Álvaro Vara, el alcalde que quiere combatir la despoblación con historia
▶ El regidor de Gajanejos (PP) se ha propuesto construir un Museo de la Guerra Civil para reactivar el pueblo, de 50 habitantes. Allí se libró la batalla de Guadalajara, en la que perecieron cientos de soldados italianos
Nadie quería presentarse a las elecciones municipales en Gajanejos, un pueblo de la Alcarria Alta de solo 50 habitantes, y él se ofreció como cabeza de lista por el PP para intentar salvarlo de la despoblación. Ganó la alcaldía con 29 años. Álvaro Vara Ruiz tiene ahora un proyecto para revitalizar el pueblo. El casco urbano de Gajanejos fue totalmente destruido en marzo de 1937 en la batalla de Guadalajara, una de las más duras de la Guerra Civil y la primera en la que el bando nacional y el fascismo europeo fueron derrotados. Hasta entonces, ni Hitler ni Mussolini ni Franco habían perdido una sola batalla, y aquellos hechos fueron noticia en periódicos internacionales como ‘The New York Times’, donde su corresponsal Herbert Matthews escribió que «la derrota de los italianos en Guadalajara es un desastre comparable al de la batalla de Bailén para Napoleón». Transcurridos 84 años, centenares de cadáveres de soldados italianos aún yacen en el subsuelo de Gajanejos.
De todo esto se enteró Álvaro Vara cuando llegó a la alcaldía en 2019 y recorrió los caminos donde aún perduran nidos de ametralladoras, trincheras y otros vestigios bélicos conservados por los agricultores. «Gajanejos quedó destruido porque los italianos venían muy fuertes en dirección Madrid, y el Gobierno de la República se replegó, evacuó a los vecinos y destruyó el municipio para que los enemigos durmieran al raso, en medio del viento y el intenso frío, mientras recibían bombardeos de los dos contendientes», cuenta el alcalde. Cuando terminó la guerra, el pueblo fue reconstruido en 1941 por la Dirección General de Zonas Devastadas. «Franco quería que se olvidara aquella derrota», añade, y el resultado fue una peculiar arquitectura que recuerda a municipios coloniales de América, con fachadas en tonos pastel, rojos, azules y amarillos, los colores de la Alcarria.
Pegado a la autovía más transitada de España, la A-2, con vistas espectaculares al valle del Badiel, Vara pensó que Gajanejos «era un pueblo susceptible de ser salvado, y yo encontré esta historia; si tuviera minas de oro, sacaríamos oro». Dice que aquella batalla es «un hito desde la Transición, que al final fue un encuentro entre españoles», y quiere crear en Gajanejos un Museo Nacional de la Guerra Civil, «o de la batalla de Guadalajara». Sin bares, comercios o colegios, los pocos niños que viven en el pueblo tienen que desplazarse a clase en autobús a Brihuega o Torija. Con aquella batalla como bandera, el alcalde busca ahora financiación y ya ha hablado con la Diputación y el Colegio de Arquitectos de Guadalajara, con la Junta de Comunidades y con las universidades de Alcalá de Henares y Castilla-La Mancha. «Los guías turísticos de Guadalajara hacen una ruta por varios pueblos por donde transcurrió la famosa batalla y con el museo podríamos traer mucha más gente», subraya.
Y como en el combate participaron italianos y brigadistas internacionales (Hemingway estuvo disparando en la cercana Brihuega), también busca fondos de la UE para la construcción de la memoria europea. De momento, el Instituto de Historia Militar del Ministerio de Defensa ha realizado un informe que constata el papel central que Gajanejos tuvo en la batalla de Guadalajara. «Quiero que sea un museo vivo, donde a los chavales de los institutos se les explique de manera técnica lo que fue la Guerra Civil, su contexto social y económico, y que cada uno saque sus conclusiones; un lugar donde crecer a nivel académico y no solo turístico, y que iría ligado a un plan de repoblación para mejorar la comarca».
La derrota La República evacuó a los vecinos y destruyó el pueblo para que el enemigo durmiera al raso. Franco reconstruyó Gajanejos en 1941 y cuenta con una peculiar arquitectura