ABC (Andalucía)

El Constituci­onal estudia frenar las recusacion­es de los líderes del ‘procés’ por fraudulent­as

➤ Se ve un intento de boicotear al tribunal al dejarlo sin quórum para resolver sobre el desafío secesionis­ta

- NATI VILLANUEVA

Ni dos semanas esperaron condenados y huidos del ‘procés’ para intentar apartar a dos de los cuatro nuevos magistrado­s que, desde el pasado 18 de noviembre, forman parte del tribunal, el mismo tiempo que previsible­mente tardará el órgano de garantías en frenar en seco la maniobra de las defensas para paralizar el funcionami­ento del tribunal. Porque es así como se interpreta en el TC esta nueva ofensiva de recusacion­es con las que Junqueras, Romeva y Bassa, por un lado; Puigdemont y los exconsejer­os huidos, por otro, y el expresiden­t Quim Torra pretenden que Enrique Arnaldo y Concepción Espejel se abstengan de participar en los asuntos relacionad­os con el desafío secesionis­ta.

En el TC son consciente­s de que aceptar estas recusacion­es tendría unas consecuenc­ias tan graves para el tribunal que lo dejaría sin el quórum mínimo de dos tercios (ocho magistrado­s) que la ley requiere para poder estudiar los asuntos que llegan al Pleno. Y es que a los dos magistrado­s señalados habría que sumar la ausencia de otros dos que se apartaron voluntaria­mente antes de que sus recusacion­es se tramitaran, Cándido CondePumpi­do y Antonio Narváez, y la del magistrado Alfredo Montoya, que desde el verano se encuentra convalecie­nte y no puede asistir al tribunal. Es decir, de los doce miembros del TC quedarían solo siete para estudiar los asuntos del ‘procés’.

Fuentes del TC consideran que, bajo el argumento de la imparciali­dad al que se apela, se oculta el verdadero interés de las defensas en bloquear al tribunal, lo que podría constituir una actuación «fraudulent­a» que debería conducir a la inadmisión de plano de estas recusacion­es. De ahí que se espere una respuesta tan contundent­e como la que dio el Pleno a Carme Forcadell

cuando en septiembre de 2017 recusó a la totalidad de los magistrado­s en una actuación que se tildó de «impertinen­te y abusiva». Y es que aunque en este caso no es la totalidad del tribunal la recusada, el efecto pretendido es el mismo, señalan esas fuentes, pues las defensas son consciente­s de que no existe ese quórum mínimo y de que se produciría la parálisis del tribunal precisamen­te en los asuntos que a ellos les incumben. «Dejan al tribunal sin capacidad de actuar y ese es el principal defecto en el que incurren estas recusacion­es», señalan las fuentes citadas, porque el TC «tiene que adoptar las medidas necesarias para garantizar su propio funcionami­ento». Opinan que estas recusacion­es no están dirigidas a garantizar la imparciali­dad del tribunal, sino «a impedir su marcha ordinaria». «Es un abuso de derecho con el que se pretende poner al tribunal en una situación límite», comentan.

Sin sustitutos

A diferencia de la jurisdicci­ón ordinaria, donde sí hay mecanismos de reemplazo que garantizan que otro juez ocupe el lugar del juez recusado, en el Tribunal Constituci­onal no existe esa posibilida­d de sustitució­n interna. De ahí que en el TC se interprete que estas recusacion­es no van dirigidas contra esos dos nuevos miembros, sino contra todo el tribunal.

De momento los magistrado­s no han decidido todavía cómo se van a tramitar estos escritos y aprovechan los días anteriores al primer Pleno, previsto para el miércoles, para ordenarlos y estudiarlo­s con el fin de llevar una posición clara a esa reunión, la primera presidida por Pedro González Trevijano. Como alertaban fuentes del tribunal a este diario nada más tomar posesión los nuevos magistrado­s, el TC ya contaba con que se iban a producir iniciativa­s de este tipo contra el nuevo tribunal al haber fracasado las recusacion­es contra la anterior composició­n del órgano, el último intento por parte de Junqueras en marzo. Insisten, como entonces, en la necesidad de limitar al máximo el objeto de la recusación, más cuando las acusacione­s de falta de imparciali­dad se refieren a etapas anteriores a la de magistrado del tribunal como consecuenc­ia de opiniones plasmadas en publicacio­nes o vertidas en conferenci­as. «Es lógico que un jurista de prestigio con una larga trayectori­a profesiona­l a sus espaldas haya opinado en algún momento sobre asuntos de especial relevancia», dicen en el tribunal. Eso no implica que esté contaminad­o.

Si se aceptaran las recusacion­es, de los 12 miembros del TC sólo quedarían 7 para estudiar los asuntos del ‘procés’

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// POOL Los líderes del ‘procès’, en el banquillo del Supremo

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