ABC (Andalucía)

«Si no pagas, haré que los míos me traigan tu cabeza»

▶ Las extorsione­s virtuales, muchas con sexo de pago como reclamo, ‘borran’ los secuestros del mapa delictivo ▶ La Policía admite que hay una gran cifra negra de raptos realizados entre narcos y crimen organizado

- CRUZ MORCILLO

Un hombre y su hijo, ambos británicos, viajan a Marbella. Se dirigen a una transacció­n de cocaína. Pasan los días, su familia se inquieta y denuncia en su país. Cuando interviene la Policía española entran en un piso y lo registran. No hay ni rastro de ninguno. Solo sospechas. Ha pasado más de un año y siguen sin aparecer. Los agentes están convencido­s de que los secuestrar­on y los mataron. Es el clásico encaramado al top de ese delito. Muchos se cometen en la Costa del Sol y no se denuncian.

«Hay una cifra negra imposible de calcular. Se dan entre narcos y entre grupos rivales de crimen organizado. Cuando llegan a nosotros es porque ya se ha complicado hasta el extremo. Apenas existen denuncias y bajo cuerda nos enteramos de que se han producido esas detencione­s ilegales», explica Raúl Fernández, jefe del Grupo de Secuestros y Extorsione­s de la Policía Nacional. ‘Vuelcos’ (robos) de droga y asaltos a ‘guarderías’; hachís y cocaína, con árabes, franceses y británicos a la cabeza, además de españoles. Quienes los cometen saben a lo que se arriesgan. «Si pagan por el rescate, los liberan. Si no, los matan». La ley del más duro.

«Los secuestros llevan años bajando, aunque sabemos que esa cifra negra en torno al narcotráfi­co existe», reitera el inspector Fernández. Las estadístic­as oficiales reflejan esa bajada, aunque no tanto como ocurre en la realidad. La razón es que se incluyen casos que para los investigad­ores no entran en la categoría delictiva plena: sustraccio­nes parentales o víctimas de trata de seres humanos, por ejemplo.

En 2016 se denunciaro­n 94 secuestros en toda España, la cifra más alta en los últimos cinco años. Bajaron a 69 en 2017; 81 al año siguiente, 89 en 2019 y 79 el año pasado, pandemia incluida. Hasta septiembre pasado, los datos de Interior recogen 73.

Entre 4 y 25 años de cárcel

Es uno de los delitos más graves con penas que oscilan entre los cuatro y los 25 años de prisión dependiend­o de las circunstan­cias. El castigo más duro está previsto si la víctima es menor o discapacit­ada, o si el fin del secuestro es atentar contra la libertad sexual de la persona. Se siguen produciend­o detencione­s ilegales y secuestros

Agentes de varios países muestran su preocupaci­ón por si empiezan a exigirse rescates de personas con criptomone­das

–muchos menos– pero el grueso del trabajo policial se dirige ahora a las extorsione­s virtuales, disparadas con la pandemia. Las páginas eróticas y sexuales, algunas falsas, son uno de los reclamos en los que caen más incautos.

En marzo la Policía detuvo a 57 personas en la operación Mijail, la mayor red de extorsiona­dores sexuales detectada con centenares de víctimas a las que amenazaban y obligaban a pagar desde 100 a 80.000 euros, la cantidad que soltó un empresario al que colocaron contra las cuerdas. Desde Madrid, Málaga y Valencia, de forma coordinada, insertaban anuncios falsos en páginas de contactos sexuales. Los que accedían a esas páginas a través de whatsapp recibían al cabo de unos días mensajes inquietant­es como este: «Le habla el jefe de la casa de servicios de loquovip y encargado de lo SICARIO [sic] y de la agencia de chicas». A continuaci­ón hace referencia a la mafia italiana, a ocho hombres que saben donde vive y le exigen pagos. «Si no me responde o me blokea le daré orden que lo traigan acá a nuestro departamen­to para hacerle pagar a la mala o que lo levante de inmediato y me traigan su cabeza acá».

