El Gobierno estalla contra Redondo: «Es desleal con el presidente»
∑Las últimas informaciones y análisis del ex jefe de gabinete sorprenden al Ejecutivo por su «torpeza» ∑En La Moncloa rechazan sus versiones por incongruentes y creen que su futuro profesional está «fuera de España»
Pedro Sánchez intentó «partir la legislatura por la mitad» con los profundos cambios en su equipo perpetrados el pasado 10 de julio. Un intento por «soltar lastre» tras tres años en el cargo en los que navegó primero en la interinidad y luego en la travesía de la pandemia. Sin apenas tiempo para gobernar sin verse arrastrado por los acontecimientos. En el golpe de timón saltaron por la borda algunos de los miembros más destacados de la tripulación: Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Iván Redondo. Unos meses antes había saltado por la borda el vicepresidente Iglesias.
Ya en aquellos días se constató un cambio de etapa poco apacible. Pero pocos pensaban que fuesen a arrastrar meses después tantos episodios. Los que más golpean el día a día del nuevo Ejecutivo tienen que ver con la «exagerada» presencia mediática de Pablo Iglesias e Iván Redondo. Sus posicionamientos cuestionando la actual estrategia del Gobierno.
El sentimiento de desinterés en torno a la figura de Redondo, que siempre ha sido más fingido que real, ha tornado en los últimos días en abierta hostilidad hacia su figura. Incluso entre quienes destacaron como colaboradores estrechos del antiguo jefe de gabinete del presidente del Gobierno existe cierta incredulidad por sus últimos movimientos. Ni en La Moncloa ni en Ferraz quieren que estas cuitas distraigan y ocupen el foco de atención mediática. Pero en privado se empieza a responder con cada vez más contundencia a lo que se interpreta como movimientos dirigidos por el «rencor» y que pretenden consolidar una versión sobre su salida voluntaria del Gobierno que está «plagada de incongruencias».
La decena de fuentes consultadas entre Ferraz y distintos miembros del antiguo y el actual Consejo de Ministros empiezan a confluir en un punto: el descrédito de Iván Redondo que llevó a Pedro Sánchez a prescindir de él no fue repentino: «El presidente era perfectamente consciente de lo que hacía Iván», señala un integrante del Consejo de Ministros, en referencia a su propensión a «ponerse medallas que no le correspondían». Algo que identifican como un intento por trabajar «en su marca» en paralelo a su trabajo al servicio del Gobierno.
Una estrategia medida
Otro ministro también apunta a que la pregunta de si Sánchez no se daba cuenta de la estrategia comunicativa de Redondo se la hacía mucha gente. Aunque apenas unos pocos podían verbalizarlo. «Siempre estaba en los éxitos y nunca en los fracasos. Era todo demasiado evidente», señalan por su parte otras fuentes del actual equipo de Gobierno. En referencia a cómo se promocionó su participación en la campaña catalana y a la vez se le situaba al margen de la moción de censura de Murcia y la estrategia en la Comunidad de Madrid. «Y en algunas cosas tiene razón, pero la venta constante de sus actos era cargante y sin precedentes en un puesto que requiere discreción», dice una persona que a día de hoy se mantiene en Moncloa. Que menciona como el famoso encuentro con Joe Biden no fue nunca confirmado oficialmente por el Gobierno y que en las primeras crónicas destacaba el papel clave de Iván Redondo.
Este enfoque guarda relación con la información que ABC publicó en el mes de julio, apenas unos días después del cambio de Gobierno, y en la que ya se apuntaba a que Pedro Sánchez y Óscar López , quien finalmente sustituiría a
Redondo, habían retomado su relación meses atrás para preparar la reestructuración, en una operación vinculada con el Congreso Federal del PSOE. Los tiempos sí se vieron precipitados por la debacle socialista en las elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid.
