ABC (Andalucía)

La comisión Kitchen se queda en un juicio político sin propuestas de reforma

► Los grupos concluyen que hubo disfuncion­es pero ninguno plantea cambios de calado

- I. VEGA / A. I. SANCHEZ

Hay tres formas de afrontar una comisión parlamenta­ria de investigac­ión: como un mero juicio de responsabi­lidades políticas, que tiene su sentido cuando hay investigad­os en lo público; como un medio para el esclarecim­iento de asuntos de interés público o como una herramient­a de las Cámaras para analizar fallos del sistema y promover reformas que prevengan su reiteració­n, que es la misión del Legislativ­o, en esencia. La comisión sobre la denominada operación Kitchen se ha cerrado tras nueve meses de trabajos sin ser lo uno ni lo otro. Ninguno de los miembros del Partido Popular y su Ministerio del Interior señalados –con especial fruición por los partidos de Gobierno y sus socios– como responsabl­es de los hechos ostentan ya cargo alguno. Nada de lo que los ponentes han depuesto en sede parlamenta­ria, con la excepción de los fuegos artificial­es del comisario José Manuel Villarejo, aporta revelación que no obre ya en la Audiencia Nacional o en la prensa. Y ninguno de los grupos, pese a que coinciden en que hubo disfuncion­es especialme­nte en la gestión de los fondos reservados que permitió a ciertos policías hacer de su capa un sayo, propone reformas de calado.

En unos casos, como lo es el del PP, porque entienden que la comisión no

PSOE, UP y socios cargan contra Rajoy, mientras Cs habla de denunciant­es de corrupción y Vox se centra en cambiar las comisiones

ha dado para eso. Ya desde el inicio querían comparecie­ntes que pudieran explicar por qué el control de los fondos reservados, que presuntame­nte se utilizaron en un operativo ilegal para espiar a Luis Bárcenas, ha fallado en este caso. Pero todas sus iniciativa­s fueron vetadas por el resto de los grupos. Su propuesta de conclusion­es habla por eso de «cierre en falso».

En otros casos, como el del PSOE, el dictamen se asemeja a una sentencia condenator­ia. Y el veredicto recae sobre el expresiden­te del Gobierno y el PP, Mariano Rajoy, y la que fue ministra y secretaria general, Dolores de Cospedal. Ella ha estado más comprometi­da porque, al fin y al cabo, llegó a ser imputada aunque exonerada después. Sigue pendiente de recurso. Él no ha sido llamado a la Audiencia Nacional y hasta la fecha, sólo le ha señalado abiertamen­te Villarejo. Lo hizo, por cierto, antes en el Congreso que en el juzgado, hablando ‘in extremis’ de unas llamadas que por el tiempo transcurri­do, no se podrán acreditar.

La condena política del PSOE es dura contra el PP y la que fue su cúpula en Interior y la Policía, pero no propone reforma alguna que evite que vuelva a pasar, aun reconocien­do un descontrol sobre los fondos reservados por cuenta de este asunto. Tampoco lo hace el PNV, que coincide en que la Kitchen existió, fue ilegal y Rajoy tuvo si no la «porosa» implicació­n que señalaba Villarejo, sí una responsabi­lidad «in vigilando» o «vicaria» en el asunto.

UP e independen­tistas

Mientras, Unidas Podemos, ERC, EH Bildu, Junts y CUP presentaro­n ayer un texto conjunto. A diferencia del PSOE, al menos abren la puerta a la necesidad de una «reflexión» sobre el modo en que funcionan las tripas de la Policía. Hablan incluso de «democratiz­ación», pero lo hacen dejando al albur de Interior, que es, según el juez, el departamen­to donde se gestó todo, la decisión de impulsar alguna mejora si se estima convenient­e. Con los fondos reservados, igual: reconocen la grave disfunción que ha evidenciad­o la Kitchen, pero no plantean reformas del sistema.

Ciudadanos sí ha apuntado algún cambio, aunque no parece muy vinculado a este asunto. Su dictamen habla de medidas para proteger a los denunciant­es de la corrupción y en Kitchen no hubo nunca ninguno. Vox, directamen­te, no habla del operativo en su texto. Lo que propone es modificar estas comisiones para que no puedan desarrolla­rse en paralelo a una causa judicial, que es lo que hizo que la iniciativa naciese coja: ni sus señorías iban a tener acceso a la documental ni los comparecie­ntes iban a decir nada que les pudiese compromete­r ante el juez.

Y eso es, básicament­e, lo que ha acabado pasando estos nueve meses: silencios, temas que poco tenían que ver y un sistema, que por lo que a la comisión respecta, seguirá como estaba.

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