« Profesores andaluces para una nueva era educativa
Los profesionales más innovadores apuestan por métodos que motiven a los alumnos y les aporten recursos para valerse en la vida frente a la pura asimilación memorística de datos
No dejaría que me operara un cirujano del siglo XVIII», aclara la profesora Ana María González Herrera, premiada por su método de enseñanza por la Fundación Educa, para argumentar por analogía su propuesta de cambiar el modelo educativo. Para ella, el vigente es una reliquia del Siglo de las Luces impartida por profesores del siglo XX a alumnos del siglo XXI.
González, docente del colegio roteño Eduardo Lobillo, forma parte del elenco del profesorado andaluz galardonado en lo premios Educa Abanca, en el que se incluyen Ana García Pérez (colegio público Europa, de Linares), Antonio Pérez Moreno (IES Sierra Luna, de Los Barrios), Patricia Mercedes Santos Campos (IES profesor Isidoro Sánchez, de Málaga), Sara Fernández Espinosa (Escuela Oficial de Idiomas de Motril) y Pablo Álvarez (Universidad de Sevilla).
Cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer, surgen los monstruos, advirtió Gramsci. O, en el caso del sistema educativo español, las normativas que no contentan a casi nadie, como la Ley Celaá. Pero, ¿merece morir lo viejo y merece nacer lo nuevo? En opinión de los docentes premiados, sí, siempre que se aproveche el legado de los clásicos.
Para Patricia Santos el debate radical es absurdo: «No se trata de dejar de lado todo el conocimiento y centrarse solo en la metodología activa. El modelo memorístico es solo repetición, pero tienes que saber usarlo». Por eso, esta profesora de formación profesional plantea que el docente sea guía de experiencias en vez de mero trasmisor de conocimientos.
Pablo Álvarez, por su parte, propone la didáctica de la pregunta a sus alumnos de Pensamiento Pedagógico de la Universidad de Sevilla. Su propósito es que lleven a cabo un viaje imaginario por la contemporaneidad de la educación. El docente jalona el periplo de interrogaciones a las que los educandos deben responder para de este modo fomentar su emprendimiento.
Álvarez coincide con González en calificar como una antigualla el actual modelo educativo y critica la falta de adaptación del profesorado, para el que pide una formación específica que les permita conectar con los alumnos. En su caso, apuesta por un método de aulas móviles, de espacios libres, que propicia, asegura, el diálogo de los universitarios con la ciudad.
En las clases que imparte a alumnos de infantil Ana María González utiliza recursos domésticos (platos, cucharas, peines) para sumas y restas a fin de que la abstracción matemática cristalice en el ámbito de lo real. De esta manera evita, dice, perpetuar la mecanización de las tareas aburridas. «Se debe romper la función de docente que enseña por el que acompaña», añade.
Zona de confort
¿Está por la labor el docente varado? Al respecto, la profesora del centro gaditano admite que en la docencia lo nuevo provoca recelo y lo fácil es seguir por la senda conocida. Pero, en su opinión, el maestro tiene que salir de la zona segura para protagonizar un cambio que, aclara, no debe ser político, sino técnico: «La revolución que tiene que empezar en las escuelas».
Para Ana García, el cambio requiere un pacto educativo a fin de que los indicadores, los estándares, los criterios de evaluación, la programación, no varíen de un curso para otro. Del pacto debe surgir la actualización. Que no siempre se persigue. En este sentido, precisa que, aunque hay cursos de
Los profesionales apuestan por desterrar la clase magistral, reducir la ratio de alumnos y mejorar la formación del profesorado
«No estamos en la generación peor formada. Ahora los alumnos se forman de otra manera. No aprenden, nos aprenden»
formación del profesorado, cada maestro decide su propia doctrina.
La profesora del colegio linarense resalta, además, que en la actualidad el sistema educativo está diseñado para educar solo la mitad del cerebro. En concreto, la racional. «La emocional no se trabaja». Y es básica. Pone un ejemplo: «Si quiero sacar buenas notas en Matemáticas tendré que trabajar la autogestión, activar el cerebro entero, para tener ganas de hacerlo».
Antonio Pérez Moreno también cuestiona el actual modelo. En su opinión, es preciso cambiar la clase magistral, reducir la ratio y mejorar la formación del profesorado. Y propone hacerlo a coste cero. Bastaría, asegura, con que se redujera una hora el horario lectivo del alumno (no del profesor) para liberar a 16.000 docentes. Así, en la que lo requirieran, habría dos por aula.
Cultura del esfuerzo
Para este profesor de Secundaria es preciso que la política no devalúe la educación al arrinconar en las aulas la cultura del esfuerzo. «Con menos trabajo mejorarán las cifras de aprobados, pero se resentirá la calidad de la enseñanza». Y eso, advierte afectará a sus vidas.
La crítica de los docentes andaluces galardonados por la Fundación al sistema educativo no implica necesariamente el reconocimiento de que la educación en España esté peor que nunca. El relato prevalente describe un paisaje desolador de la enseñanza, pero el profesor universitario Pablo Álvarez se muestra en desacuerdo con una conclusión tan pesimista.
«No estamos en una sociedad peor formada. Ahora los alumnos se forman de otra manera. No aprenden, nos aprenden. Por eso es importantísima la labor del docente en el aula». Consecuencia de esa labor, añade, es la existencia de –por citar tres carreras– buenos médicos, de buenos arquitectos, de buenos ingenieros surgidos de la actual etapa educativa.
Álvarez admite, sin embargo, que el nivel de cultura general de los alumnos es deplorable. Y apuesta, para mejorarlo, por priorizar el empirismo frente al aprendizaje a palo seco. Lo explica: lo más importante, dice, no es que los alumnos memoricen las obras de los filósofos, sino que experimenten la sabiduría y se la apliquen a sí mismos. «La asignatura pendiente es enseñar para la vida. Hay que ofrecer los recursos para ayudar al ser humano a crecer», añade.
La memoria como eje educativo no tiene la mejor prensa entre el profesorado innovador, pero hay quien la salva de la quema. Para Patricia Mercedes Santos, aunque apuesta por otro modelo de enseñanza, es una habilidad imprescindible en la educación. En clase, aclara, no se puede dejar de lado el conocimiento ni la cultura ni el amor por aprender.