La prueba del algodón
Van ciegos y por fin comprendemos su escaso tino
SE les ocurrió efectuar la prueba del algodón en los baños del Parlamento británico y el resultado fue positivo. Bingo. Premio para el caballero. Restos de cocaína remoloneaban en esos espacios de intimidad, lo cual indica que algunos políticos, entre discurso y votación, entre bronca y réplica, inclinan sus testas empelucadas o no como si estuviesen frente a la Reina para espolvorearse de polvo blanco sus dignas napias. Hace años realizaron lo mismo en el Parlamento italiano y también encontraron idénticos residuos de paraíso artificial en los lavabos.
En España, de momento, nadie fomenta esta práctica como de vigilancia traidora y clandestina para comprobar los apetitos furtivos de los padres de la patria. Claro que, a lo mejor, por no ser injustos, también acuden hasta la tierra sagrada del retrete los conserjes, los chupatintas de la logística, los asesores palmeros que sujetan la cartera del jefe y alguna visita ocasional que siente un regusto morboso por atizarse en el edificio que dirige los destinos de la nación. Si extendiésemos esta prueba del algodón hacia los despachos del poder económico que mana de las grandes empresas, igual nos llevábamos alguna sorpresa. Mucha pompa y boato en el parlamento inglés pero luego, en las bambalinas que nos igualan frente al mingitorio, sus vicios adquieren la rutina propia de la golfemia que posiblemente jamás acude hasta las urnas. De todas formas, como nos gusta distinguir entre lo público y lo privado, a los servidores públicos que manejan los millones del presupuesto les podríamos obligar a periódicos controles antidoping como si fuesen futbolistas. Si en España descubriésemos que andamos a la par de Inglaterra o Italia, tendríamos un glorioso motivo para excusar la mala cabeza de las decisiones de los jerarcas. Van ciegos y por fin comprendemos su escaso tino. Pero lo contrario sería en verdad demoledor: actúan como merluzos sin ni siquiera ir colocados. Eso sí sería una tragedia inexplicable que nos llenaría de confusión…