Air Europa, Iberdrola, Telefónica... cuando la peor política acecha a la mejor empresa
En los últimos tiempos han perdido el rubor y han pasado de estar agazapados en discretos consejos asesores a la primera fila de los consejos de administración. Creen que a falta de pan en el negocio buenas serán las tortas del favor político, aunque al f
CUANDO la política entra por la puerta de la empresa y cubre las plantas nobles como el moho negro, la empresa sale por la ventana. Entonces surge el reconocimiento explícito de que el negocio no se basa ya en el servicio prestado, ni el equilibrio de riesgos y oportunidades, ni en el mercado al que atender, sino en un amasijo de intereses bastardos, donde la cuenta de resultados se sustituye por la cuenta de la vieja, y el
consejo de administración por el Consejo de Ministros. Entonces sobran los gestores y los técnicos; el criterio profesional estorba, porque no hacen falta argumentos ni estrategia más allá de un «esto lo arreglo yo con dos llamadas de teléfono». Es la gestión del tente mientras cobro; el ‘business plan’ del ‘primo de Zumosol’, el «porque yo lo valgo» y el «usted no sabe con quién está hablando». Suena ya a una nueva España, capital Caracas, que están dibujando cuatro advenedizos descreídos. Viejuno y casposo. Hasta patético. Es lo que hay. Y es lo que tenemos, pero ¿es lo que merecemos? Si uno calla, otorga, conformismo se llama, señores.
El caso es que vistos los movimientos y aterrizajes de los últimos tiempos, el tablero político-empresarial se está recomponiendo a toda prisa y cada uno pone sus peones por donde cree que va a discurrir la partida. Es una anomalía, porque la gestión empresarial no se puede abordar desde la esfera de la política –ya, claro...– porque el empresario juega a lo que no debe ser –nadie lo ha elegido en las urnas–, y el político juguetea con los dineros de accionistas e inversores –que
tampoco le han dado su confianza para semejante atentado contra la debida protección de sus legítimos intereses–. Unos apostando a lo que hay y otros a lo que viene. La política vuelve al acecho de la empresa, como en los peores tiempos de la CEC, ¿recuerdan? Aquel ‘lobby’ con 17 grandes empresas que llegó a ser considerado una especie de ‘Gobierno en la sombra’ del Ibex 35. Un ‘think tank’ que nacía en 2011, tras una serie de reuniones de los primeros espadas con el entonces presidente
Rodríguez Zapatero, que les pedía algo más que ponerse en la foto en
La Moncloa para combatir la pérdida de confianza en la economía española (mira, lo mismo hoy le suena a alguien...). Y así las cosas, en el mismo momento de su creación, empezó su ocaso y disolución en enero de 2017. Y en el mientras tanto, dadas sus actuaciones y breves y contadas reuniones proliferó la idea de que se trataba de un ‘Gobierno paralelo’ que alimentaba la idea de que en
España existe un «capitalismo de amiguetes», donde los contactos políticos son claves para prosperar. Vayan a la hemeroteca... hasta hoy. Que la economía aprieta, pero muchos no olvidan por experiencia que no ahoga, por eso mejor pillar en tiempos bajos, que el que siembra... y los fondos UE ya están aquí, o eso dicen. Para relanzar la economía española, condicionados, pero están ahí. Y repartir. ¿No eran para los necesitados?
Esta semana ruptura de negociaciones entre Iberia y Air
Europa. La que podría convertirse en la mayor operación de la
aviación española no lo será si no logran conciliarse los intereses de cada cual. Gobierno, la propia
Iberia y los Hidalgo. Nacionalización, eliminar a su principal competidor al menor precio, y rascar todo el dinero posible de la operación, a cada cual, lo suyo. Demasiados apaños y 475 millones de ayuda publica que ya no están. El amigo presidente –hay quien dice, alentado por su señora– del pequeño Hidalgo podría intentar una nueva ayuda, pero Bruselas está atenta: IAG –la matriz de la española–, en definitiva, es Brexit y los frugales no van a tragar que saneen Air Europa con su pasta y luego se la queden los británicos por cuatro perras. ‘Nanai’.
Mención aparte con igual fondo, otra de las informaciones de la semana, que el eterno retorno de los amigos de ZP no tiene fin. Telefónica anuncia una reestructuración de su órgano de gobierno que ha implicado la salida de dos de los cuatro consejeros de BBVA y Caixabank, para aprovechar y recolocar a Javier de Paz en un puesto clave para los fondos UE: presidente de la Comisión de Regulación y Asuntos Institucionales. No es moco de pavo. El Ejecutivo socialista decidirá sobre el destino de las ayudas europeas para la digitalización de la economía mientras Telefónica deberá presentar ante Competencia argumentos para que le permita comprar el fútbol por cinco años y no solo tres. En juego, el rumbo del negocio de Movistar Plus. Sea como fuere, misión de ‘Piti’. ¿Otro ‘déjà vu’? Es la política: todos al pilla pilla. Y eso no hace ni buenos políticos ni buenos empresarios. Solo crea oportunistas.
Y luego... imágenes para pensar: Iberdrola y sus últimos politizados nombramientos, la presidenta del Santander sentada junto a Pablo Casado en la instantánea con el Rey, Seat –Volkswagen, no lo olviden– deslizando que si no hay fondos no hay planta de baterías en Cataluña, las visitas continuadas a La Moncloa del ex secretario de Estado de Zapatero, ahora consejero de Prisa, Miguel Barroso… La cabeza me da vueltas... Y es que como no hay negocio porque la economía está rota los empresarios se encomiendan a los ‘brujos’ visitadores para que la política compense lo que no llega por la caja. Y al final el daño es doble, porque lo único que llega es la factura de los ‘brujos’ y un daño en la reputación que ahí queda para generaciones posteriores de gestores. Lo peor de la política gana a lo mejor de la empresa. Hay victorias que tienen menos dignidad que una derrota. Las peores epidemias no son biológicas, sino morales. Denle una pensada.
Lo peor de la política gana a lo mejor de la empresa. Las peores epidemias no son biológicas, sino morales