El Barça se deshace y renace
► Los jóvenes rescatan a su equipo, que se dejó empatar por el Elche en un partido irregular
Todo lo catalanista naufraga, pero es que ya previamente está como medio vacío. Por la mañana, la manifestación por el catalán en la escuela pública –o mejor dicho, contra el español– no reunió ni a 30.000 personas. El independentismo es la única causa que en estos momentos tiene despierta, la única agitación posible, y 30.000 personas fue una cifra muy por debajo de sus expectativas. En privado lo admitían. Lo mismo Lluís Llach, por la noche, no consiguió agotar las entradas en su concierto de regreso en el Palau Sant Jordi. Por supuesto de la segunda fecha que tenía prevista, ni se habló. El Camp Nou registró igualmente una pobrísima entrada, incluso siendo propicio el horario para los niños. Hay una Cataluña que se deshilacha, que le ha dado tantas vueltas al muñeco que ya nadie cree en nada, y aunque en lo gratis se mantienen como fieles a la causa, cuando les cuesta algún esfuerzo, o algún dinero, se quedan en casa.
Jutglà tuvo la oportunidad de ser titular y a sus 22 años demostró lo que un hombre hace, que es aprovecharla. Le dio la razón a Xavi, se dio la razón a sí mismo, y sin ser demasiado alto –de hecho es un tapón de 1,75 metros como yo– remató de cabeza su primer gol en el Barça, dibujando un hermoso movimiento en el aire como si fuera un 9 de toda la vida. Siete minutos más tarde, Gavi, al modo de Messi, creó una jugada de la nada desde medio campo, zafándose del central y pasándose el balón por debajo de las piernas, para correr hacia el portero y batirle de un buen disparo cruzado. Maravilloso inicio azulgrana, como si Guardiola hubiera regresado, aunque éste sea un comentario oportunista, facilón, profundamente afectado.
El Elche desnudaba a la espantosa defensa local en cada uno de sus ataques, y a punto estuvo en varias ocasiones de recortar distancias. Lucas Boyé –y esto lo dice todo del actual Barça– estaría en el once de Xavi si lo tuviera en su equipo. La defensa azulgrana no sabía qué hacer con él. Los dos goles del Barça habían respondido más a dos destellos de calidad, a dos ilusiones adolescentes proyectadas en un cuerpo imposible, que a una mejoría general del juego del equipo. Algo es algo. Es cierto. Y era mucho mejor que los jóvenes brillaran en un 2 a 0 que las deprimentes derrotas de las jornadas anteriores, tanto en la Champions como en la Liga.
Es cierto que era el Elche, que hacía 37 años que no le metía un gol al Barça. Es verdad que con un 2 a 0 todo se pone más fácil, con el rival desmoralizado. Y también es la realidad que, goles al margen, el Barça no hizo nada más consignable. Durante la semana, Xavi había lamentado que algunos de sus jugadores no entienden el juego de posición. Si Koeman les llamaba malos, con su famoso «es lo que hay», Xavi les llama ahora tontos y les acusa de ser cortos de entendederas.
Sacar conclusiones del inicial 2 a 0 era tan aventurado como no advertir los puntos de luz de Gavi y Jutglà. Gavi estuvo especialmente maravilloso, pero me parece que esto en Múnich no habría servido de nada. La sensación entre los aficionados era de tímida alegría, pero con el temor de que si el Elche marcaba un gol –y la defensa barcelonista le brindó numerosas ocasiones para lograrlo– la euforia recién estrenada podía venirse dramáticamente abajo.
El Barça volvió como dormidito del descanso, sin tensión, desactivado, y Jordi Alba le regaló a Lucas Pérez medio gol, pero el jugador del Elche no supo poner su segunda mitad. Menos de media entrada, poco más de 40.000 asistentes. Un poco más, pero poco, de los que odian que los hijos de los demás sean alfabetizados en español, aunque a los suyos les lleven a colegios donde el español se enseña en todo su esplendor. El Barça continuaba relajado, sin rigor, y el Elche no es que hiciera gran cosa, pero ahí estaban los fantasmas con causa del Barça.
Dembélé lo intentaba, pero su equipo necesita más de él de lo que de momento ofrece. El Barça se apagaba y se repetía el patrón de las anteriores jornadas. Xavi le pedía a Alba que administraran con rigor su ventaja, pero sus plegarias no acababan de ser atendidas. Jutglà hacía poco pero lo hacía bien, simplificando el ataque de su equipo con detalles de notable calidad.
Y como era de esperar, lo que tenía que pasar pasó y entre Lenglet y Araújo le regalaron al Elche el primer gol – Morente–, y entre Araújo, Eric y Dembélé, que se durmió, le obsequiaron con el segundo, de Pere Milla. Pero lo que en otras jornadas habría sido una rendición incondicional, tuvo un final de inesperada remontada. Marcó Nico. Pese al ridículo del empate, la capacidad de volver a marcar fue remarcable, por insólita en este equipo. Mal sabor de boca, por la segunda parte lamentable, pero un punto de esperanza por la actitud final que llevó a la remontada. Siendo el Elche el rival, es pronto para decir que fue el inicio de algo.