El nuevo paraíso de los libros está en la Costa Brava
La localidad ampurdanesa de Calonge, de apenas 10.000 habitantes, inaugura siete librerías de una tacada y se convierte en la primera Villa del Libro permanente de Cataluña y en la segunda de España, después de Ureña
Meritxell Ral
Encargada de Ral Llibres «Podemos llenar de cultura unos locales que habíamos abandonado»
Siete eran las maravillas del mundo antiguo, siete los samuráis de Kurosawa, y siete son también las librerías que, como por arte de ensalmo, acaban de emerger en el diminuto y recoleto centro histórico de Calonge, población gerundense de poco más de 10.000 habitantes. ¿La antigua tetería Sa Pubilla? Una librería. ¿Una carpintería cerrada desde hace años? Otra librería. ¿El local que ocupaba la antigua farmacia? Bingo: también una librería. «Son siete librerías, sí, pero también siete propuestas de futuro, siete pasos adelante para reinventarnos y vivir plenamente en el siglo XXI», explica Norbert Botella, concejal de Cultura de la que desde ya es la primera Villa del Libro permanente de Cataluña. Una localidad medieval con un castillo del siglo VIII, una iglesia parroquial del XVIII y, desde este fin de semana, casi más libros que personas. No llega a los extremos de Ureña, primera ciudad de libros estable de España en la que el balance es de 189 habitantes y 12 librerías, pero poco le falta. «Este pueblo quiere hacer de la cultura su razón de ser», subraya Botella minutos antes de que las siete librerías, siete más de las que había anteayer en el pueblo, abran oficialmente sus puertas.
«Cada librería es un estructura de estado, una universidad abierta y libre, una posibilidad de descubrir el mundo», insiste el responsable municipal de Cultura de un pueblo que hasta no hace mucho era conocido por la playa de Sant Antoni y por haber dado cobijo a Truman Capote mientras escribía ‘A sangre fría’. Ahora, entre estantes relucientes, techos abovedados y mostradores repletos de novedades, Calonge espera renacer como paraíso de la lectura. Las calles, bautizadas en honor a Guimerà, Verdaguer o Cervantes, ya estaban ahí. Solo faltaba llenarlas de librerías. Y, claro, también de libros.
Para conseguirlo, el Ayuntamiento de la localidad ampurdanesa lanzó el pasado mes de mayo un ambicioso proyecto que, bajo el nombre de ‘Calonge, poble de llibres’, buscaba a siete libreros para revitalizar el centro histórico. A cambio, el consistorio ofrecía incentivos como 10.000 euros a fondo perdido para muebles y equipamiento, subvenciones de hasta 60.000 euros para rehabilitar locales, ayudas de 6.000 euros para contratar personal, y una bonificación de hasta el 90% de la tasa de licencia de actividades. ¿Resultado? Más de 200 proyectos presentados y reacciones tan apasionadas e impulsivas como la de Belén Vieyra, escritora a la que le han faltado piernas para ponerse al frente de la generalista Libelista Calonge. «Cuando nació este proyecto tan idílico me pareció entre un sueño y un tren que solo pasa una vez en la vida, así que lo dejé todo: mi trabajo en Madrid, la familia, la pareja, mi casa y me vine aquí», explica poco después de que la caja registradora de su recién nacida librería se anote la primera venta.
A la manera de Hay-On-Wye
Algo parecido le ocurrió a Sergi Martínez, quien se ha mudado desde Cubelles (Barcelona) para cumplir su sueño de tener una librería especializada en cómics. En las estanterías, ejemplares de ‘Sin City’, ‘Corto Maltés’ y del universo Marvel comparten protagonismo con versiones ilustradas de ‘Dune’ o ‘Harry Potter’. Y en el almacén, destaca Martínez, el apoyo logístico de Norma Editorial para poder manejar un fondo que de momento suma un millar de ejemplares. «Es un acto de pura militancia, de amor por la cultura», explica mientras un par de operarios rematan el interior de Calonge Còmics, establecimiento que cierra, a un tiro de piedra del castillo, un itinerario libresco que arranca en la calle de la Rutlla con La Viatgeria, Cocollona y Llibreria Orient, especializadas en viajes, esoterismo y pensamiento oriental, respectivamente. Con todo, para escoger los siete proyectos finalistas el Ayuntamiento, con la ayuda del Gremio de Libreros de Cataluña, no solo ha tenido en cuenta las ganas; también la originalidad del negocio, la capacidad para dinamizar el pueblo y la viabilidad económica.
