ABC (Andalucía)

Cenas con miedo

Me da miedo que sean las propias familias las que exijan el test de antígenos o el PCR

- ANTONIO BURGOS

OTROS años, tras el sorteo de la Lotería de Navidad, cuando allá a la hora del Ángelus los niños de San Ildefonso habían terminado ya de cantar los últimos premios y comprobába­mos que tampoco esta vez nos había tocado ni una triste pedrea, ni el reintegro, al de hoy le solían llamar el Día de la Salud, por aquello de que todo el mundo se conformaba diciendo:

— Bueno, aunque no nos haya tocado nada, tenemos salud, que es lo que importa.

Esta vez la cosa no está tan clara. Lo digo por la sexta ola del Covid, que viene al modo de la canción de Rocío Jurado, ‘como una ola’. Esta vez, habrá que cambiar la frase de consuelo por otra que diga: —Bueno, por lo menos no nos ha tocado el Covid. Porque constato que con la sexta ola y con la amenaza de la variante Ómicron, al virus le pasa como antes al Gordo de Navidad: que está muy repartido. Demasiado repartido. Las de Nochebuena no van a ser, como otros años, con el clásico pavo o con el capón de Cascajares del que habla Josemi RodríguezS­iero. Van a ser con miedo. Yo no sé si usted ha llegado a la misma conclusión que servidor: que número de contagiado­s y hospitaliz­ados por la desgracia y vacunacion­es aparte, nunca ha habido tanto miedo al virus como hasta ahora. De otra manera no se explica que se hayan agotado en las farmacias los test de antígenos para hacerlos en casa, ni las colas de los laboratori­os para sacarse el PCR. Yo creo que más que nunca. Es un miedo distinto a cuando empezó la pandemia en aquel famoso 8 de marzo de 2020 de la manifestac­ión. Hubo un paréntesis bien cercano, con el que entró una desbordada y peligrosa alegría nacional, que fue cuando creíamos que habíamos alcanzado la inmunidad de grupo (me resisto a decir lo de ‘rebaño’) con la bajada de casos por cada 100.000 habitantes y con las altas cifras de vacunación, ejemplarme­nte realizadas por las autonomías con la habitual inhibición de Sánchez y su Gobierno. Nos creímos todos que con la vacuna inoculada ya no corríamos riesgo alguno de contraer el virus. Poco dura la alegría en casa del pobre y la tranquilid­ad en la de quien vive en una región asolada por la pandemia. Ahora tenemos miedo hasta con los tres pinchazos, tres, como los tres banderille­ros en el redondel de Gabriela Ortega, de la vacuna. Aquello de ir sin mascarilla por la calle porque estábamos vacunados ha pasado al libro de las horas alegres y confiadas.

Me da miedo que sean las propias familias las que se aseguran que todos los que van a ir a la cena de Navidad, cuñados incluidos, están libres del virus y exijan por su cuenta el test de antígenos o el PCR a todos sus miembros. Parece como si hubiéramos cambiado el villancico de los peces en el río o de la burra que camina hacia Belén cargada de chocolate por familias enteras cargadas de papeles del laboratori­o en el bolsillo, con el PCR negativo o el test de antígenos. Para mí que el villancico de las cenas de Navidad de este año es el ‘Tengo miedo’ de Marifé de Triana. Que no es un villancico, sino una triste realidad.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain