ABC (Andalucía)

«Bajo lluvia de plomo»; así vivió un periodista de ABC la lucha contra ETA

«Hay serios indicios de que prepara una acción contra algún periodista de ABC. Tienes todos los boletos»

- PABLO MUÑOZ

«7 de enero de 1996. Es media mañana. Último mi equipaje para regresar a Irún. Personalme­nte, no han sido unas navidades de mucha paz, que se diga. Lo siento por mi familia porque, aunque no he contado nada referente a las llamadas con amenazas e insultos, creo que presienten algo.

Me llama al móvil Agustín, un agente del Cesid (antecedent­e del CNI) al que conozco desde hace tiempo. —Estoy aquí, en tu portal. Ábreme la puerta, que subo con un compañero.

¿Vendrán a darme alguna buena noticia? No creo, vaya racha. Ya están en casa.

—Javier, tenemos orden de llevarte de inmediato al aeropuerto de Sondica. Te acompañare­mos hasta que subas al avión. Tu periódico ya lo sabe y en

Madrid te esperan.

—Pero ¿qué ocurre?

—Te lo explicamos en el camino. Coge lo imprescind­ible y en marcha.

Bueno, como tengo preparado el equipaje que me iba a llevar a Irún, pues nada, listo.

—Se ha intercepta­do una comunicaci­ón interna de ETA y hay serios indicios de que se prepara alguna acción contra algún periodista de ABC. Tienes casi todos los boletos, así que hasta que no se aclaren las cosas, a Madrid.

No sé por qué me tomo la advertenci­a con mucha serenidad. Yo creo que este momento, sin ser muy consciente de ello, lo esperaba desde hace años».

Así salió de San Sebastián Javier Pagola (Hernani, se omite el año de nacimiento porque es algo de lo que no le gusta hablar), sin duda uno de los periodista­s con mejor informació­n sobre el terrorismo etarra, que se jugó literalmen­te la vida para contar la realidad de aquella salvajada que hoy algunos se empeñan en blanquear.

Cuenta la escena en su libro ‘Bajo lluvia de plomo’ (Editorial Adarve). Pero lo hace en la página 374, como una vivencia más, sin darse mayor importanci­a, sin presumir de valentía, casi de forma aséptica. Ya antes, en la 133, relata cómo el 21 de septiembre de 1983 le habían colocado una bomba de 500 gramos de dinamita prensada en su coche, un Seat 850. Pero ni siquiera eso consiguió apartarle de lo que él considerab­a su deber y permaneció en el País Vasco, en primera línea, como correspons­al de ABC en San Sebastián primero, y luego como especialis­ta en informació­n de terrorismo de este periódico, hasta su temprana jubilación (en profesiona­les de su categoría la jubilación siempre llega demasiado pronto).

Le obligaron desde aquel 1981 a firmar con pseudónimo, Carlos Olave: él se reía, porque no renunció a ir a las ruedas de prensa, incluidas las de los proetarras, y a cubrir cada atentados, siempre presentánd­ose con su nombre verdadero.

Javier Pagola escribe ‘Bajo lluvia de plomo’ a partir de las notas que tomó entonces, que incluían reflexione­s personales. Vivió todos esos años en el País Vasco; vio caer a amigos como Gregorio Ordoñez, o el inspector jefe de la Policía Enrique Nieto; estuvo con las familias destrozada­s por la muerte de un ser querido solo minutos después del crimen; soportó amenazas, la nauseabund­a actitud de la Iglesia con el obispo José María Setién al frente y el desprecio de políticos nacionalis­tas, especialis­tas en eso de mirar hacia otro lado.

Para el mundo proetarra y el nacionalis­mo cómplice Pagola ha sido siempre mucho más que una china en el zapato; era el hombre que los ponía delante del espejo, porque los conocía demasiado bien.

De Juana

Una anécdota para ilustrarlo: «Noviembre de 1981. Paseo por la calle Idiáquez en dirección a la sede de UCD y me cruzo con un amigo al que no veo hace tiempo.

—Hombre, Iñaki, ¿qué es de tu vida? Me alegro de verte.

—Nada, haciendo cosas, de aquí para allá. A ver si encuentro curro, pero la cosa está jodida. ¿Y tú?

—Voy ahí cerca, a la sede de UCD. Mientras encuentro un trabajo más o menos fijo les llevo asuntos de prensa. —Pues tú y todos los de derechas ya podéis andaros con cuidado. Aquí no hay sitio para tanto facha. Así que ¡ojo! –me advierte de malas formas, desafiante. Y se va sin despedirse.

Vaya, no me esperaba esta reacción de mi amigo Ignacio de Juana Chaos. ¿Me reprocha a mí ser de derechas? No me lo creo. Pero si él es simpatizan­te de Fuerza Nueva. Al menos lo era hasta hace poco. Y lo recuerdo como muy devoto de su padre, falangista que combatió en el ejército de Franco durante la Guerra Civil. Además, fardaba de que en su familia hay varios militares... Vaya con Iñaki, qué modo de cambiar de camisa, bueno, ha cambiado hasta de piel. Pero si ha estado varias veces en una villa que mi familia tiene en el Monte Igueldo. Qué frágil es la memoria para algunos»...

Leer ‘Bajo lluvia de plomo’ es adentrarse en esa época oscura en la que ETA sembraba las calles de sangre y odio. También es la crónica del heroísmo de las Fuerzas de Seguridad, de los servicios de Inteligenc­ia contada por un testigo de excepción. Pero Javier Pagola, compañero extraordin­ario y amigo, huye también del odio a pesar del daño que le han hecho. Y le pide a su mar Cantábrico «que se lleve las penas y rencores para mitigar el dolor que dejan las ausencias, pero que jamás se lleve el recuerdo de los ausentes. Le pido que las olas arrastren mar adentro tentacione­s de venganza si las hubiera, que hasta ahora nunca las hubo. Pero que dejen para siempre las ansias de justicia (...) Y que dejen, por los siglos de los siglos, anhelos de libertad». Que así sea.

El libro relata el heroísmo de Fuerzas de Seguridad, servicios de Inteligenc­ia y algunos políticos, y la miseria moral de otros

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// EFE La Ertzaintza custodia el restaurant­e donde fue asesinado Gregorio Ordóñez, el 23 de enero de 1995
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Editorial: Adarve Páginas: 546
Precio: 19.90 euros; 4.99 (ed. electrónic­a) ‘BAJO LLUVIA DE PLOMO’
Autor: Francisco Javier Pagola Editorial: Adarve Páginas: 546 Precio: 19.90 euros; 4.99 (ed. electrónic­a) ‘BAJO LLUVIA DE PLOMO’

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