ABC (Andalucía)

Carles Gil, un nómada feliz en Estados Unidos

El centrocamp­ista valenciano, tras vivir la cara más amarga del fútbol europeo, triunfa en la MLS donde ha sido coronado como el mejor jugador de la liga

- PABLO LODEIRO

«Al español se le tiene en muy alta estima en Estados Unidos, sobre todo a raíz de la época gloriosa, la del Mundial y las Eurocopas»

La liga de fútbol de Estados Unidos ha acumulado un sinfín de prejuicios procedente­s de Europa prácticame­nte desde que el deporte rey empezó a asomar al otro lado del Atlántico allá por 1996. Hasta hace no demasiado, la MLS (Major League Soccer) se veía como un cementerio de elefantes, donde las grandes estrellas iban a cobrar cifras desorbitad­as mientras preparaban su retiro. Sin embargo, hay otra posibilida­d, una competició­n que posee el mismo eslogan del país que la acoge: puede ser la tierra de las oportunida­des. Carles Gil (Valencia, 1992) pasó en unos años de ser uno de los proyectos más prometedor­es de la cantera del equipo che a vivir la cara más amarga del fútbol, esa que engendran los descensos. Relegado en Inglaterra con el Aston Villa (2016) y en España con el Deportivo de La Coruña (2018), el talentoso centrocamp­ista, no sin escepticis­mo, decidió enrolarse en 2019 en el New England Revolution, equipo afincado en la emblemátic­a ciudad de Boston. Dos años después, fue nombrado la semana pasada como mejor jugador de la liga (MVP) mientras que su conjunto fue el mejor de la fase regular del campeonato. Cuando coge el teléfono para atender a ABC desde su casa en Valencia, solo se percibe satisfacci­ón.

Para Gil, todo ha ido rodado en el último año. De la infelicida­d que le acompañaba en Europa, al estrellato de ultramar. Pese al final amargo de temporada, eliminados en los playoffs, el equipo ha sido la gran alegría de una ciudad con tanta tradición deportiva como es Boston, hogar de escudos tan emblemátic­os como el de los Celtics, los Red Sox o los New England Patriots. Mientras se naufragaba en el resto de deportes, los Revolution han sido la felicidad de Massachuse­tts y el jugador español su cara más reconocibl­e. «Todos los días no venían a ver unas 15.000 personas. No es un público tan pasional como el español, pero muestran mucho cariño». Más si el éxito acompaña, pues como narra el jugador, cuando llegó a la ciudad muy poca gente le reconocía. Hoy casi no puede salir de su piso sin ser asediado por los aficionado­s, ansiosos de una instantáne­a con el valenciano.

Dudas

Gil, como tantos jugadores jóvenes a los que se les presenta la oportunida­d de ir a la MLS antes de tiempo, tenía muchas dudas de cruzar el charco, incluso si se tiene en cuenta su difícil trayectori­a en el viejo continente. Tras compaginar el filial del Valencia con varias cesiones en el Elche, a finales de 2014, al fin, se hizo con una ficha del primer equipo, aunque solo jugó un partido antes de ser vendido al Aston Villa unos meses después. En Inglaterra jugó y descendió con los Birminghan, antes de recalar en uno de los entes más dramáticos de los últimos años, el Deportivo de La Coruña. Con los gallegos, mientras era asediado por los problemas físicos, descendió en 2018 y acabó jugando en Segunda División. El refrán dice que la noche es mucho más oscura justo antes del amanecer y, validándol­o, cuando todo parecía un sueño frustrado, Estados Unidos apareció en el horizonte.

Directo al estrellato

«Venía de una época muy mala, de mal fútbol, lesiones, entrenador­es que no me ponían... Aun así no me acababa de convencer la idea. A toro pasado fue una gran decisión. De la MLS, como me pasaba a mí, se habla desde el desconocim­iento. Está al alza. Hay deportes que están por delante, pero temporadas como la que hemos hecho nosotros hacen que la gente se enganche», explica el futbolista. Autor de cuatro goles y 11 asistencia­s en la última temporada, Gil, además de estrella, se ha convertido en perpetrado­r, ya que ha asegurado el tercer MVP de la MLS para el fútbol español, el segundo consecutiv­o, tras David Villa (2016) y Alejandro Pozuelo (2020). «Al futbolista español se le tiene en alta estima, sobre todo a raíz de la época gloriosa, la del Mundial y las Eurocopas. Muchos aficionado­s son de origen latino, saben cómo jugamos en España». Entre tanta felicidad y con contrato hasta 2024, Gil insiste durante su charla con ABC que el corto plazo es el que marcará lo que le queda de carrera. «No pienso más allá del siguiente partido».

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