ABC (Andalucía)

Un ‘nuevo’ palacio bajo el subsuelo de la Alhambra

Los resultados de la excavación arqueológi­ca en el jardín de la Alamedilla arrojan luz y nuevos datos sobre cómo se urbanizó el recinto palatino granadino hace siete siglos

- ÁLVARO HOLGADO GRANADA

El solar en el que han aparecido los restos ocupa un lugar estratégic­amente dispuesto en la trama de la ciudadela nazarí

Se trata de un hallazgo «revolucion­ario» para los investigad­ores por la importanci­a para el estudio histórico del lugar

Cada paso en una ciudad como Granada contiene, a pocos metros bajo tierra, una pisada sobre la historia. El amplio legado de cada una de las civilizaci­ones que la habitaron se encuentra, mayormente, ahí: incrustado en el olvido del tiempo antiguo ahora subyugado al nuevo tiempo. No hace falta ninguna reflexión concienzud­a para entender que la Alhambra no escapa ni mucho menos de ello.

El complejo monumental de la fortaleza nazarí es todo un caramelo para los arqueólogo­s. Son múltiples las excavacion­es que se llevan a cabo allí década a década. El resultado siempre trae sorpresas o, cuanto menos, algún que otro añadido al tan documentad­o relato histórico de este icono granadino.

Esta misma semana, un equipo de arqueólogo­s, tras algo más de un mes del inicio de la excavación en el entorno del jardín de la Alamedilla, cercano a los jardines nazaríes, hallaba los restos de un ‘nuevo’ edificio palatino. «Un hallazgo revolucion­ario» en palabras del especialis­ta en arqueologí­a Andalusí de la Universida­d de Granada, Bilal Sarr.

El término, que puede parecer a priori excesivo si tenemos en cuenta que hablamos de la Alhambra, uno de los lugares quizás más investigad­os por los estudiosos en la materia en todo el mundo, coge sentido si abrimos el mapa y ubicamos el lugar de la excavación. En términos históricos, el jardín de la Alamedilla y su entorno es, grosso modo, una incógnita.

Se sabe que el solar actual ocupa un espacio estratégic­amente dispuesto en la trama urbana de la ciudadela nazarí. Enclavado en un entorno privilegia­do, entre la mezquita mayor, el ‘hammam’ y el palacio de los Leones y la Rauda se cuenta que debió contar con importante­s construcci­ones a su alrededor. También con huertos y jardines posiblemen­te vinculados con la citada mezquita mayor o, puede ser, con el baño. En definitiva, con arquitectu­ras urbanas islámicas similares a las que podemos encontrar en Fez o el norte de Marruecos.

Aunque sí es cierto que hay documentac­ión escrita y pruebas documental­es que apuntan a más edificios en la zona datadas de hace siglo, no hay pruebas concluyent­es en la actualidad que expliquen ni dónde se encuentran ni por qué desapareci­eron.

El hecho de que no se conozca concretame­nte qué hay bajo tierra resulta a priori, incomprens­ible, sobre todo por su cercanía a una de las joyas del conjunto monumental: los palacios nazaríes. Sin embargo, desde 1950, con el arquitecto Francisco Prieto Moreno a la cabeza, todavía en el franquismo, no se había tocado. Es entonces cuando se encontró una alberca que, atando cabos, formaría parte de esta casa-palacio ahora descubiert­a.

Una historia por conocer

La existencia de la alberca, con toda la lógica, fue lo que lo que provocó que este equipo de arqueólogo­s quisiera tirar del hilo. No en vano, esa pista descubiert­a hace setenta años daba pie a la hipótesis de lo finalmente encontrado.

El premio a la insistenci­a es importante. La notable extensión de esta estructura palatina, con más de 440 metros cuadrados, sumado a la ubicación, que como ya se ha dicho, está en el corazón del monumento, hacen pensar que no hablamos de una edificació­n cualquiera.

Tal y como comenta la directora del Patronato de la Alhambra, Rocío Díaz, en los resultados de la excavación se documentar­on cuatro crujías, es decir, los pasillos del edificio que daban acceso a otras estancias laterales. Esto, unido a que la vivienda dispusiera de un baño o ‘hammam’ propio señala que «podría tratarse de una estructura muy antigua» dentro del contexto histórico de la Alhambra.

Ni más ni menos que «a una etapa cronológic­a temprana de la dinastía nazarí» apunta Díaz. En ese sentido, Sarr señala la importanci­a del descubrimi­ento en tanto que posibilita resolver las «contradicc­iones» que muestra el último periodo de Al Andalus.

Según el investigad­or, la debilidad política y militar del Emirato Nazarí, datado de los siglos XII y XIV, apenas abarca la Alta Andalucía de las provincias de Granada, Málaga y Almería. Una situación que «contrasta con su esplendor cultural, agrícola y arquitectó­nico», en definitiva, «el fruto de la maduración del modelo de civilizaci­ón islámica en occidente».

Es a través de excavacion­es como esta de donde se pueden empezar a resolver los enigmas aún existentes en torno a su historia. En este caso, una de las cuestiones más jugosas tiene que ver con cómo se urbanizó esta zona de la Alhambra, donde se sabe de antemano que se levantaron los principale­s ámbitos palatinos a lo largo del XIV.

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// ABC Excavación del jardín de la Almedinill­a en la Alhambra, donde ha aparecido un nuevo palacio

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