A día de hoy en el Gobierno se reiteran en su posición: no se le ofreció a Redondo ser ministro y su salida no fue voluntaria. Se insiste en que tanto él como José Luis Ábalos vieron cancelados a toda prisa actos en los que tenían comprometida su presencia ese mismo 10 de julio. No estaba, por tanto, en su agenda la inminente salida del Ejecutivo que Pedro Sánchez les comunicó ese mismo día. En el nuevo equipo que se ha configurado en torno al presidente se mantienen figuras que ya estaban en la anterior etapa: Félix Bolaños, Santos Cerdán, Adriana Lastra. Y se han incorporado otras nuevas: Óscar López, Francesc Valles y Antonio Hernando. Además de las nuevas ministras.
En términos generales la primera intención es la de manifestar indiferencia: «No le prestamos atención y no le damos importancia, dicen. Pero apenas hay que ahondar mucho para encontrar un malestar creciente, un hartazgo profundo. Todo ello presidido por un sentimiento muy transversal: nadie sabe muy bien qué pretende Redondo haciendo lo que hace. Pero pese a ese intento por pasar página respecto a su figura sí molesta que tanto Redondo como Iglesias alimenten la posibilidad de un adelanto electoral. Un discurso que es exactamente el contrario del que quiere transmitir el Gobierno, que es el de la estabilidad y una legislatura que durará cuatro años. Son habituales en sus intervenciones las referencias a un «giro al aparato» por parte de Sánchez. Algo en lo que Redondo acierta. Pero eso es algo que acompaña de consideraciones que apuntan a que el PSOE está en niveles electorales de 2016. Es decir, antes de que él empezase a trabajar para Sánchez. Además de sus loas a las posibilidades electorales de Yolanda Díaz e Isabel Díaz Ayuso.
«Esto no tiene nombre»
En el actual Gobierno se preguntan «¿quién le va a contratar si va diciendo estas cosas?». Estas fuentes apuntan a que «es mentira que se esté bloqueando su trabajo» en el sector privado y que son las empresas las que se dan cuenta de que ya no es un interlocutor con el Gobierno. «Es todo una gran incongruencia, se está pegando un tiro en el pie», dicen en los despachos de Moncloa, donde creen que en su camino actual sus mejores oportunidades profesionales van a estar «fuera de España».
Esta sensación es bastante evidente. Y algunas de las personas que más se distanciaron siempre de él consideran que el actual estado de la cuestión «da la medida de muchas cosas pero sobre todo de una: lo torpe que ha sido y es». Porque el malestar en el Gobierno es muy grande: «Lo que está haciendo Iván no tiene nombre. Es desleal para con quien ha trabajado». En la sede de Ferraz la incredulidad también es muy grande. Dicen asistir a los acontecimientos «entre la incredulidad y la sorna», y que en general «no damos crédito a lo que está haciendo» porque «está siendo muy torpe».
Desde el Consejo de Ministros «El presidente era perfectamente consciente de lo que hacía Iván. Ponerse medallas que no le correspondían»
Vaticinios de Redondo «El PSOE está a niveles de 2016 tras el giro al aparato y el PP gana en 41 provincias»
Hay dirigentes en el partido que, no obstante, creen que hay personas «muy hostiles» con Redondo porque «nunca entendieron» que hubo un momento en que «llegó a ser una persona crucial» para el presidente. Y que con sus errores es alguien importante en un momento en el que el PSOE llegó al Gobierno desde unas posiciones de «extrema debilidad». Un miembro del actual Gobierno sí quiere trasladar su «respeto por lo que Iván ha aportado, que ha sido mucho». Pero sí considera que ahora «se está equivocando» con declaraciones que vinculan el mal momento del PSOE en las encuestas a su salida del entramado del Gobierno. Desde una presidencia autonómica del PSOE se reconoce que sorprendió que se consumase su caída con «extrema frialdad», destaca a Redondo como una persona «inteligente» pero que cometió el error de querer «extender» su influencia sin respetar a otras personas que eran «muy importantes para Pedro». Otra persona apunta a que «en el partido nunca pintó nada». Y se apunta a un momento crítico: cuando se hizo público que Redondo estaba intentando ganar espacio en Ferraz promocionando a Francisco Salazar para ocupar la secretaría de Organización del PSOE. Una figura que acompañó a Sánchez en las primarias y fue considerado uno de sus grandes artífices junto a Adriana Lastra, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Pero que acabó consolidado como el número dos de Iván Redondo y situado como su número dos en La Moncloa.
