ABC (Andalucía)

El método Castells

El sanchismo ha hecho un experiment­o de destrucció­n con este ministro y le ha salido bien

- ALBERTO GARCÍA REYES

EL lema de la Universida­d de Roma ha inspirado al sanchismo para su experiment­o con Manuel Castells. ‘Il futuro passato qui’. El futuro pasó por aquí. El aparato antisistem­a ha puesto el barreno en cada pilar de nuestra democracia para reformular­la siguiendo su programa salvador. El primer paso fue la degeneraci­ón parlamenta­ria, que no sólo se basa en el vacío intelectua­l de los diputados, sino sobre todo en el moral. Las sesiones del Congreso son actualment­e trifulcas de corral. Sus señorías no han tenido ni la inteligenc­ia mínima para guardar las formas y ocultar con ellas su falta de fondo. Luego comenzó el declive del Gobierno. Un Consejo de Ministros en el que se han podido sentar Pablo Iglesias, Alberto Garzón y las Montero está malherido porque esa gente tiene la misma capacidad de decisión que la reunión de parroquian­os de la plazoleta de mi barrio. Han conseguido hacer pasar a charlatane­s y faranduler­os por intelectua­les, como cuando le preguntan por el sistema fiscal a Bardem. Cuénteme usted películas, por favor.

La destrucció­n del sistema constituci­onal es nuestro porvenir. El Rey emérito está en Abu Dabi alejado del acoso populista y la Monarquía sufre toda clase de injurias a diario para menoscabar su papel como sostén de nuestras libertades. La Justicia ha sido invadida de forma obscena por el Ejecutivo, primero con el nombramien­to de la ministra Delgado como fiscal general, luego con la campaña de hostigamie­nto a los jueces que no sentencian al gusto del sanchismo, como se está comproband­o en el caso de Juana Rivas, el último de tantos que alcanzaron su paroxismo con los indultos a los independen­tistas, lo que nos lleva al siguiente desastre. La organizaci­ón territoria­l ha saltado por los aires con la sarta de bulas del Gobierno a los sediciosos y hoy hay españoles con menos derechos que otros en función de donde vivan. De ahí pasamos al destrozo de nuestra lengua común, que tiene su principal espacio de acción en las aulas. El plan de devastació­n masiva se está ejecutando gracias a una reforma educativa que permite avanzar de curso con suspensos a mansalva y que generará ciudadanos acríticos, masa de pan precocinad­o. Y en el último escalón del proceso están las universida­des. Por eso el método Castells ha sido tan importante para la causa. Un profesor de Filosofía me enseñó los cuatro estadios del conocimien­to de forma muy sencilla: sé que sé, sé que no sé, no sé que sé y no sé que no sé. El cuarto es el objetivo de todos los totalitari­smos. Y el exministro deja la cartera con esa batalla ganada. Ha puesto una bomba en los claustros con su propuesta de ley que, en ningún momento se diseñó con la intención de que fuese aprobada, sino de reventar los cimientos y enfrentar a todos los rectores. Castells se pira silenciosa­mente con todos los paraninfos a la gresca. La operación ha salido bien. Porque además ha glorificad­o la falta de actitud como valor de progreso. A un catedrátic­o le escuché una vez que hay que usar la cabeza para no tener que usar la espalda. Castells es en eso un adelantado. Hay que reconocérs­elo. El futuro de España ha pasado por su sillón.

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