«Ni la CUP se cree que lo volverán a hacer»
—Usted propició la reforma del Estatut para gobernar con Maragall en el primer tripartito.
—De vez en cuando una parte de los catalanes se exaspera con el centralismo y el españolismo. Y entonces se desencadenan procesos como la reforma del Estatut o el 1 de octubre.
—El Estatut quedó en nada.
—Los que recortan el Estatut pactado en el Parlament, a cambio de que el PSOE prohiba al PSC reeditar el tripartito, son Artur Mas y Duran i Lleida. Lo de la Comisión Constitucional vino después y fue meramente simbólico.
—El gran cinismo.
—El seguimiento autocrítico de la base convergente ante la bajada de pantalones de sus líderes. Iban de ser los más independentistas para humillar a ERC y destrozan el Estatut con Zapatero, para luego volverse a hacer los salvadores de Cataluña.
—Fue un escándalo.
—Las manifestaciones contra el Constitucional por los recortes del Estatut tendrían que haber sido contra Mas y Duran, que son los que se lo cargaron y por intereses personales.
—El 1-O también quedó en nada.
—Para ganar la mayoría absoluta, Mas anticipa las elecciones en 2012 prometiendo la ruptura.
—¿No vio que iban al desastre?
—Los independentistas más viejos veíamos que íbamos a una situación muy compleja, pero cuando los tuyos generan una estampida es muy difícil ponerte delante y frenarla.
—El 1-O fue otra catástrofe.
—Salió mal.
—Pero dicen: lo volveremos a hacer.
—Los que más llaman a la bronca permanente son los que más viven del autonomismo.
—¿Por qué fracasó el 1 de octubre?
—Porque se convirtió en un fin en sí mismo y luego no había estrategia.
—Queda la CUP.
—Ni la CUP se cree que lo volverán a hacer. Lo dice por consumo interno, para dar contentillo a las bases.
—A ERC la acusan de traidora.
—El conflicto está abierto pero hay que vivir cada día. No es traición, ERC está haciendo un acto de realismo.
—¿Y Junts?
—Lo mismo. Hacen ver que se exaltan, pero es comedia. Yo me jugué dos cenas a que habría gobierno, porque sabía la cantidad de cargos intermedios que los convergentes tenían que colocar en los departamentos de Política Territorial y Obra Pública.
—Usted representa un antes y un después en ERC. Primero, porque cuando se marcha, no entra en bronca con su sucesor.
—Yo no sólo me aparto sino que arrastro a los míos. Me llevo a mi equipo para no dejarle a Junqueras una herencia envenenada.
—No había pasado nunca en ERC.
—Ni Junqueras se lo creía. Me llevé mi aparato entero, y me costó amistades. Dejé la casa limpia y ordenada.
—No hicieron lo mismo con usted Carod-Rovira ni anteriormente Àngel Colom y Pilar Rahola.
—Si te vas sabiendo que tu gestión es limpia y transparente es más fácil no montar espectáculos innecesarios.
—Y no sólo se fue sin molestar sino que además se fue a la empresa privada, sin puertas giratorias.
—Después de 25 años en la política necesitaba demostrarme que podía vivir en el sector privado.
—¿ERC ahora es como CiU?
—No es que ERC sea como CIU, es que es un partido serio. Se vende una imagen distorsionada del partido, pero somos moderados y confiables.
—Con unos socios complicados.
—Hasta que Junts no se aclare será muy difícil trabajar con ellos.
—La confrontación permanente.
—¿Qué habría cambiado si Laura Borràs hubiera sido presidenta? ¿Otro referéndum? ¿La gente en la calle? No se lo creen ni ellos. Cuando Aragonès les pone en su sitio, se callan.
—¿Cómo se podría empezar a cerrar el conflicto?
—Aceptando la lengua y cultura catalanas. La izquierda lo intenta pero a la derecha le cuesta. Casado habla más de Cataluña que de Economía.
—¿Qué ha hecho mal el independentismo?
—Su tic antiempresarial tan terrible. No entendemos el papel de los empresarios en la creación de riqueza. Esta actitud también explica por qué nos cuesta tener grandes empresas. Y además, en esto Podemos es todavía peor.
—Zapatero, Sánchez.
—Zapatero era, de tan cándido, hasta frívolo. Sánchez es rubalcabismo puro. Sistema, Estado, maniobrero, educado pero con su jugarretas por debajo. Piensa que es Rubalcaba quien frena a Zapatero con Cataluña.