El modelo a seguir, sobra decirlo, es Hay-On-Wye, coqueto pueblo galés que en los años 60 inventó el modelo de villa atiborrada de librerías, pero también Wigtown, localidad escocesa que descubrió en el libro la manera de taponar la sangría económica y laboral que quedó tras el cierre de la destilería y la fábrica de lácteos de la zona. «Nosotros tenemos un centro muy visual y pintoresco, pero con un gran problema: las tiendas estaban vacías», explica Botella. El centro, en efecto, era un desierto: un bar por aquí, un
restaurante por allá, el Cercle Calongí en la plaza Mayor y poco más. Para encontrar una librería había que desplazarse a Sant Antoni, donde un quiosco se encargaba de cubrir las necesidades básicas, o viajar hasta la capital más cercana. «La gente se tenía que ir a Gerona si quería comprar libros para niños», destaca Eva Samoral, responsable de la encantadora Llibooks, consagrada a la literatura infantil y juvenil y con una ‘puerta secreta’ que hará las delicias de los más pequeños.
La idea, sin embargo, no es tanto cubrir huecos en el mercado local, que también, como convertirse en uno de los grandes faros culturales de la Costa Brava. Ahí está el emblema de la iniciativa, un libro abierto ondeando en lo alto de un mástil, resumiendo a la perfección el intento de Calonge por desmarcarse del monocultivo turístico de la zona y de una uniformidad cada vez más asfixiante. «El fenómeno de las ‘booktown’ pasa por desestacionalizar el turismo e ir a buscar a ese 15% de turistas que se mueve y quiere conocer cosas diferentes. ¿Nuestro cálculo? Si en verano tenemos cerca de un millón de personas a media hora en coche y el 15% tiene motivaciones culturales, 150.000 personas han de pasar por aquí», ilustra Botella. En Wigtown, añade, «son capaces de generar 5 millones de libras anuales gracias al libro». Porque de nada sirve engalanar locales, rehabilitar tiendas en desuso e inundar el pueblo de novelas, ensayos, libros de poesía y cómics si nadie se interesa en comprarlos.
Cultura de la recuperación
Norbert Botella
Concejal de Cultura de Calonge «Tenemos un centro muy visual y pintoresco pero con las tiendas vacías»
«También se trata de volver a una filosofía más ‘slow’ y llenar de cultura estos locales que, por desgracia, habíamos abandonado entre todos», apunta Meritxell Ral, librera con veinte años de experiencia que, tras pasar por algunos de los establecimientos más emblemáticos de Barcelona, ha decidido lanzarse a la aventura en solitario con Rals Llibres. En el menú, narrativa, libro ilustrado y ‘delicatessen’ como las muy tentadoras ‘Letras’ de Paul McCartney. «Montar una librería en una ciudad es muy difícil; cuesta mucho dinero y tampoco te asegura nada. Bueno, aquí tampoco te asegura nada, pero por lo menos vives en un sitio bonito y conoces a gente que tiene las mismas inquietudes que tú», relativiza Ral.
Se trata, matiza Botella, de que las librerías no sólo no se hagan la competencia, sino que sumen esfuerzos en actividades culturales y festivales literarios y, al mismo tiempo, estrechen lazos con la restauración y las industrias vinícolas. Cualquier cosa con tal de ganarse a pulso un puesto en la selecta red de 53 ‘booktowns’ desperdigadas por el mundo. Así que, como celebró el viernes el siempre entusiasta editor Jorge Herralde en su carta de bienvenida a las siete librerías, «larga vida a Hay-On-Wye y a sus valientes nietos de Calonge».