De La Moncloa a La Roda
Que Sánchez y Redondo pasaron de uña y carne a salir como tres por cuatro calles es sabido. Perdió el ‘fontanero’, claro, que ahora se cobra venganza
Es cierto que en el PSOE Iván Redondo sentaba peor que unas purgaciones, allí apenas era tenido como un intruso que había engatusado a Sánchez y se había hecho con el control de la fontanería de La Moncloa. Ahora, una vez fuera del Gobierno, en las filas socialistas se reafirman en la idea después de que Redondo se esté despachando a gusto contra el proyecto sanchista en su nuevo papel de ‘comentarista’. Tiene Redondo una querencia irrefrenable a quedar mal con todo aquel que le contrata. Le ha ocurrido con buena parte de sus anteriores jefes: primero quedan obnubilados con sus ‘frescas’ ideas (formato ‘El Ala Oeste’) y al cabo del tiempo no saben cómo bajarlo del pedastal donde consintieron que él mismo se fuera colocando. Ideas de bombero, o si no que se lo digan al extremeño Monago. Ahora, en el PSOE han pasado del alivio (por librarse de él) a la irritación, toda vez que Redondo esté haciendo prácticas de ‘yolandismo’, aún sin remunerar, tanto para cobrarse venganza como quizá para hacerse con la cuenta de la nueva lideresa morada, que parece haber aprendido de Sánchez que sin beberse un camión cisterna de ego no se va a ningún sitio en esto de la política. Aún está por aclarar –el PP ha pedido explicaciones en las Cortes– el papel en este culebrón de los migueles (Barroso y Contreras), que al parecer habían sacado un ‘forfait’ para andar por La Moncloa como Pedro por su casa. Como aquellos albertos del siglo XX, estos migueles de ahora siempre van por colleras, aunque sin gabardina y a Redondo ese ajetreo se le llegó a indigestar. ¿Los migueles? me dice. Como mucho Redondo se queda con los
miguelitos de La Roda.