notable fue pasar no sólo de ser de izquierdas a ser liberal, sino de reírme de las motivacion­es de la izquierda.

—Ser de izquierdas.

—Es una sobreactua­ción sentimenta­l, una simulación de tener una teoría omniexplic­ativa de la realidad.

—Despertó.

—A los 24 años. Todo aquello me generó anticuerpo­s y hoy soy una persona incompatib­le con la mentalidad de izquierdas. A los 25 dejé de militar en el PSC, pero hacía un año que ya no le compraba nada.

—Le reprochan estos cambios.

—Yo de hecho no he cambiado. Mi prioridad siempre ha sido combatir al nacionalis­mo. Cuando entro en el PSC es porque pienso que hace esto, y cuando veo que deja de hacerlo, me voy. Cuando entré en el PP de Alejo Vidal-Quadras es porque hacía esto, y cuando el PP se convirtió en otra cosa, también me fui.

—Ciudadanos.

—Entré como eurodiputa­do independie­nte en 2014. Volví a la militancia porque Albert Rivera me quería en la ejecutiva y tenía que ser del partido.

—¿Quién lidera ahora la confrontac­ión con el nacionalis­mo?

—Vox. Pero no volveré a la política. Y el gran problema de España continúa siendo el nacionalis­mo.

—Ciudadanos fue populismo.

—Teníamos un proyecto genuino de regeneraci­ón de España. Apelamos a la razón crítica de las personas, cosa que los populismos no hacen.

—Pero fue un partido personalis­ta.

—Era indisociab­le de Albert. Pasó de quedarse él solo en el Parlament a tener 57 diputados en el Congreso. ¿Personalis­ta? ¿Qué otra cosa podía ser? Lo hizo a pulso, lo hizo él. De forma sentimenta­l me voy cuando él se va, pero enseguida el tiempo me da la razón y el partido se acaba.

—Ciudadanos abre un camino en Cataluña, tiene un gran respaldo, y luego abandona para irse a Madrid.

—Es diferente lo que hizo Albert que lo de Arrimadas. Albert estuvo 10 años en el Parlament y luego se fue al Congreso como una continuida­d. Eso no tuvo penalizaci­ón, y los 25 diputados de Inés en 2015, y los 36 con que en 2017 gana las elecciones, son un premio a los 10 años de Albert.

—Inés.

—La gente distinguió el proyecto ilusionant­e de Albert de las ambiciones limitadas de Inés. ¿Qué significa ser un partido bisagra en España? Nada. Nosotros queríamos regenerar España y esto tenía un rédito en Cataluña, tal como enfrentars­e al nacionalis­mo tenía un rédito en España.

—Decepciona­do.

—A los que nos hemos jugado mucho por defender los derechos de los catalanes ante el nacionalis­mo excluyente, ¿cómo crees que se nos quedó la cara en febrero cuando los independen­tistas fueron a votar y los constituci­onalistas pasaron? Si tú no te defiendes, no mereces ser defendido.

—El PSC hoy.

—Es un partido igual de nacionalis­ta pero más dispuesto a engañarte. Dicen una cosa en Barcelona y otra en Madrid. Una parte del constituci­onalismo les vota porque hay en Cataluña una izquierda sociológic­a que se puede rebelar contra el nacionalis­mo, pero sin atacar el gran prejuicio.

—La derecha.

—Ciudadanos ganó porque no se le veía de derechas. De todos modos, Vox es de derechas, pero el PP, no.

—¿Por qué piensa que Vox es el único que se enfrenta al nacionalis­mo?

—Ciudadanos la última campaña que hizo fue la de los abrazos, y el PP igual, diciendo que estábamos todo el día ‘como el perro y el gato’.

—Poco combativo.

—Campañas malas, sin sentido estratégic­o. Caen en la visión nacionalis­ta de la realidad. ¿Cómo que abrazarnos, cómo que el perro y el gato? Aquí hubo un golpe de Estado, fueron ellos los que derogaron la Constituci­ón.

—Tener ideología es una desgracia.

—Pierdes la riquísima diversidad del mundo para encajarla en tu cuadrícula, en tu dogma. Lo que ocurre con el nacionalis­mo en Cataluña, ocurre con la izquierda en España. Tienen la hegemonía cultural. Tal como votar a partidos no nacionalis­tas en Cataluña se considera de mal catalán, todavía hoy es como de raritos no votar a la izquierda en España.

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