Una inflación cada día más estructural y una economía cada vez más rota
El Gobierno gestiona la inflación como un ‘Expediente X’, negando toda evidencia y repitiendo que es coyuntural. Las grandes empresas empiezan a trasladar a los salarios la efervescente subida del coste de la vida y dejan en evidencia a un Ejecutivo donde afloran los truhanes con una mano en lo público y un pie en lo privado. Es lo que tiene la coalición SáncheZP
JUAN ROIG ha dejado al Gobierno Frankenstein, liderado por el simpar Pedro Sánchez, en evidencia. Su conclusión: la inflación ha llegado para quedarse. El precio de los carburantes, los suministros y la cesta de la compra se han disparado. Solo hay que estar vivo para comprobarlo. Su Mercadona ha dado un paso al frente –y se ha quedado solo, eso sí–, y prepara una subida salarial del 5% para cubrir una inflación descontrolada y estructural.
El jefe del gigante de la alimentación no acostumbra a pisar moquetas monclovitas y no comulga con ruedas de molino, esas que hoy se hartan de pontificar por ahí de que la subida de precios es coyuntural. El Ministerio de Economía teme un efecto cascada en la gran empresa y a los sindicatos se les ve el plumero con un silencio cómplice en detrimento de los trabajadores. Lo peor, que hay quien se queda en que si se traslada a salarios es estructural. Y ¿si no? Pues te mueres de hambre y frío. Eso sí que es estructural y definitivo. A más de uno, y de dos, entre ellos yo misma, el Gobierno está gestionando la inflación como un ‘Expediente X’, negando toda evidencia y repitiendo que es coyuntural.
Y es que la nave de Sánchez y su Gabinete ‘patchwork’ está fondeada mediante un solo ancla: los subsidios de Europa. Van quemando la legislatura como los hermanos Marx quemaban los vagones para alimentar la locomotora. «Más madera» es el único grito que se escucha en La Moncloa para tapar las advertencias de los técnicos del Estado que alertan del peligro de mirar la economía con las gafas de cerca y no atender el medio plazo, con un déficit público desbocado y un Banco Central Europeo que empieza a dar los primeros síntomas de agotamiento en su compra compulsiva de deuda. Y entonces... ¿qué?, se preguntan muchos. «Después de mí, la tempestad», dirá Pedro el Grande, a la sazón presidente del Gobierno de coalición, mientras toca la lira con sus «brujos visitadores» limpiando la billetera de un país varado y dependiente...
Y en esas que esta semana ha sido intensa en noticias. Además de la inflación, que de temporal tiene lo que fue Filomena, hemos conocido la intensa agenda de los ‘Migueles’, Barroso (primer secretario de Estado de Comunicación con José Luis Rodríguez Zapatero, hoy consejero en el grupo Prisa)y Contreras ( José Miguel, productor televisivo y el otro puntal mediático del zapaterismo). Ya ven, ha tenido que salir Iván Redondo para que afloraran los tejemanejes de la pareja telerín, que solo busca repetir el pelotazo de La Sexta y aumentar así sus posibles. Si antes fue a costa de Televisa y ahora es a cuenta de Vivendi poco importa. ¡A pillar, a pillar, que el mundo se va a acabar! Las cosas están mejorando, por los menos en sus casas. Si usted no puede pagar la luz o no puede coger el coche porque la gasolina está a precio de perfume francés poco importa. Hemos salido más fuertes de la pandemia. ¿Se acuerdan? Y llevaban razón. Han salido más fuertes. ¡Dónde va a parar! Lástima que solo sean unos pocos que, vamos a dejarlo en ‘listillos’, aprovechando un consejo de administración o un supuesto Instituto de Ciudadanía Digital le guindan la billetera al sistema democrático. Porque, digo yo, ¿tendrá algo que decir la comisión de gobierno corporativo de Prisa de que uno de sus consejeros esté con un pie en lo público y otro en lo privado? Una comisión que desde hace tiempo preside Béatrice de Clermont-Tonnerre. ¿Y la de auditoría, riesgos y cumplimiento? Lo mismo podría, pero... ¡ah, claro! que esta comisión la preside desde hace unas semanas Teresa Quirós, me chivan buena amiga del mismo consejero en cuestión. Son las ventajas del ‘Gobierno decorativo’.
Está claro además que en el Ejecutivo están mucho más ocupados ya en celebrar el, de momento, batacazo que Ignacio Galán se ha llevado en Estados Unidos –que además culpa directamente al juez del caso Villarejo de dejar a una de las empresas líderes españolas, la suya claro, a los pies de los caballos– pues termina de debilitar un tapiz empresarial con la cúpula de algún gran banco en tenguerengue, el sector turístico tocado hasta la médula, y el gigante Inditex haciéndose un Casado-Ayuso entre Isla y Ortega y con los titulares sobre la multimillonaria indemnización del todavía presidente, que superaría los 80 millones de euros. Ya tienen bastante combustible los socios podemitas de Sánchez para recordar lo «inmoral» de semejante millonada en un país en crisis. Sobre todo, si no se la llevan ellos. Definitivamente, nos están rompiendo la economía. Todo sea que al final sea España. Es lo que tiene la coalición SáncheZP.
Ustedes verán.