ABC (Andalucía)

«El acogimient­o familiar es la medida de protección reina»

Múgica apela a una mayor dotación de las administra­ciones destinada a las familias de acogida

- CARLOTA FOMINAYA

Escasa inversión «Hay una diferencia de coste por plaza entre acogida residencia­l y familiar de muchos múltiplos»

«El acogimient­o de menores tutelados en familias es la medida de protección de la infancia reina, pero tiene una imagen nefasta porque se considera barata, solidaria, heroica…», denuncia Javier Múgica Flores, psicólogo y psicoterap­euta familiar. Múgica tiene un largo recorrido en este ámbito, debido a su trabajo como técnico y profesiona­l de apoyo en el Servicio Arlobi-Adoptia de Atención Psicosocia­l de Agintzari SCIS en Bilbao y Vitoria.

Los acogedores, denuncia este terapeuta, que se declara «un forofo, un gran creyente, incluso un ‘hooligan’» de la acogida familiar, «no reciben recursos, ni manutenció­n, y en muchos casos tienen que poner dinero. Se fía todo a la generosida­d y al altruismo de la familia cuando acoge en sus casas a niños con muchísimas dificultad­es y distintos trastornos. Psicoterap­ia, psiquiatrí­a, refuerzo educativo... y en definitiva todo lo que supone atender a menores con necesidade­s especiales y que necesitan de apoyo. Asumir el reto de educarles no es fácil, es fundamenta­l mejorar los recursos», sugiere.

Múgica explica las particular­idades de esta desconocid­a medida de protección social tras su ponencia, titulada «La imagen social del acogimient­o familiar. Cómo captar familias sin conocer el efecto de lo que hacemos», que tuvo lugar recienteme­nte durante el V Congreso Interés Superior de la Infancia y la Adolescenc­ia que organiza Aseaf (Asociación Estatal de Acogimient­o Familiar).

—¿Por qué es tan difícil «captar» familias para la acogida familiar?

—Porque se está ofreciendo a la sociedad una imagen excesivame­nte lastrada por el altruismo mal entendido, el exceso de voluntaris­mo y sacrificio sin una dotación solidaria por parte de la institucio­nes.

—La sociedad entiende que el acogimient­o es una heroicidad.

—En efecto, se dice que requiere de caracterís­ticas heroicas, de sacrificio total, que tienen el bien común o el amor al prójimo como prioridad, generosida­d absoluta… y que se retiren quienes

no se consideren héroes. Eso es una reducción simplista. También sobrevuela la idea de que la acogida familiar se hace en solitario, sin necesidad de tribu, comunidad o cuerpo técnico… como un «llanero solitario». Se lleva a cabo en una soledad silenciosa y abnegada como virtud.

—Usted denuncia que esta medida de protección en nuestro país es una solución «barata, low cost».

—Es un hecho. Se piensa en el amor al prójimo como motor del acogimient­o familiar, o que los beneficios sólo pueden ser morales, porque el afecto no puede tener precio. Pero, la realidad es que a mayor apelación al altruismo, menor inversión en recursos para el acogimient­o familiar. Rara vez las aportacion­es por familias de acogida cubren realmente los gastos de educación y crianza de un niño en una familia española de clase media. No se cubren los gastos de la educación de unos menores que, en su mayoría, tienen diferentes problemas o trastornos. Hay familias que ponen dinero. Pero el dato está ahí: existe una diferencia de coste por “plaza” entre acogida residencia­l y acogida familiar de muchos múltiplos. Como decía un senador alemán, «el acogimient­o familiar es un chollo, tres veces más barato y con resultados 10 veces mejores».

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// ABC Javier Múgica, en el congreso organizado por la Aseaf en Madrid

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