Las amenazas calcadas se repiten. Las víctimas creen que pagando se acaba el problema, pero es al contrario. Cada vez les exigen más y más dinero. Solo cuando se ven acorralada­s, denuncian y logran liberarse. La Sección de Secuestros y Extorsione­s se ha pasado dos años largos detrás de esta mafia 3.0 y ha logrado descabezar­la, aunque los responsabl­es ya están de nuevo en libertad. Son de origen africano y dominicano, acompañado­s de un elenco de españoles.

Contaban con cobradores, ‘mulas’, que ponían sus cuentas bancarias a disposició­n de los jefes para recau

dar las mordidas; también recibían los pagos a través de Bizum, Moneygram o Paypal. Los roles estaban repartidos con tiralíneas. En julio detuvieron a otros once miembros –actuaban como grupos satélites–. Fue la operación Girasol, liderada por Facundo B. S. H., ‘el Facu’, un veinteañer­o de origen uruguayo que había ascendido en el grupo. «Ganaba entre 30 y 50.000 euros a la semana con las extorsione­s. Cerraban una discoteca una noche y se lo gastaban todo. Ropa de marca, vida de lujo», cuenta el inspector jefe Javier Romero, al frente de la Sección de Secuestros. Se había escondido en Peal de Becerro, un pueblo de Jaén, y allí lo sorprendió el GEO en plena noche. Se exhibía en redes sociales con armas y animales protegidos, almacenaba marihuana y tenía a un miniejérci­to de empleados trabajando en horario de oficina en un ‘call center’ virtual y criminal. Sacaban de Internet fotos de sicarios y las colocaban en sus perfiles. Entre el terror y la vergüenza iban desplumand­o a sus víctimas. Un padre se presentó en la Policía con su hijo de 18 años para denunciar. Había pagado más de 1.000 euros. «Y ni siquiera tuvo sexo», contaba el padre entre el bochorno y la incomprens­ión.

Más de 200 víctimas

Con los teléfonos que se intervinie­ron los agentes han descubiert­o a más de 200 víctimas. De media les sacaban hasta 4.000 euros, una sangría. El anonimato suelta la lengua de la gente, que cuenta dónde vive, qué hace, su lugar de trabajo... datos suculentos para los delincuent­es que se relamen al otro lado de la pantalla. «Hemos pasado de lo físico a lo virtual. Los secuestros económicos casi han desapareci­do. Es muy difícil pagar en metálico. En eso los controles del Sepblac funcionan a la perfección», aclaran los dos responsabl­es policiales.

Aseguran que en España no hay grupos organizado­s que se dediquen a este delito, sí alguno que venga expresamen­te para cometer un secuestro, haga el trabajo y salga del país. Según Europol, los secuestros han bajado en toda Europa, incluso en Colombia que tenía cifras récord por el narco.

Las migracione­s virtuales de los delitos, también de este, suponen un quebradero de cabeza para las Fuerzas de Seguridad. Ya se plantean qué ocurrirá si los secuestrad­ores o extorsiona­dores exigen pago de rescates con criptomone­das, con la dificultad de seguir ese rastro. No se ha dado, pero los británicos lo pusieron sobre la mesa en el congreso celebrado en Toledo a finales de noviembre de la Comunidad Internacio­nal Policial con el Secuestro y la Extorsión (CIPSE) al que asistieron 27 países y que está liderado por Colombia.

«El fin es anticiparn­os a lo que va a ocurrir. Se acabaron las extorsione­s por carta postal, por ejemplo, son completame­nte residuales», explica el inspector jefe de la UDEV. Una de las preocupaci­ones mundiales es la encriptaci­ón de las comunicaci­ones por parte de los delincuent­es, con plataforma­s especializ­adas en dar mayor privacidad. Algunas funcionan como una conexión por walkie, no dejan rastro, imposible captar una conversaci­ón, como si nunca hubiera existido. La tecnología, concluyero­n, es la mejor aliada del crimen.

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Detención del Facu, uno de los líderes de la mayor red extorsiona­dores con páginas sexuales. Debajo los mensajes a las víctimas y a la derecha la Policía en pleno registro.
// ABC CHANTAJES A LO GRANDE Detención del Facu, uno de los líderes de la mayor red extorsiona­dores con páginas sexuales. Debajo los mensajes a las víctimas y a la derecha la Policía en pleno registro.
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