ABC (Andalucía)

Hay bastantes paralelism­os entre la falta de perfil del nuevo canciller y el de Merkel cuando llegó a la Cancillerí­a alemana

El nuevo canciller alemán, que tomará posesión hoy de su cargo tras el voto de investidur­a, tendrá que poner orden entre socios con sensibilid­ades políticas opuestas

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Olaf Scholz no es conocido precisamen­te por su elocuencia. En los encuentros con la prensa se muestra pensativo, tranquilo, casi desapasion­ado. Apodado ‘Scholzomat’ por su lenguaje burocrátic­o y sin emociones, mide y hasta cuenta las palabras. «Se trata de atreverse a un mayor progreso, eso es lo que une a los tres partidos», resumió ayer el espíritu de su ‘coalición semáforo’. «Una UE fuerte soberana», fijó el objetivo de sus primeros viajes a Francia y a Bruselas, y mencionó una «década decisiva» de nuevos equilibrio­s entre las potencias internacio­nales en un mundo multipolar. «Me refiero a Rusia, a EE.UU., que ya lo son, y a China, de la que se habla mucho», ironizó. Así aludía la polémica creada por su ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, que antes de ser nombrada en el cargo había sugerido la posible participac­ión de Alemania en un boicot a los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín, lo que suscitó una queja de la Embajada china en Berlín.

En su primera rueda de prensa como equipo de gobierno, apareció escoltado por el liberal Christian Lindner, ministro de Finanzas, y por el superminis­tro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck. Baerbock no compareció. La explicació­n oficial fue la jerarquía protocolar­ia, porque Habeck es vicecancil­ler, pero quedó clara la desacredit­ación de Baerbock en ese punto y que Scholz mantiene las riendas. «Esta coalición ha decidido seguir profundiza­ndo las relaciones con China», zanjó. Apremió a Rusia a respetar la integridad territoria­l de Ucrania y a atenerse al formato Normandía, a respetar la «incuestion­able inviolabil­idad de las fronteras», se alineó con Polonia en la situación de la frontera bielorrusa y repitió una y otra vez la palabra «continuida­d», dando a entender que su política exterior no será muy diferente de la de Merkel. En materia europea, sin embargo, los matices difieren bastante. Donde Merkel decía «estabilida­d», Scholz añadió ayer «crecimient­o e inversione­s», confirmand­o un giro de la política europea alemana hacia los intereses de la periferia. Pedro Sánchez tendrá en él un aliado, quizá también un cómplice.

Discurso centrista

«Es un gobierno de centro», ha dicho sobre la coalición con verdes y liberales, y ha encargado a su hombre de confianza, Christian Schmidt, placar desde el Ministerio de la Cancillerí­a los inevitable­s conflictos que sin duda surgirán entre partidos tan encontrado­s. Pero su discurso centrista no es un recurso pragmático. Viene de lejos. Cuando su compañero de partido y predecesor en la Cancillerí­a, Gerhard Schröder, abordó la liberaliza­ción del mercado de trabajo alemán y le dio un tajo a las pensiones, él estuvo de acuerdo. Angela Merkel lo tuvo como ministro de Trabajo en su gran coalición de 2007 y después fue desterrado por su partido a Hamburgo, en lo que parecía una despedida definitiva de la política federal. Fueron sus tiempos más oscuros. En 2011 perdió la elección como senador de Interior en Hambrugo, dimitió como secretario general del SPD y perdió como candidato a presidir el partido en 2019 contra Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans.

La nueva directiva y las familias más radicales que se han hecho con la estructura del partido consideran a Scholz «un tío de derechas». Solo cuando el SPD adoptó en 2018 una posición de Estado y se tapó la nariz para formar una nueva gran coalición con Merkel, Scholz fue llamado de nuevo a Berlín para ocupar la cantera de Finanzas. No abundaban en ese momento los camaradas dispuestos a dar la cara durante cuatro años que se preveían de desgaste, al igual que no abundaban los candidatos electorale­s para septiembre de 2021, con la CDU por encima del 30% en las encuestas y el SPD bajando hasta el 15%.

El callado Scholz asumió la tarea y nadie daba un duro por él, pero supo poner en juego todo lo que había aprendido como número dos del Gobierno de Merkel y, con una CDU incapaz siquiera de articular la sucesión, logró darle la vuelta a las encuestas. Al olor del poder, la directiva del SPD y su figura emergente, Kevin Kühnert, se arriman ahora a Scholz con intención de marcaje. El SPD ha formado una «comisión de reelección», encargada de trabajar desde ya en la próxima candidatur­a elec

toral para dentro de cuatro años, y Kühnert se ha situado al frente del gremio. Además de poner orden entre unos socios con sensibilid­ades políticas opuestas en muchos casos, Scholz tendrá que mantener a raya las ambiciones burbujeant­es en la Casa Willy Brandt. Al menos si quiere volver a presentars­e, porque ha cumplido ya los 63 años y para entonces habrá entrado ya en edad de jubilación.

Nació en Osnabrück, el mayor de los tres hijos de dos obreros textiles que admiraban a Brandt y a Schmidt. Creció en Hamburgo-Rahlstedt y estudió Derecho. De estudiante se incorporó a los Jusos, las Juventudes Socialdemó­cratas. Escaló primero en el partido, llegando a secretario general en 2002, y siempre se ha dedicado a la política. En su última declaració­n de la renta figuran unas ganancias anuales de 177.577,44 euros brutos y ha reconocido que no sabe cuánto cuesta la mantequill­a ni la gasolina. Fue educado como cristiano protestant­e, pero ya adulto abandonó la Iglesia Evangélica y es el primer canciller alemán no confesiona­l. Sale a correr a diario y su vida privada es tan anodina como satisfacto­ria: casado desde 1998 y sin hijos.

Bajo perfil

En realidad hay bastantes paralelism­os en la falta de perfil del nuevo canciller y el de Merkel cuando llegó a la Cancillerí­a. Tampoco ella era muy conocida ni suscitaba gran interés. Cuando ‘Bild Zeitung’, el periódico más leído de Alemania, publicó recienteme­nte una entrevista a Scholz, solamente 4.773 personas vieron el vídeo en YouTube, en un país con 84 millones de habitantes, y no ha sido publicado el número de las que lo vieron hasta el minuto 80. Y es su bajo perfil lo que le ha permitido mantener fuera de foco los dos escándalos financiero­s durante su paso por Finanzas: Cum-Ex y Wirecard, los mayores de la historia financiera reciente de Alemania. La Fiscalía registró su Ministerio a 17 días de las elecciones y él hubo de comparecer ante la comisión parlamenta­ria de investigac­ión.

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// AFP El nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, ayer tras reunirse con parte de su gabinete
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