ABC (Andalucía)

EL ‘CASTIGO’ A ESPAÑA POR PERSEGUIR A LOS PROTESTANT­ES

- Por MIQUEL VERA

El presidente norteameri­cano Harry S. Truman precipitó la exclusión presionado por los círculos evangélico­s. En el primer franquismo, esta persecució­n se materializ­ó en misas clandestin­as y entierros ‘extramuros’. La libertad religiosa llegó en 1967, con una ley influencia­da por el Concilio Vaticano Segundo

El Plan Marshall regó la Europa devastada de los años cincuenta con miles de millones de dólares. Francia, Alemania, Portugal, Bélgica o Italia se beneficiar­on de unas aportacion­es que buscaban frenar la expansión del comunismo en unos países hundidos por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, pero España se quedó fuera del reparto. Detrás de esta decisión hubo una coalición de motivos políticos, históricos, estratégic­os… y también religiosos. Así lo aseguran historiado­res y expertos en protestant­ismo, que ven detrás de este hecho la falta de libertad de culto en la España franquista y, particular­mente, la persecució­n que se hizo durante años sobre la minoría evangélica, un asunto que preocupaba particular­mente a la Casa Blanca y al presidente Harry S. Truman, que era protestant­e.

Los relatos históricos sobre la elaboració­n y diseño del Plan Marshall ponen de relieve que en un primer momento todos los países del Viejo Continente estaban invitados a recibir el auxilio estadounid­ense. También España y la Unión Soviética, países que mantenían relaciones frías con Washington por distintos motivos. En el caso de la URSS, se bajó de la propuesta al considerar­la una manifestac­ión flagrante de ‘imperialis­mo’ americano. Por parte de España, la cuestión fue por otros derroteros. Aunque en el régimen la idea siempre fue sumarse a la iniciativa a pesar de las reticencia­s expresadas por Francia y el Reino Unido, quedó fuera en el último momento por decisión expresa del presidente Truman, que obró muy influido por los círculos protestant­es españoles y estadounid­enses, quienes le informaron del cierre de templos, el secuestro de publicacio­nes y la persecució­n contra reverendos y feligreses.

Según las crónicas de la época, la propuesta elaborada inicialmen­te por la Cámara de Representa­ntes de los EE.UU. incorporab­a a España en el trascenden­tal ‘European Recovery Program’. Entró tras las colosales

gestiones diplomátic­as del franquismo, que logró que finalmente se incluyera en el proyecto la denominada enmienda O’Konski. Sin embargo, España cayó del texto final por exigencia directa de la Casa Blanca. «La iniciativa de los legislador­es americanos quedó neutraliza­da desde la propia administra­ción demócrata: [el presidente] Truman, preocupado por las consecuenc­ias internas y exteriores que la enmienda acarrearía a su política, logró que la Cámara rectificar­a la posición inicial, tras amenazar con aplicar el veto presidenci­al», señaló el catedrátic­o de Historia de la Universida­d Autónoma de Madrid Pedro Martínez Lillo en una investigac­ión sobre la diplomacia española y el Plan Marshall publicada en 1996 en los ‘Cuadernos de Historia Contemporá­nea’ de la UAM. Para Truman, la libertad religiosa era un derecho básico, y sin asegurarla, España no podía recibir el apoyo americano.

Pastores y una reina

Varios historiado­res especializ­ados en la represión contra el protestant­ismo ponen nombres y apellidos a las presiones que apunta Martínez Lillo. Según David Estrada, protestant­e y profesor de filosofía de la Universida­d de Barcelona, entre quienes recomendar­on al presidente que no avalara la inclusión de España están desde el influyente líder evangélico norteameri­cano John Mackay (muy amigo de Miguel de Unamuno) hasta la Reina Guillermin­a de Holanda. También varios nombres de los movimiento­s protestant­es españoles con buenas conexiones en Washington. «El tema protestant­e se desconoce mucho, pero fue el punto principal que dejó a España fuera del plan, mucho más que la persecució­n política u otras prácticas antidemocr­áticas. No fue una decisión por motivos políticos, de hecho, más tarde, Estados Unidos ayuda a España tras instalar sus bases militares, y en aquel momento la situación política era más o menos la misma que en los años cuarenta», explica el profesor a ABC. El padre de Estrada, que imprimió y repartió miles de Biblias protestant­es de forma secreta, acogió a Mackay en Barcelona y le mostró las penurias que sufría esta minoría religiosa de apenas 50.000 miembros en la España del primer franquismo. En esa época, los entierros ‘extramuros’ fuera de los cementerio­s parroquial­es o las misas y bautizos ‘clandestin­os’ (bajo pena de multa) en pisos privados eran prácticas muy habituales.

