Tiene suerte este Sánchez
Tiene suerte este Sánchez. España suma casi 6.000 quiebras empresariales, un 40 por ciento más que en 2020, pero salimos más fuertes. La luz es un 362 por ciento más cara que cuando Sánchez se convirtió en presidente, y no, no vamos a llegar al 31 de diciembre pagando lo mismo que en 2018, incluso con la trampita de descontar la inflación. El gas cuesta un 360 por ciento más, y llenar el depósito del coche, 15 ó 20 euros de vellón añadido. Pagamos entre un 12 y un 15 por ciento más de impuestos, directos, indirectos y mediopensionistas, el índice de confianza del consumidor se ha desplomado, y caen las cotizaciones. Y eso justifica meter mano al bolsillo del cotizante. Pero como todo es a las progresistas maneras, las calles no se incendian. Sí, venga, va, que salimos más fuertes.
Tiene suerte este presidente. Vaya si la tiene. Una derecha sociológica complaciente, facilona, mansa y dormida a la feliz espera de los Reyes Magos, y unos sindicatos de marisquería y parrillada convenientemente sazonados con fondos europeos. Next Generation, los llaman. De cemento armado, añado. Ahí está el poquito de populismo revolucionario que le va quedando a la izquierda, en los probadores de ropa de marca entre pelu y camerino. Y Casado, y Ayuso, y Aguirre, y Egea, y Almeida, lo mismo…, ahí, en mártires de la demoscopia, enredados entre bofetadas de ego con un manual del autoodio. «Guion del perfecto fracaso. Destrúyete y disfruta haciéndolo».
Hasta cuando los ganaderos, los agricultores o los transportistas se quejan, no parece que lo hagan contra el Gobierno, sino contra su propio ‘karma’ y la deficiente alineación de los planetas. Tiene suerte Sánchez. El TC le dedica cinco sentencias retratándole como el tipo más inconstitucional del Reino, y él replica diciendo que cumplimos la Constitución «de pe a pa». De Pedro a pandemia. En su realidad virtual, la mentira siempre cobra vida propia, enfermiza, sin penalizarle, y los abucheos de Murcia, Ceuta o Cáceres nunca existieron. Tiene potra Sánchez. Hasta los negacionistas de la democracia, los otegis, se lo ponen más fácil de lo que nunca se lo pusieron su partido y Susana Díaz. La pregunta es: si cumplimos la Constitución «de pe a pa», y además todos salimos más fuertes, ¿por qué se nos está quedando esta carita de tolilis, con los brazos en jarras, como de gol estúpido en el descuento?