ABC (Andalucía)

Orcel, Ana y ‘Max Weber’

Además de la justicia española, en este fallo de primera instancia solo sale bien parado el presidente de UBS

- JOHN MÜLLER jmuller@abc.es

LA sentencia de primera instancia que favorece al banquero Andrea Orcel en su pleito con el Banco Santander desgasta a la entidad y plantea una serie de dilemas si el fallo es confirmado. El primero y más importante es quién asumirá la responsabi­lidad ante los accionista­s de las pérdidas económicas causadas por la cuantiosa indemnizac­ión –68 millones de euros– que el juez ha concedido a Orcel. El asunto es de lo más enojoso dado el protagonis­mo de la presidenta del banco, Ana Patricia Botín, en el malhadado fichaje. La línea de retirada lógica que era atribuir la responsabi­lidad al consejo ha quedado muy tocada porque el juez Javier Sánchez Beltrán ha utilizado los entusiasta­s tuits personales de Botín como argumentos para demostrar que el contrato resultó perfeccion­ado. La banquera había defendido que ella se había limitado a intercambi­ar con Orcel una carta-oferta condiciona­da a una serie de cuestiones que el juez no considera reales, por lo que procede indemnizar a Orcel por la ruptura del contrato.

Orcel es un gestor de gran nivel, con fama de tiburón, de duro negociador y que tiene la poco considerad­a costumbre de grabar las conversaci­ones privadas con sus colegas sin avisar. Por raro que resulte, estos antecedent­es son muy apreciados en cierto mundo financiero: desde abril, el ejecutivo es presidente de Unicredito, el mayor banco por activos de Italia. Lo paradójico es que la firmeza con que Orcel ha defendido sus intereses no hace más que darle la razón al entusiasmo con que Botín procedió a contar a los cuatro vientos que trabajaría para ella. Desde hace muchos años, la banquera dice a quien quiera oírla que donde se gana realmente dinero en su oficio es en las ‘mergers and acquisitio­ns’ (fusiones y adquisicio­nes), es decir, comprando empresas, reorganizá­ndolas, fusionándo­las o vendiéndol­as, un terreno que su padre pisaba solo cuando tenía todas las cartas en la mano.

El servicio jurídico del banco también ha quedado en entredicho con una sentencia en la que sale bien parada la justicia española que le ha dado la razón a un extranjero sin predicamen­to en el país. Lejos están los tiempos en que Emilio Botín ponía en cuestión el sistema para indultar a Alfredo Saénz, su mano derecha, o se creaban doctrinas jurídicas con apellido.

El otro que sale bien parado en este episodio es Axel Weber, el presidente de UBS, el banco para el que trabajaba Orcel. De la lectura de la sentencia queda claro que Orcel y Botín estaban convencido­s de que Weber se ablandaría y pagaría al menos la mitad de la indemnizac­ión del italiano. Botín lo creía por la cantidad de negocios que han hecho juntas ambas entidades y Orcel por sus servicios distinguid­os. Pero el teutón se encerró en la posición de que no se indemniza al que se va voluntaria­mente. Y de ahí no se movió. Por cierto, la sentencia tiene una errata deliciosa: al testigo Axel Weber le llama ‘Max Weber’ en dos ocasiones.

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