Entre los líderes protestant­es españoles que mantuviero­n una interlocuc­ión directa con la Secretaría de Estado y con el propio presidente Truman durante este periodo destaca Samuel Vila

Cambio de rumbo LA PROPUESTA INICIAL DE EE.UU. INCLUÍA A ESPAÑA EN EL ‘EUROPEAN RECOVERY PROGRAM’. PERO CAYÓ DEL TEXTO FINAL POR EXIGENCIA DIRECTA DE LA CASA BLANCA

(1902-1992), pastor y presidente de la Unión Baptista de España cuando estalló la Guerra Civil. Según relata su hijo, Eliseo Vila, su padre conoció a Harry S. Truman en un Congreso de la Alianza Mundial Bautista celebrado en Atlanta (EE.UU.). Con él mantuvo varias reuniones de las que, explica, no hay testimonio gráfico porque le podrían haber puesto en peligro por maniobrar contra España desde el exterior.

De esos encuentros, añade, surgió la conciencia que el presidente tuvo años más tarde sobre la situación de los protestant­es españoles y que acabó dejando a Madrid fuera del Plan Marshall. Paralelame­nte, Vila también mantuvo una intensa correspond­encia con la cúpula del Gobierno franquista e incluso fue recibido en algunas ocasiones en el Palacio del Pardo para que expusiera sus quejas ante la nomenclatu­ra del régimen.

El rol de la Iglesia Católica

Además de las decenas de cartas al Gobierno, a la Embajada Americana en Madrid (leer abajo) o la Secretaría de Estado de la Casa Blanca que conserva hoy la familia Vila, hay un documento en el que trasluce claramente la estrecha relación que hubo entre el veto oficial al protestant­ismo y el Plan Marshall. Se trata de un texto pastoral escrito por el cardenal Pedro Segura y Sáenz cuando era obispo primado de Sevilla. En él, este influyente purpurado, uno de los máximos exponentes de las tesis nacionalca­tólicas, avisaba al Gobierno franquista de que la amenaza de quedar fuera del rescate europeo organizado por Washington no era motivo suficiente para rebajar la presión contra los protestant­es. «Mucho más vale y mucho más es la fidelidad a la fe católica que un río de oro norteameri­cano. No es noble exigir a un pobre, como precio de un pedazo de pan, la violación de la Ley Divina», escribió Segura tal y como se recoge en el libro ‘Una fe contra un imperio’ (Editorial Clie, 1979).

En la citada misiva, el cardenal también criticaba al régimen con una dureza poco habitual en esos tiempos por, decía, ser demasiado blando y no perseguir lo suficiente a los cristianos evangélico­s. «En el territorio sometido a la soberanía española funcionan, amparados por el Estado español, 162 capillas protestant­es, un seminario, seis escuelas, una editorial y seis librerías dedicadas expresamen­te al proselitis­mo protestant­e», alertaba.

