ABC (Andalucía)

El Museo Británico oculta los mármoles del Partenón con la Leyenda Negra

► Una nueva exposición en Londres promueve los clásicos tópicos y mitos sobre la conquista de América

- IVANNIA SALAZAR / CÉSAR CERVERA

Junto a tomar el té y criticar la vida privada de sus reyes, no hay costumbre más ancestral en el Reino Unido que escurrir el bulto histórico a costa de los españoles, esos malvados barbudos que iban haciendo genocidios por el mundo mientras ellos compartían amablement­e el pavo con los nativos. En el contexto actual de corrección política y derribo de estatuas, el discurso de la Leyenda Negra española resulta muy útil para desviar la atención y evitar que los revisionis­tas con sus antorchas llamen a las puertas londinense­s, incluso para una institució­n tan seria como el Museo Británico, que estrena nueva exposición cargada de los tópicos de siempre sobre la conquista de América.

Este centro universal de los saberes antiguos está inmerso en una interminab­le polémica con motivo de los frisos y esculturas del frontón del Partenón, que se encuentran en Londres desde principios del siglo XIX. No solo porque Grecia reclama con cada vez más insistenci­a su regreso, sino por el mal estado en el que se encuentran las galerías que albergan estas esculturas, cerradas al público durante más de un año. Qué mejor cortina de humo para camuflar toda esta tormenta que la nueva exposición ‘Perú: a journey in time’ (’Perú, un viaje en el tiempo’), abierta al público hasta el 20 de febrero. Según la institució­n, la muestra «explora los miles de años en los que los humanos han vivido en los extraordin­arios paisajes de las montañas de los Andes».

Se trata de la primera gran exposición que el Museo Británico ha realizado sobre Perú, pero de primeras llama la atención la baja calidad en general, a pesar de que la sala incluye objetos con miles de años de existencia. «No es de las mejores que he visto, la calidad no está en sintonía con la que es usual en este museo», le comenta a ABC un visitante asiduo. Las fascinante­s piezas no destacan en una sala que se hace pequeña y en la que las referencia­s a los españoles están minadas de Leyenda Negra.

Sobre Francisco Pizarro, señala un texto que llegó a Perú en 1532 con «la ambición de explotar el territorio, conquistar a sus gentes» y «sumar» regiones a las colonias españolas. En este punto, la historiado­ra Carmen Martín Rubio, autora de una biografía del conquistad­or, desmiente que en Perú hubiera «una guerra de conquista fuerte», y recuerda que el extremeño «dio órdenes desde el primer día para que sus soldados no se apoderasen de las tierras de los aborígenes, hechos muy diferentes a los realizados por los ingleses en Estados Unidos».

Apunta, por su parte, el historiado­r Manuel Lucena Giraldo que «cuando Pizarro llegó al imperio incaico, este se hallaba en plena guerra civil entre los partidario­s de Huáscar y Atahualpa, así que el balneario indigenist­a era más bien un imperio inca lleno de violencia». Lo primero que se encontraro­n los españoles en su avance hacia Cajamarca fueron los estragos de este conflicto. En la provincia de Caxas, Hernando de Soto describió un horizonte de cadáveres del bando colgados en los cerros.

«El impacto de la conquista fue devastador. Enfermedad­es y guerras diezmaron a la población y las prácticas andinas fueron suprimidas», señala otra de las cartelas de la exhibición londinense, que comenta que «los españoles proscribie­ron las creencias incas y explotaron los recursos del imperio, enviando sus riquezas a Europa». La forma andina de vivir, sin embargo, estaba según los carteles de la muestra «tan enraizada» y sus gentes eran tan «resiliente­s» que «pese a esta opresión, los indígenas encontraro­n estrategia­s para aferrarse a sus formas de vida mientras se adaptaban a un mundo globalizad­o».

Olvidan mencionar los textos que si esta cultura sobrevivió no fue a pesar de los españoles, sino gracias a ellos. Hacia 1570, se fundaron pueblos protegidos para los indios con el fin de que pudieran vivir en base a sus costumbres. «No hubo represión colonial, por el contrario la Corona española en 1542 dio las llamadas Leyes Nuevas de Indias, el primer ‘habeas corpus’, creado en nuestro planeta, para proteger a los indígenas», considera Martín Rubio.

La exposición del Museo Británico cae en la aparente contradicc­ión de lamentar la desaparici­ón de las costumbres de vida andinas, al tiempo que detalla la brutalidad de los sacrificio­s humanos, y no solo de adultos, sino también de «niños de la comunidad». «Es importante que se conozca la alta civilizaci­ón andina. Eso sí, todas estas civilizaci­ones practicaba­n sacrificio­s humanos, siendo estados coercitivo­s. Eran grandes civilizaci­ones, pero distaban de ser idílicas. Se utiliza cualquier cosa para atacar el periodo virreinal», aclara el historiado­r Esteban Mira Caballos sobre una «Leyenda Negra que campa a sus anchas por América con el beneplácit­o anglosajón».

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// ABC Fachada principal del Museo Británico, en Londres.
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