Distintos roles en la misma trinchera bolivariana
La Fundación CEPS aportó a Podemos una veintena de altos cargos y diputados. El extinto y lucrativo ‘think tank’ del que formaron parte líderes como Pablo Iglesias o Íñigo Errejón fue contratado por distintos regímenes hispanoamericanos de corte marxista, con la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro a la cabeza, para dar una pátina de intelectualidad a las políticas de la llamada izquierda bolivariana, liderada por brutos. El objetivo de estos profesores españoles de presunto prestigio era perpetuar la hegemonía del relato socialista y, con ello, mantener en el poder a unos gobernantes que se han demostrado muy alejados de la democracia, como los ya citados o el nicaragüense Daniel Ortega. Existen informes de CEPS sobre el tiempo que debían permanecer encarcelados líderes opositores para que no se victimizaran y obtuvieran réditos políticos. Quien se opusiera a la izquierda radical era calificado de fascista, algo que no debería extrañar al lector, pues en España llevan años utilizando el mismo argumentario falaz. Hugo Chávez abonaba a CEPS 7.000 euros mensuales por cada asesor que les enviaban al Palacio de Miraflores. La fundación recibió –antes de que el Celag de Serrano Mancilla les hiciera la cama– un mínimo de cuatro millones de euros por esas consultorías y terminó convertida en el germen de Podemos, cuyos líderes fueron patrocinados por el chavismo para extender a España la manera bolivariana de ver el mundo. En eso estuvo Pablo Iglesias como asesor; ahí se desempeñó como político y vicepresidente del Gobierno; y en esas continúa como tertuliano. Distintos roles en una misma trinchera. Por eso critica al ministro Albares, al que dibuja como una suerte de infiltrado de la derecha en el Gobierno de Sánchez, al tiempo que pone como ejemplo a Zapatero. Lógico, pues el expresidente comparte objetivo con la cantera de CEPS, perpetuar en el poder a tipos como Maduro, en su caso blanqueando procesos electorales en Caracas. Contra el liberalismo, populismo y marxismo, por mucho que la evidencia haya demostrado que lo segundo sólo trae miseria y atenaza la libertad. Si en los currículos del ex secretario general de Podemos y sus ‘compas’ apareciera el cargo de asesor de regímenes de extrema derecha, todos ellos habrían estado inhabilitados socialmente para el ejercicio de la política en España. ¿Qué lo permitió? Una amalgama de intereses político-económicos y el complejo de ser llamado fascista.