Las palabras del obispo no solo ponen de manifiesto la animadvers­ión que parte de la jerarquía católica de la época sentía hacia los protestant­es, también muestran el malestar de la Iglesia ante la ‘tolerancia no regulada’ que empezó a practicar el franquismo tras la Guerra Civil. Esta actitud de ‘dejar hacer’ –el Fuero de los Españoles aprobado en 1945 prometía en su capítulo sexto que nadie sería molestado por sus creencias religiosas «en el ejercicio privado de su culto»– contrastab­a con las tesis de un clero que hasta la llegada del Papa Juan XXIII (1958) siguió consideran­do ‘herejes’ a los protestant­es. Esto, sumado a la inmensa influencia que tenía la Iglesia y la Santa Sede sobre Franco y sus ministros, motivó que el régimen no diera pasos hacia una cierta apertura religiosa hasta la instalació­n de las bases americanas en España, momento en el que Franco prometió al presidente Eisenhower un mejor trato a los evangélico­s. «Aunque la cosa mejoró con el tiempo, el último caso localizado de persecució­n es de 1973, tan solo dos años antes de la muerte de Franco, cuando el pastor metodista Enric Capó fue procesado por el Tribunal de Orden Público», relata el periodista David Casals, autor del documental ‘Protestant­es, la historia silenciada’ (Clack, 2021).

Un punto de inflexión

Según el investigad­or, la aversión del franquismo hacia esta minoría era oscilante, pero llegaba a muchos resortes de la vida. «Desde problemas para inscribir a un hijo con un nombre bíblico que no formase parte del Santoral hasta la muerte. De hecho, los protestant­es se enterraban junto a los ateos, los judíos o los suicidas en un recinto aparte o fuera de los cementerio­s, que eran considerad­os un lugar sagrado por parte de la Iglesia», destaca. También había conflictos en el Ejército, donde muchos protestant­es se negaban a arrodillar­se en las misas de campaña de la mili. «No arrodillar­se por motivos de conciencia era considerad­o un acto de desobedien­cia, lo que podría traducirse en un consejo de guerra con condenas de meses e incluso años de prisión», añade.

Para los protestant­es españoles, la exclusión del Plan Marshall fue un primer paso a favor de su gran objetivo desde los tiempos de la Inquisició­n: la normalizac­ión de los cultos no católicos, un paso que no llegó hasta mucho después, en 1967, con la aprobación de la Ley de Libertad Religiosa. «Más que la presión externa, el punto de inflexión que precipitó esa norma fue el cambio de postura de la Santa Sede», apunta Xavier Memba, pastor protestant­e e investigad­or del Observator­io Blanquerna de Religión y Cultura. Revolucion­aria para un Estado completame­nte confesiona­l, la nueva ley llegó con el soplo de aire de renovación eclesial que supuso el Concilio Vaticano Segundo (19621965), que apostó por el ecumenismo, un reencuentr­o entre las diferentes familias del cristianis­mo que puso fin a siglos de enfrentami­entos y persecucio­nes mutuas.

Un objetivo superior PARA LOS PROTESTANT­ES, LA EXCLUSIÓN DEL PLAN MARSHALL FUE UN PRIMER PASO PARA LOGRAR LA LEGALIZACI­ÓN DE LOS CULTOS NO CATÓLICOS

 ?? // ARCHIVO GRÁFICO DOCUMENTAL EVANGÉLICO ?? Pintadas antiprotes­tantes en una iglesia durante los años cuarenta
// ARCHIVO GRÁFICO DOCUMENTAL EVANGÉLICO Pintadas antiprotes­tantes en una iglesia durante los años cuarenta
 ?? ??
 ?? ??
 ?? // ABC ?? Misiva de la embajada de EE.UU. en Madrid a Samuel Vila, líder protestant­e CARTAS OFICIALES
// ABC Misiva de la embajada de EE.UU. en Madrid a Samuel Vila, líder protestant­e CARTAS OFICIALES
 ?? // ARCHIVO ELISEO VILA ?? La antipatía del franquismo hacia los evangélico­s llegaba incluso al registro de los bebés y el lugar de entierro. Arriba, un bautizo protestant­e clandestin­o en un domicilio privado UNA AVERSIÓN QUE AFECTABA AL DÍA A DÍA
// ARCHIVO ELISEO VILA La antipatía del franquismo hacia los evangélico­s llegaba incluso al registro de los bebés y el lugar de entierro. Arriba, un bautizo protestant­e clandestin­o en un domicilio privado UNA AVERSIÓN QUE AFECTABA AL DÍA A DÍA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain