«El acogimiento familiar es la medida de protección reina»
Múgica apela a una mayor dotación de las administraciones destinada a las familias de acogida
Escasa inversión «Hay una diferencia de coste por plaza entre acogida residencial y familiar de muchos múltiplos»
«El acogimiento de menores tutelados en familias es la medida de protección de la infancia reina, pero tiene una imagen nefasta porque se considera barata, solidaria, heroica…», denuncia Javier Múgica Flores, psicólogo y psicoterapeuta familiar. Múgica tiene un largo recorrido en este ámbito, debido a su trabajo como técnico y profesional de apoyo en el Servicio Arlobi-Adoptia de Atención Psicosocial de Agintzari SCIS en Bilbao y Vitoria.
Los acogedores, denuncia este terapeuta, que se declara «un forofo, un gran creyente, incluso un ‘hooligan’» de la acogida familiar, «no reciben recursos, ni manutención, y en muchos casos tienen que poner dinero. Se fía todo a la generosidad y al altruismo de la familia cuando acoge en sus casas a niños con muchísimas dificultades y distintos trastornos. Psicoterapia, psiquiatría, refuerzo educativo... y en definitiva todo lo que supone atender a menores con necesidades especiales y que necesitan de apoyo. Asumir el reto de educarles no es fácil, es fundamental mejorar los recursos», sugiere.
Múgica explica las particularidades de esta desconocida medida de protección social tras su ponencia, titulada «La imagen social del acogimiento familiar. Cómo captar familias sin conocer el efecto de lo que hacemos», que tuvo lugar recientemente durante el V Congreso Interés Superior de la Infancia y la Adolescencia que organiza Aseaf (Asociación Estatal de Acogimiento Familiar).
—¿Por qué es tan difícil «captar» familias para la acogida familiar?
—Porque se está ofreciendo a la sociedad una imagen excesivamente lastrada por el altruismo mal entendido, el exceso de voluntarismo y sacrificio sin una dotación solidaria por parte de la instituciones.
—La sociedad entiende que el acogimiento es una heroicidad.
—En efecto, se dice que requiere de características heroicas, de sacrificio total, que tienen el bien común o el amor al prójimo como prioridad, generosidad absoluta… y que se retiren quienes
no se consideren héroes. Eso es una reducción simplista. También sobrevuela la idea de que la acogida familiar se hace en solitario, sin necesidad de tribu, comunidad o cuerpo técnico… como un «llanero solitario». Se lleva a cabo en una soledad silenciosa y abnegada como virtud.
—Usted denuncia que esta medida de protección en nuestro país es una solución «barata, low cost».
—Es un hecho. Se piensa en el amor al prójimo como motor del acogimiento familiar, o que los beneficios sólo pueden ser morales, porque el afecto no puede tener precio. Pero, la realidad es que a mayor apelación al altruismo, menor inversión en recursos para el acogimiento familiar. Rara vez las aportaciones por familias de acogida cubren realmente los gastos de educación y crianza de un niño en una familia española de clase media. No se cubren los gastos de la educación de unos menores que, en su mayoría, tienen diferentes problemas o trastornos. Hay familias que ponen dinero. Pero el dato está ahí: existe una diferencia de coste por “plaza” entre acogida residencial y acogida familiar de muchos múltiplos. Como decía un senador alemán, «el acogimiento familiar es un chollo, tres veces más barato y con resultados 10 veces mejores».