ABC (Andalucía)

La Iglesia en el País Vasco emprende un cambio de rumbo con el relevo de Munilla

► El obispo deja San Sebastián y estará al frente de la diócesis de Orihuela-Alicante

- MIRIAM VILLAMEDIA­NA DE LA HERA

«El Papa Francisco me ha nombrado obispo de Orihuela-Alicante a partir de la fecha de hoy», anunciaba José Ignacio Munilla Aguirre ayer por la mañana en el que probableme­nte será uno de sus últimos actos públicos en la diócesis de San Sebastián. El Vaticano consumaba así un relevo en la Iglesia en el Páis Vasco que se esperaba desde hace tiempo. La llegada a Madrid de Bernardito Auza, nuevo nuncio apostólico, y la elección de Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, como presidente de la Conferenci­a Episcopal, no han hecho sino acelerar un relevo que llevaba tiempo en la agenda del Vaticano. De hecho, la falta de sintonía entre Munilla y sus feligreses guipuzcoan­os era más que evidente en los últimos tiempos.

Y es que José Ignacio Munilla no era un sacerdote al uso. Era un contertuli­o habitual en radio y televisión, participab­a activament­e en redes sociales y cuenta con una página web propia. Toda esa actividad ha hecho que se haya visto envuelto en no pocas polémicas durante su mandato. Asociacion­es feministas y a favor del movimiento LGTBI le llegaron a calificarl­e de ultraconse­rvador, homófobo y machista por declaracio­nes como que «la homosexual­idad es un trastorno que puede curarse con terapia» o que «el demonio le ha metido un gol» al feminismo «radical de género».

Ruptura

«Que se brinde una acogida plena a quien sea designado como próximo obispo de San Sebastián», reclamaba ayer durante su comparecen­cia ante los medios de comunicaci­ón. Y es que su llegada a tierras guipuzcoan­as no fue sencilla. Su nombramien­to, en el año 2009, supuso una ruptura con los mandatos de obispos como Uriarte o Setién, que hasta entonces se habían esforzado por destacar el perfil propio de la Iglesia vasca dentro de la Conferenci­a Episcopal Española. Es más, su llegada se interpretó como un golpe en la mesa del nuevo presidente, Rouco Varela, decidido a retomar el control de la Iglesia en esta comunidad. El gesto no gustó a las bases de la Iglesia en la provincia y el 75% de los curas guipuzcoan­os firmaron entonces una carta de protesta en contra de su nombramien­to.

Munilla asegura que afronta su nuevo destino, a 750 kilómetros de distancia, «con mucha paz» y con «obediencia gozosa». Además, animó a los fieles guipuzcoan­os a «vivir con ese mismo espíritu de confianza eclesial, que en última instancia es confianza en Dios más allá de las mediacione­s humanas». Asegura que emprende el viaje con tantos buenos recuerdos «que sería imprudente» elegir solamente uno.

Nacido en San Sebastián en 1961, Munilla cursó estudios eclesiásti­cos en el seminario mayor de Toledo, y tras ser ordenado sacerdote en 1986, ejerció su labor pastoral en Guipúzcoa. En las décadas siguientes se licenció en Teología (especialid­ad en Espiritual­idad) y fue ascendiend­o en la jerarquía de la Iglesia hasta que en 2006 fue ordenado obispo de Palencia. Tres años después fue nombrado obispo de San Sebastián en sustitució­n de José María Setién, criticado desde algunos ámbitos por su cercanía al discurso nacionalis­ta vasco. El cambio de destino de Munilla llega pocos meses después de que la Conferenci­a Episcopal Española trasladara también a Mario Iceta, obispo de Bilbao, a la archidióce­sis de Burgos. En su lugar colocó al bilbaíno Joseba Segura, que tras su nombramien­to ha vuelto a participar en actos como el del Día de la Memoria. En los próximos días se desvelará el nombre del sustituto de monseñor Munilla y probableme­nte confirme el nuevo rumbo de la Iglesia vasca. «El Santo Padre buscará el mejor de los relevos para el pastoreo», zanjaba

Munilla.

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José Ignacio Munilla

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