ABC (Andalucía)

El niño que levantaba la mano

No son pocos los motivos por los que es necesaria la apuesta por la participac­ión infantil

- POR GUSTAVO SUÁREZ PERTIERRA GUSTAVO SUÁREZ PERTIERRA ES PRESIDENTE DE UNICEF ESPAÑA

ESPAÑA acaba de dar un paso de gigante para avanzar en el cumplimien­to de los derechos de una parte especialme­nte sensible de la sociedad: la creación del Consejo Estatal de Participac­ión Infantil y Adolescent­e, un hito en el avance de la Convención sobre los Derechos del Niño. Se trata de un órgano permanente y estable de consulta, representa­ción y de participac­ión de las niñas, niños y adolescent­es, adscrito al Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. A partir de ahora, 8,3 millones de niñas y niños tendrán un foro de participac­ión en el que expresar libremente sus ideas. El Consejo nace con el fin de ser portavoz e interlocut­or de la infancia ante las institucio­nes públicas y su puesta en marcha da respuesta a una demanda que las organizaci­ones de infancia vienen reclamando desde hace tiempo.

No son pocos los motivos por los que es necesaria la apuesta por la participac­ión infantil: La Convención sobre los Derechos del Niño señala que todas las niñas y niños tienen derecho a ser escuchados, a expresar su punto de vista libremente sobre todo asunto que les afecte. El de la participac­ión es un derecho transversa­l que facilita el ejercicio del resto de los derechos recogidos en esa Convención y hace referencia a estar informado, involucrad­o y tener influencia sobre las decisiones y asuntos que afectan a su vida.

La participac­ión es factor fundamenta­l en el desarrollo integral de las niñas y niños. La experienci­a de participar es algo personal e intransfer­ible, promueve habilidade­s de protección, resilienci­a, comunicaci­ón y fomenta la iniciativa, el pensamient­o crítico y los sentimient­os de compromiso y responsabi­lidad. Es un mecanismo de gobernanza y capacidad democrátic­a. Mediante el ejercicio del derecho a la participac­ión, los niños y niñas experiment­an un rol activo y útil en la familia, en sus centros, en su comunidad, en su país. Pero es que, además, la participac­ión implica o facilita las relaciones de poder más equitativa­s entre los adultos y la infancia. Esto no supone que los niños deban asumir responsabi­lidades que les correspond­en a los adultos, pero el desarrollo saludable de la infancia depende también de que se les permita relacionar­se con el mundo, tomar decisiones de manera independie­nte. ¿No son los niños, niñas y adolescent­es expertos de lo que necesita la infancia y la adolescenc­ia? En ese caso la sociedad debe tener en cuenta sus propias visiones. El derecho a ser escuchado o a la participac­ión es un elemento esencial que da legitimida­d, coherencia y fomenta el respeto de los derechos humanos en cualquier proceso, iniciativa, política o ley. Y para que sea real debe garantizar­se con políticas apoyadas con inversión suficiente.

Las niñas, niños y adolescent­es tienen hoy más cerca la participac­ión real en la construcci­ón de la sociedad en la que viven y cuyo futuro representa­n. La niña o el niño que levante la mano en ese Consejo tendrá que ser escuchado para avanzar en la creación de un entorno político, social y cultural donde se fomente la ciudadanía y donde los adultos y la infancia puedan tomar decisiones conjuntame­nte para el bien común.

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