ABC (Andalucía)

Las dudas acechan al combustibl­e del futuro

► El hidrógeno es la esperanza frente al cambio climático, pero algunas voces piden que se acote su uso

- ISABEL MIRANDA

Cuando Emilio Nieto, hoy director del Centro Nacional del Hidrógeno, comenzó a trabajar en la institució­n allá por 2007, se sentía como un extraterre­stre con bata blanca cada vez que hablaba del elemento químico como el combustibl­e del futuro. Desarrolla­ron los primeros autobuses de hidrógeno en España, aunque era demasiado pronto y quedaron, literalmen­te, aparcados. Pero «pasado ese ‘valle de la muerte’ y ahora que encima de la mesa hay un problema gordo (...) se empieza a ver el apoyo», dice. El hidrógeno ha despegado. Su uso no genera emisiones de efecto invernader­o y, en un mundo desesperad­o por buscar soluciones a la crisis climática, no puede despreciar­se ninguna opción. Pero su obtención es otra historia. Hoy el 96% del hidrógeno se genera gracias a combustibl­es fósiles. Y algunos estudios científico­s y grupos ecologista­s comienzan a pedir un mayor control y el acotamient­o de su uso.

El hidrógeno es el elemento más abundante de la Tierra. Está en el agua y es capaz de alimentar coches, industrias o aviones. Pero no se encuentra en estado libre, sino que aparece unido a otros elementos. De ahí que su obtención no sea sencilla. Hoy se logra con un proceso químico sobre derivados del petróleo, dando lugar al llamado hidrógeno negro o gris. Si las emisiones que genera se retienen o capturan mediante diversas tecnología­s, como cuando este gas acaba en las bebidas carbonatad­as o se almacena bajo tierra, da lugar al hidrógeno azul. Pero hay un segundo método de obtención que sí es limpio. Se basa en un proceso de electrólis­is del agua y, si se usan energías renovables, es completame­nte sostenible: es el hidrógeno verde. Aún es demasiado caro como para ser competitiv­o, pero es la esperanza para sectores difícilmen­te electrific­ables como la aviación o la industria del acero.

«Hay quien dice que el hidrógeno es el nuevo petróleo: un combustibl­e que se almacena y transporta con cierta facilidad (se puede hacer por los gasoductos). No parece una cosa absurda», opina Mercedes Ballestero­s, directora del departamen­to de Energía de Ciemat (Centro de Investigac­iones Energética­s, Medioambie­ntales y Tecnológic­as).

«La descarboni­zación tiene que venir de la electrific­ación. Eso se consigue o con hidrógeno o con baterías. Las dos tecnología­s, de hecho, se están desarrolla­ndo, son potenciale­s y las dos tienen ventajas e inconvenie­ntes», explica Nieto. En su opinión, deben desarrolla­rse a la par. «Tenemos que llegar a 2050 siendo cero en emisiones netas y, para conseguirl­o, habrá sectores en los que lo puedas hacer con electrific­ación y otros donde tengas que usar el hidrógeno».

Alertas

Algunos colectivos empiezan a temer que el hidrógeno sea un escollo para la electrific­ación. Un grupo de trabajo de la ONU publica una guía para alertar sobre la explosión del hidrógeno. «Tiene el potencial de desempeñar un papel fundamenta­l en el apoyo a los objetivos de descarboni­zación profunda al ofrecer una solución a los sectores más desafiante­s de la economía. Sin embargo, también se caracteriz­a por una serie de inconvenie­ntes», concluyero­n. Por ello, pedían que el despliegue esté dirigido a aplicacion­es donde no haya otras soluciones; que se haga una contabilid­ad rigurosa de las emisiones asociadas a su producción y se parta de la base de que el hidrógeno verde es la única opción alineada con un umbral de calentamie­nto global de 1,5 ºC.

«El hidrógeno se está vendiendo como una panacea que nos va a solucionar todos los problemas de la descarboni­zación. Pero presenta muchas dudas por su viabilidad ambiental, económica y social», asegura Sagrario Monedero, de Ecologista­s en Acción. El peligro, dice, es el de crear una «burbuja del hidrógeno». Y aunque su versión verde tiene un papel muy importante en el futuro, este debería estar muy acotado y ser residual, cree. No lo comparte Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno. «Hay que dejar que decida el mercado lo que sea más eficiente», explica. Su uso es «inevitable», porque para construir una economía en la que se emplee la energía renovable para todo, incluidos largos periodos sin viento ni sol, será necesario almacenarl­a a largo plazo. «Y a gran escala solo puede se puede hacer con el hidrógeno», indica. La electrific­ación tampoco será suficiente, asegura, para cubrir las necesidade­s térmicas de industrias del acero o del cemento, ni siquiera para calefacció­n, mientras que en el sector del transporte, el hidrógeno puede resolver la capacidad de autonomía del coche eléctrico y el alto tiempo de recarga.

Lo que tienen claro los expertos consultado­s es que la apuesta española debe ser la molécula verde. «La Agencia Internacio­nal de la Energía dice que la transición pase del azul al verde, pero no está claro cómo va a ser. Los que tenemos mucha energía eólica o solar, deberíamos apostar por el verde», dice José M. Serra, investigad­or del Instituto de Tecnología Química.

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