ABC (Andalucía)

Prisión permanente revisable para el asesino de Laura Luelmo

➤ El juez impone a Bernardo Montoya otra pena de 17 años de cárcel por detención ilegal y agresión sexual ➤ La sentencia refiere la «extrema violencia» que utilizó para acabar con la vida de la joven profesora zamorana

- M. ROSA FONT

El hombre que golpeó a Laura Luelmo hasta dejarla con un hilo de vida para abandonar su cuerpo agónico en una zona casi oculta en pleno bosque en El Campillo (Huelva) y evitar así que nadie pudiera encontrarl­a (12 de diciembre de 2018), permanecer­á por décadas en un centro penitencia­rio por el brutal crimen.

Tres semanas después de que fuera declarado culpable por un jurado popular, la Audiencia Provincial condena a Bernardo Montoya a prisión permanente revisable (la primera que se dicta en Huelva) por un delito de asesinato —el segundo que comete en su vida— con la agravante de reincidenc­ia, y le impone otros 17 años y medio de cárcel por un delito de detención ilegal en concurso ideal con un delito de agresión sexual, con la agravante de género.

A lo largo de los 107 folios de la sentencia, a la que ha tenido acceso ABC, el magistrado que presidió el tribunal, Florentino G. Ruiz Yamuza, habla de «la extrema violencia» que utilizó el condenado para someter y acabar con la vida de la joven profesora zamorana de 26 años, mientras los hechos que el jurado consideró probados describen el salvaje ataque que sufrió Laura durante 75 minutos, desde que la capturó a la fuerza en la puerta de su casa —a solo unos pasos de la vivienda que había alquilado la víctima— hasta que la introdujo en el maletero de su coche, envuelta en una manta, para deshacerse de ella.

No hubo testigos del crimen pero las pruebas expuestas en el juicio, que se celebró a puerta cerrada, y los testimonio­s oídos en sala sustentan la condena, según expone en su argumentar­io el magistrado.

«Es claro que la detención ilegal de la víctima constituyó un medio para la posterior agresión sexual», afirma la sentencia. Laura se topó con su asesino cuando regresaba de hacer una compra en un supermerca­do situado a escasos minutos de su casa. Montoya la abordó ( 17.25-17.30 horas del 12 de aquel día) y la metió por la fuerza en su vivienda, en la calle Córdoba de El Campillo. Aquí comenzó la tortura de la joven.

El relato del crimen

Después de golpearla con un objeto y a base de puñetazos, el jurado consideró probado —y así se recoge en la sentencia—, que «aprovechan­do el aturdimien­to e indefensió­n» Bernardo le ató las manos a la espalda, le tapó la boca con cinta adhesiva y la trasladó a uno de los dormitorio­s de la casa. Sobre la hora en la que fue secuestrad­a, un vecino de la zona que se encontraba paseando a sus perros, oyó el grito de espanto de una mujer.

En ese cuarto, la desnudó sin posibilida­d alguna de que la joven pudiera defenderse y la violó y, como continuaci­ón del feroz ataque, «para evitar que se conociera» que había raptado, golpeado hasta casi la muerte y agredido sexualment­e a la joven, aumentó su violencia contra ella. Continuó golpeándol­a, con escenas estremeced­oras que se describen en la sentencia, «cogiéndole del cabello y chocando su cabeza contra el suelo de forma repetida, presionand­o su rodilla sobre el tórax y abdomen de la chica, apretando sus manos alrededor de su cuello para asfixiarla y, asestando un fuerte golpe en la cabeza con un objeto contundent­e». Hasta tres folios ha necesitado el juez para exponer el calvario, la tortura que sufrió Laura Luelmo.

En torno a las 18.42 horas, Montoya envolvió el cuerpo aún con vida en una manta y la introdujo en el maletero de su coche, que había situado en la puerta de su vivienda. Además, metió en el coche un bolso con el teléfono móvil y otros objetos personales de la chica.

El asesino recorrió con el vehículo parte de los términos municipale­s de Minas de Río Tinto, Nerva y El Campillo, y finalmente regresó a una zona por la que había pasado, el paraje Las Mimbreras. Allí, entre las 19.44 y las 20.42 horas dejó el cuerpo de Laura, semidesnud­o y con las manos atadas a la espalda. A consecuenc­ia de la paliza y de los golpes, Laura Luelmo falleció a las 20:15 horas del 13 de diciembre, al día siguiente de ser capturada, torturada y violada. Más de 25 horas de agonía pasó la chica. Su cadáver fue encontrado seis días después, el 17 de diciembre.

La hora se acota por el estudio de los teléfonos móviles, que llevó en el coche en todo el recorrido que hizo. «Tenemos un reporte fidedigno tanto en lo geográfico como en lo cronológic­o, siendo lo más lógico pensar que al sacar el cuerpo del coche se percató de que había transporta­do también el teléfono, procediend­o en ese momento a quitarle la batería o a romperlo». Entre las 19.44, momento de la última conexión a dos antenas de El Campillo y las 20.42 horas, en que el teléfono de Laura deja de conectarse a ninguna antena «debió

La sentencia recoge igualmente la agravante de reincidenc­ia, Montoya mató en 1995 a una mujer de 82 años

por lo tanto producirse, con toda certeza», el abandono del cuerpo.

La sentencia difundida ayer recoge que el acusado sometió a la joven a «padecimien­tos innecesari­os y un sufrimient­o más intenso que el que se requería para causarle la muerte», mientras que, al agredirla sexualment­e, «utilizó la violencia para conseguir su sumisión total a la satisfacci­ón del deseo sexual, incurriend­o en una conducta particular­mente degradante para la mujer, de cosificaci­ón y dominación, que se correspond­e con su propio concepto de los roles de género».

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El condenado Bernardo Montoya durante uno de los traslados a la Audiencia de Huelva

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