Un adelanto electoral decidido en cuestión de horas tras un distanciamiento que dura meses
Una serie de hechos concatenados llevó a Mañueco a convencerse de un complot y llamar de urgencia a las urnas
La convocatoria del adelanto electoral en Castilla y León iba a ser una realidad antes de primavera sí o sí. Principalmente porque el temor a una segunda moción de censura del Partido Socialista había calado en el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, pero también –y casi tan importante– porque la confianza con sus ya exsocios de Gobierno de Ciudadanos se había quebrado meses atrás.
Algunos anuncios unilaterales de la consejera de Sanidad, Verónica Casado, respaldados por el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, sobre las medidas a tomar en pandemia en el mes de junio y las quejas por el «personalista» modelo de reforma sanitaria que soñaba implementar la ganadora del premio a mejor médico de familia del mundo habían acabado con la perfecta sintonía que existía en un «matrimonio» en forma de coalición que primero fue por «conveniencia» y luego por «amor», pero sin capacidad de reconciliación. El presidente nacional de los populares, Pablo Casado, conocía de estas diferencias y había dejado las manos libres a Mañueco para tomar la decisión cuando considerase oportuno, pero ninguno de los dirigentes sabía hace tan solo unos días que el momento iba a llegar el pasado lunes. Una serie de factores sobrevenidos vinculados con el presupuesto de la comunidad y, más concretamente, con las enmiendas de la formación Por Ávila, cuyo voto era fundamental para sacar adelante las cuentas de la comunidad fue lo que llevó al máximo mandatario a autoconvencerse el domingo de que no le quedaba otra opción que la de ejercer su potestad para llamar a las urnas.
Lo sucedido en apenas una semana y que Mañueco consideró una «traición» y «deslealtad» de su ya exvicepresidente Igea era demasiado para un presidente que había escuchado estupefacto como, durante semanas, su también portavoz en el Gobierno defendía una y otra vez la «sensatez» de las demandas de la formación abulense –partido fruto de una escisión del PP en aquella provincia– y que «nadie sería capaz de explicar que no hubiera un acuerdo» cuando el PP aún no había empezado a negociar.
Ante esa «presión» pública que los populares consideraban inconcebible, solo veían dos explicaciones: que Igea estuviera haciendo lo imposible para evitar los comicios –la que admite el propio afectado– o que buscara la excusa para tumbar las cuentas y perpetrar una moción de censura firmada por los integrantes de Cs y algún miembro más de la oposición –sin la firma del PSOE por cuestión de plazos, pero sí con su voto posterior–. Esta segunda posibilidad, negada desde la formación ‘naranja’, es la que los hechos recientes que se detallan habría alimentado.
Lunes 13: cita con Por Ávila
Igea se había erigido en protagonista voluntario a la hora de buscar un acuerdo que diera estabilidad parlamentaria con Por Ávila después de que una de las ‘suyas’, la procuradora María Montero, abandonara su grupo horas antes de que se votara en marzo la fracasada moción de censura socialista y dejara en minoría a la coalición gobernante. Desde entonces, el vicepresidente había hecho esfuerzos transparentes, pero el lunes 13 se reunía con uno de los responsables de Por Ávila sin que, según fuentes del PP, lo comunicara ni a la Junta ni a los populares.
Miércoles 15: El PP mueve ficha
Se produce un encuentro en Ávila, esta vez con el PP. Acaba en un rotundo fracaso y con cruce de duras críticas. Los populares hablan de «una actitud infantil», mientras desde el otro lado de la mesa destacan la «propuesta indigna». Gana fuerza la explicación que los de Mañueco ya sospechaban: que Cs está tras el propio contenido y redacción de las enmiendas y que les han pedido que se hagan fuertes en sus peticiones porque acabarán cediendo o fracasando.
Jueves 16: El momento «tila»
Con tono tranquilo y conciliador, el vicepresidente, en su labor de portavoz, recomienda que «todos» los negociadores se tomen «una tila» y llama de nuevo al acuerdo porque «cuando se dejan cosas para última hora a veces pasan cosas», al tiempo que insiste en que sería «una insensatez» que no se aprobaran las cuentas y avisa del riesgo de urnas o de una moción en la cita previa con Mañueco y el resto de consejeros.
Viernes 17: Mañueco cree que hay tiempo
Pese a las diferencias entre el PP y Por Ávila, el presidente de la Junta sale a escena y considera que «quedan días» para alcanzar un acuerdo que él mismo considera que se puede cerrar el mismo día del pleno. Sus palabras y las de su número 2, Francisco Vázquez, anunciando un nuevo encuentro con los abulenses parecen demostrar que, pese a los obstáculos de todo tipo, hay voluntad para pactar.
Sábado 18: El PSOE lo enreda todo
Día clave para que la teoría de la conspiración prenda en el seno de la Junta. El PSOE se anima a anunciar en Ávila que su formación apoyará las enmiendas de Por Ávila. Las alarmas se encienden definitivamente porque en ese momento encaja un ‘apaño’ entre Cs, Por Ávila y socialistas que los tres niegan categóricamente. Lo cierto es que esos votos ‘regalados’ podrían obligar al PP a asumir las enmiendas si la oposición en bloque se pone de acuerdo o si Ciudadanos también las apoyara. Casi a la misma hora, es el consejero Carlos Fernández Carriedo el que llama a Por Ávila para acercar posturas y la respuesta de los abulenses es que están «aún más lejos» de llegar a un acuerdo. Más madera para que el presidente de la Junta y los suyos se convenzan de que existe un complot.
Domingo 19: la decisión
La suerte está echada. La decisión de convocar elecciones ya es una realidad. Las llamadas de rigor se producen para comunicar que habrá comicios en febrero y el presidente recibe el visto bueno necesario.
Lunes 20: un desenlace desafortunado
Primera hora de la mañana. Mañueco llama a su vicepresidente para comunicarle su destitución y la convocatoria de elecciones. Igea no puede cogerle el teléfono porque se encuentra en plena entrevista radiofónica, pero Mañueco sigue adelante y publica un tuit con el anuncio electoral. Al enterarse en directo, Igea estalla: «No es un hombre de bien». La deslealtad de Mañueco propicia un desenlace desafortunado.