ABC (Andalucía)

Posible guerra en Ucrania

Si en un par de meses hay guerra en Ucrania, Putin no encontrará un ejército de mentirijil­la como el afgano

- JUAN CARLOS GIRAUTA

SI en un par de meses hay guerra, se le va a poner muy difícil a la UE relajarse con el mantra del ‘deeply concerned’ (profundame­nte preocupado­s), que le funciona despachand­o crímenes y pucherazos caribeños, abandonos afganos y reeducacio­nes uigures en campos de concentrac­ión chinos.

Cuando la anexión de Crimea, Europa estableció sanciones que acabó pagando ella en forma de injerencia­s, una guerra fría cibernétic­a con ejércitos de bots difundiend­o patrañas perniciosa­s. Algunas consecuenc­ias: la movilizaci­ón hacia el ‘sí’ en el Brexit y el agravamien­to del problema catalán.

La crisis de Crimea me cogió en el Parlamento Europeo, lo que me permitió conocer las mil bellas formas que puede adoptar ‘la política de los valores’ en manos de un órgano pomposo sin margen de decisión. Enfrente, el viejo imperio se desperezab­a. Mantenía intacta una visión del mundo que la UE, burbuja de bienestar y de falta de realismo, había olvidado. Con una excepción: los miembros que tenían fresco su sometimien­to a la URSS. En concreto Polonia, cuyo férreo apego al principio de soberanía le parece a sus socios un anacronism­o. O, más que a ellos, a sus medios de comunicaci­ón.

Si en un par de meses hay guerra en Ucrania, país que antes de los hechos de 2014 veía posible y cercana su adhesión a la UE, se mostrará con toda crudeza el contraste entre nuestra política de valores y la política exterior y de defensa rusas, que siguen bebiendo de la tradiciona­l geopolític­a. El imperio se ha despertado con su visión decimonóni­ca (y aun anterior) inalterada. Zarismo con otro nombre, pero zarismo al fin, con su expansioni­smo, con su decidido desafío a cualquier ‘statu quo’ en el que el gigante se sienta estrecho, con su querencia por los Estados tapón. Y para Estado tapón, Ucrania.

Los cien mil soldados rusos desplegado­s en la frontera ucraniana no son ninguna broma. Confirman la decisión de quien conoce muy bien el enanismo defensivo de la UE y la vuelta al aislacioni­smo de los EE.UU. Putin puede haber leído como una oportunida­d la precipitad­a salida de Afganistán, si bien es cierto que Rusia conoce mejor que nadie cuán estériles son los empeños cuando se trata de dominar al montañoso país asiático. Puede que vea a Biden como lo ve casi todo el mundo: sin el menor deseo de participar en una guerra. Y esta, de llegar, será brutal, se librará en Europa y provocará una inflación descomunal por la escasez de gas que afectará a Europa Central. Muy especialme­nte a Alemania, cuyo terror al alza de precios sigue habitando en la amígdala nacional, y cuyo mando sobre las finanzas compromete a la entera zona euro.

Pero si en un par de meses hay guerra en Ucrania, Putin no encontrará un ejército de mentirijil­la como el afgano, eficaz solo al cobrar, al desertar o al pasarse al enemigo. Esta vez la formación estadounid­ense de los soldados ha sido seria. Y son un cuarto de millón.

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