Recelos desde el principio
Aunque el inicio de las suspicacias en torno a él se remontan a los orígenes de su relación con Sánchez, cuando el hoy presidente decide aceptar su ofrecimiento para participar en su campaña de cara a las primarias de 2017 que lo enfrentaron a Susana Díaz. «Pedro ya había mandado señales de abrir el partido con algunas incorporaciones en sus listas electorales sin importarle la polémica que eso suscitase», rememora un dirigente en referencia a la apuesta en 2015 por Irene Lozano. Aquello sentó muy mal en el partido por las críticas que la exdiputada de UPyD había vertido sobre el PSOE. Entonces se le llegó a reclamar un perdón público que Sánchez nunca consideró necesario. Con Redondo sucedió algo parecido. Su papel como asesor de dirigentes del PP como José Antonio Monago o Xavier García Albiol generó muchas suspicacias- Hoy día, con el relato a favor, algunas personas en Ferraz tratan incluso de despojarlo de su influencia en la decisión que posibilitó la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018. Otros, en cambio, se resignan a no haber sabido vender tan bien su participación: «Él supo vender muy bien que estuvo allí», dicen. Lo cierto es que sí la tuvo. Y que lo había dejado escrito meses atrás.
Antes de la moción de censura Redondo era un cuerpo extraño en el PSOE. Pero era un PSOE en el que una buena parte del aparato seguía de espaldas a Pedro Sánchez. Nadie olvida como en la escuela de gobierno organizada en la primavera de 2018, que fue un fracaso en términos mediáticos, se hizo coincidir en uno de los actos a Redondo con el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara. En el recuerdo la ‘guerra sucia’ contra su líder que en el PSOE de Extremadura le atribuyen a Redondo cuando trabajaba para Monago.
Pero fue su designación como jefe de gabinete nada más llegar Sánchez a La Moncloa lo que provoca un cisma. Porque su nombramiento expulsa del lado de Sánchez a quien había ejercido esa función hasta entones, Juanma Serrano. A quien el presidente llegó a llevar al complejo presidencial en su primera visita tras ganar la moción de censura. Con él llegó a la secretaría de Estado de Comunicación Miguel Ángel Oliver, sin vinculación alguna con el PSOE. Y las dos orillas terminaron convirtiéndose en un océano. Y esto guarda relación con el rol clave que tenía Redondo como muñidor de la información gubernamental: «Antes la información no estaba aquí sino en la jefatura de gabinete», plantean en el actual área de comunicación del Gobierno.
En varias federaciones del PSOE consultadas el sentimiento también es de mucha sorpresa: «Aquí todo eso pilla muy lejos, pero Pedro no irá a elecciones hasta 2023, diga lo que diga Redondo», señalan en una de las federaciones clave del PSOE. En otra en la que el PSOE también gobierna tildan las últimas apariciones e informaciones sobre Redondo de «lamentables» y que «sus problemas de ego están siendo evidentes tras una traumática salida». El sentir general en el partido es el de un horizonte electoral muy incierto en el que los gobiernos están en juego. Y que son muchos los riesgos a los que se enfrenta el partido. Pero la sensación que trasladan es que los cambios del mes de julio al menos han servido para calmar los ánimos y mejorar la relación de La Moncloa con Ferraz y del entorno de poder de Sánchez con el conjunto del partido: «Los modelos clásicos no fallan, todo es mucho mejor que antes», expresan desde una federación presidida por el PSOE. Sánchez ha consumado un giro orgánico para preparar al partido para un duro ciclo electoral. Pero las sombras del pasado acechan. Al final, la partida se resume en un clásico de los equilibrios de poder: ¿Quién susurra al presidente?