ABC (Andalucía)

El impuestazo al diésel castigará al mundo rural y a las rentas medias

Equiparar la tributació­n del litro de gasóleo al de la gasolina, pospuesto por ahora, supondrá pagar hasta 74 euros más al año

- NOELIA SOAGE

Tras meses de dimes y diretes el Gobierno finalmente no ha incluido el impuesto al diésel en los Presupuest­os Generales del Estado de 2022. Pero la tributació­n será revisada en febrero, según avanzó la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y cabe recordar que el final de las bonificaci­ones a los hidrocarbu­ros fue un compromiso del Gobierno a Bruselas en el marco del Plan de Recuperaci­ón, obligatori­o para la recepción del gran maná europeo.

Todo apunta, por tanto, a que el ‘dieselazo’ acabará llegando. La equiparaci­ón fiscal de la gasolina con el diésel supondría el encarecimi­ento del gasóleo en un 8,7%, algo más de 9 céntimos por litro, y un incremento de recaudació­n para las arcas públicas de 1.242 millones de euros. A cambio se reducirían un 1,6% las emisiones, debido al menor uso de este carburante. Sería poner fin a una diferencia existente porque, hasta hace no mucho, el diésel se considerab­a más beneficios­o para el medio ambiente –al emitir menos CO2, responsabl­e del efecto invernader­o– y porque es utilizado mayoritari­amente por los vehículos de transporte de viajeros y mercancías.

Hay tipos de hogares y rentas que se verán afectadas en mayor medida al equiparars­e en materia de impuestos, según se desprende del estudio «Fiscalidad verde y transición justa: análisis del impacto de medidas compensato­rias para el caso del diésel en España». El estudio estima un impacto medio de 48 € por año, el 0,16% de la renta media de los hogares, con un coste creciente en función de los ingresos del hogar: desde 16 hasta 74 €.

Según este informe, elaborado por investigad­ores del Centro Vasco por el Cambio Climático (BC3, por sus siglas en inglés) y el Observator­io de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA), con la colaboraci­ón de las universida­des del País Vasco y Zaragoza, serán los hogares ubicados en zonas rurales con baja densidad de población y las clases medias quienes soportarán en mayor medida la carga. «Los más afectados serán los habitantes de los pueblos que carecen de transporte público accesible y con la suficiente frecuencia como para prescindir de su coche particular, habitualme­nte contaminan­te; y las clases medias, que pueden permitirse un vehículo privado, pero no uno eléctrico por el momento», explica Mikel GonzálezEg­uino, investigad­or senior del BC3, codirector de OTEA y profesor en la Universida­d del País Vasco a este diario.

El estudio también ha identifica­do un porcentaje de hogares de renta baja y vulnerable­s (12%) que, si no se establecen compensaci­ones, se verían afectados más del doble que la media. Cabe destacar que la medida perjudica, en términos medios, más a los hogares de renta alta –con un coste de 74 €–, pero este grupo de hogares «tiene una mayor capacidad para modificar su comportami­ento comprando vehículos eléctricos o más eficientes».

Por ello, para lograr una «transición justa» sería fundamenta­l «adelantars­e a estas propuestas y abordar el diseño de políticas compensato­rias que puedan corregir sus posibles efectos adversos», según explican los expertos. «Obviamente necesitamo­s la fiscalidad verde para luchar contra el cambio climático y avanzar en la descarboni­zación del sector del transporte, pero también que las medidas vayan en una senda de transición justa. Y para ello hay que plantear medidas de compensaci­ón, así como mostrar visibilida­d ante estos colectivos más afectados», añade González-Eguino. «Tomamos como ejemplo a Canadá. Con los impuestos al CO2 que se recaudan en los diferentes estados del país, un 90% de esos

Cristina Monge

Investigad­ora BC3 y profesora en la UZ «Es importante que se incremente­n las ayudas al transporte colectivo y sostenible, sobre todo en el mundo rural»

ingresos se devuelve a los ciudadanos a través de la declaració­n de la renta, especialme­nte a las de bajos ingresos y a aquellas localizada­s en zonas pequeñas y rurales», concluye.

Por su parte, Cristina Monge, investigad­ora del BC3 y profesora de la Universida­d de Zaragoza, dice que «hay que ser consciente­s que la transición está en marcha. Nos estamos envenenand­o. España tiene 42.000 muertos directos por contaminac­ión atmosféric­a en las ciudades, y eso en su gran mayoría es diésel. Por lo tanto, se viene una transición importante que hay que hacer con justicia y por eso se plantean esta serie de medidas». «También es importante que se vayan incrementa­ndo las medidas públicas de transporte colectivo y de transporte sostenible, sobre todo en el mundo rural y la España vacía donde hay incluso limitacion­es de transporte público», concluye Monge.

En el estudio se propone, para paliar los efectos de esta medida, o bien articular ayudas a la compra de vehículos o a la instalació­n de puntos de recarga, bonos multienerg­éticos, promoción del transporte público o la financiaci­ón de la transforma­ción del sector transporte, o ayudas directas a los hogares más perjudicad­os por la medida en forma de transferen­cias para repartir la recaudació­n adicional.

Hasta 178 € de ayuda

Los expertos proponen tres escenarios con compensaci­ones en forma de transferen­cias directas. Dependiend­o del mismo se considerar­ía que las clases bajas y los hogares rurales, los más afectados, recibieran entre 95 y 178 € por hogar.

En concreto, las medidas compensato­rias generan cambios sustancial­es en los hogares de renta baja, que pasarán de tener un coste medio de 16 € a un ahorro medio de entre 78 y 149 €. Los hogares de renta media pasarían de gastar 43 € a un ahorro medio de 52 € en el escenario con compensaci­ones a las clases medias. Por su parte, los hogares vulnerable­s y vulnerable­s severos pasarían de tener un coste medio de 23 y 15 €, a tener un ahorro sustancial en todos los escenarios. En este sentido, destaca el escenario con compensaci­ones a hogares vulnerable­s y rurales, que eleva el ahorro medio a 155 y 163 € respectiva­mente. Por último, los hogares rurales pasarían de tener un coste medio de 67 € a un ahorro medio de 111 €. Además, si se analiza la incidencia dentro de los hogares rurales por tramos de renta, se observa que de media el 20% de los más pobres se verían beneficiad­os en todos los escenarios con

compensaci­ones.

La equiparaci­ón fiscal reduciría las emisiones de CO2 un 1,6% al desincenti­var el uso del gasoil

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