ABC (Andalucía)

Carta a un niño de San Ildefonso

Nuestra señora de Ayuso versus Casado, ese portento de insipidez. Monocorde como cantor de lotería de Navidad

- KARINA SAINZ BORGO

ALLÁ donde predica, se le van los gallos. Ya sea en la España vacía o la vaciada, Pablo Casado no se contiene al momento de coger en brazos a un cabrito, dar el biberón a un ternero o subirse a un carro de heno, en modo El Bosco, pero con rey visigodo incluido. Sus trajes grises, su barba de velcro y esa forma de enfatizarl­o todo para conseguir justo lo contrario. Pablo Casado: ese político apeado del liderazgo de la oposición por una compañera de partido a la que prefiere dar pisotones antes que permitir que sea ella quien cante el Gordo. Nuestra señora de Ayuso versus Casado, ese portento de insipidez. Monocorde como cantor de lotería.

Que la masculinid­ad incomparec­e es un hecho que la especie humana tiene bastante asumido, pero en política el asunto va camino de convertirs­e en una ley. Cuando Soraya Sáenz de Santamaría, a la que mentaron menina con mala baba, le disputó la dirección del partido, él prefirió meterse en un asador con la vieja guardia del PP y salir de ahí coronado como Santo Niño de Génova, con todo y mofletes rosados.

En aquel entonces le quitaron al PP las gaviotas del logo y sólo les quedó el vertedero de Bárcenas. Como Pinzón, el gallero de Juan Rulfo, el PP andaba tullido y pobre (de votos) cuando Casado emergió como solución para vender la regeneraci­ón. Era un gallo con ala rota y ellos estaban arruinados políticame­nte. Era cuestión de curarle el ala al gallináceo. Cuando Casado estuvo listo, procuró salvar los muebles de una casa que se venía abajo, pero la llegada de Vox lo convirtió en un pollo de corral.

A pesar de su estilo viejuno, se comporta Pablo Casado como un niño redicho. Ahora, cuando abundan contendora­s que dan el peso para un buen combate demoscópic­o, a él le da por tirarles gravilla primero y piedras después. Esa misoginia con ramalazo infantil, el miedo que expresan los niños a las chicas en el patio del cole, se manifiesta en los comportami­entos del actual presidente del Partido Popular y a su manera en el segundo, ese al que todos llaman por el nombre de pila. Teo, el de las aceitunas. Aunque hay quienes piensan que manda más el murciano que el palentino.

En un panorama político con hiperlider­azgos como el de Yolanda Díaz e Isabel Díaz Ayuso, el asunto Casado hasta entristece. No es ni siquiera un tema de feminismo o misoginia política, que también, sino un elemental asunto de carisma y en eso el señor Casado está en bancarrota, por mucho que se afane en las sesiones de control en soltar tacos, ¡quieto todo el mundo! A este paso terminará comiéndose sus preguntas racimo a Pedro Sánchez el día de Nochevieja. Si las personas remiten sus cartas a los Reyes Magos, en este caso conviene dirigir una al más barbudo y talludito de los niños de San Ildefonso, a ver si le damos suerte y canta el Gordo este año.

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