Alarma en EE.UU. ante el aumento de tiroteos en colegios
Los expertos señalan los traumas por el aislamiento en la pandemia entre las causas de que los ataques superen ya la treintena en lo que va de 2021
Ethan Crumbley, de 15 años, entró el pasado día 30 con una mochila en un baño de su instituto en Oxford, en el estado de Míchigan. Al poco salió con una pistola Sig Sauer de 9 milímetros que le habían comprado sus padres. La emprendió a tiros con todo aquel que le salía al paso. Resultado: cuatro de sus compañeros muertos y otros seis estudiantes y un profesor heridos. Él y los padres permanecen detenidos.
Es el tiroteo más letal en un centro escolar de EE.UU. en lo que va de año. Sin embargo, este tipo de ataques se han hecho habituales. Como si fueran simulacros contra incendios, alumnos y profesores han tenido que acostumbrarse a ensayar cómo reaccionar ante un ataque con armas de fuego, algo cada vez más frecuente. De hecho, desde el incidente de Míchigan han habido otros dos, con lo que, a falta de pocas semanas para que acabe el año, en 2021 suman ya más de 30. Casi tres al mes.
El fin de las restricciones por el Covid ha supuesto no solo volver a las cifras anteriores a la pandemia, sino que se observa un apreciable aumento que dispara las alarmas en la comunidad escolar, superando el número de tiroteos de 2018 y 2019, ambos con 24. En 2020 la cifra descendió hasta 10 y en 2021 van 31, según el recuento que realiza desde hace tres años la publicación ‘Education Week’, considerando episodios con muertos y/o heridos y que sucedan tanto dentro como fuera del horario lectivo, incluyendo así, por ejemplo, los acaecidos durante eventos deportivos en recintos escolares.
Desde luego el fenómeno no es nuevo. Una estadística con un criterio más restrictivo, elaborada por ‘The Washington Post’ recogía 186 tiroteos en centros escolares entre 1999 y 2017. Los más letales hasta ahora son los de Sandy Hook (Connecticut) en 2012, con 28 muertos (incluidos el agresor y su madre); Parkland (Florida) en 2018, con 17 víctimas mortales, y Columbine (Colorado) en 1999, donde perecieron 15 personas (incluyendo los dos atacantes).
Según indica a ABC Stephen Sawchuk, uno de los especialistas de ‘Education Week’, las causas del actual repunte en el número de casos «no están del todo claras, aunque los criminólogos creen que existe una vinculación con el incremento en las tasas de homicidios en EE.UU. durante la pandemia». Además, señala, «los psicólogos apuntan elevados niveles de estrés, traumas y pacientes de salud mental entre estudiantes que han sido aislados durante la pandemia de Covid-19». En este sentido, esta publicación recoge la opinión del profesor de derecho penal James A. Densley, quien relaciona la situación en las escuelas con la violencia en general que vive EE.UU. en los últimos tiempos: «Es una combinación de la pandemia, una falta de confianza en nuestras instituciones, en especial las fuerzas de seguridad; la presencia de armas; los tiempos tóxicos, divisivos, conflictivos en que vivimos», sostiene.
Stephen Sawchuz explica que dos normas federales regulan las armas en las escuelas de EE.UU. La primera, de 1990, establece «zonas libres de armas» en torno a las escuelas, aunque no se aplican a individuos con licencias para portar armas, mientras que la segunda, de 1994, insta a los estados a aplicar leyes que expulsen un año a cualquier alumno que lleve un arma, algo que cumplen casi todos los estados.
Para personal y profesores, continúa, «las leyes estatales son más variadas, permitiendo a algunos tener armas de fuego por diversos propósitos». «La mayoría de los agentes de policía de las escuelas van armados, y algunos
estados también hacen excepciones con cursos de caza o armas con fines ceremoniales o militares», agrega. En todo caso, recalca, «es ilegal que un alumno lleve un arma de fuego a la escuela».
«Se pudo haber evitado»
Entonces, ¿cómo evitar esta sangría? «Quizá la herramienta más efectiva sea un equipo de evaluación de amenazas conductuales para identificar a los estudiantes que muestran comportamientos preocupantes y conectarlos con los servicios disponibles en la escuela o la comunidad antes de que recurran a la violencia», sugiere Tony Montalto, presidente de Stand with Parkland (Juntos con Parkland), organización nacida tras la masacre de 2018 en el instituto de esa localidad de Florida.
«La clave es la intervención temprana por parte de un equipo multidisciplinario de funcionarios escolares, agentes del orden y profesiones de salud mental», asegura Montalto. A su juicio, «si el instituto de Oxford hubiera convocado a un equipo así, tal vez esta tragedia podría haberse evitado».