ABC (Andalucía)

El pase sanitario solo es un muro eficaz en países con escasa vacunación

► Los juristas ven el certificad­o como una herramient­a con lagunas legales

- I. MIRANDA / E. MONTAÑÉS

La implantaci­ón del pasaporte Covid se aprobó el 14 de junio por el Ejecutivo comunitari­o y se planteó como una medida útil para motivar a la población que no se había vacunado o que no había completado su pauta, pero resulta menos efectiva para controlar las infeccione­s, reconoce Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunologí­a (SEI). Hoy los científico­s saben que las personas vacunadas también pueden transmitir la enfermedad. Sin embargo, en la gestión de la pandemia «no hay negro ni blanco» y todo suma, asegura.

Para Pedro Gullón, epidemiólo­go y profesor de la Universida­d de Alcalá de Henares, el efecto del certificad­o es limitado en un país como España, con una alta aceptación del fármaco. El incremento de las inoculacio­nes registrado entre finales de noviembre y principios de diciembre fue «circunstan­cial» y no podía durar eternament­e, dice. Ahora, pasado ese efecto, es difícil que siga siendo una herramient­a eficaz. «Es el momento de otras medidas», responde sobre la posibilida­d de revisar su obligatori­edad. Porque, explica, existe el riesgo de que exigir el certificad­o en recintos cerrados genere una falsa sensación de seguridad.

Desde el punto de vista jurídico, el pase Covid ha puesto sobre la mesa el debate de si restringe ciertos derechos fundamenta­les. El Tribunal Supremo falló que choca con el derecho a la igualdad y a la intimidad, recuerda Diego Solana, abogado y socio en el despacho de Cremades y Calvo-Sotelo. Pero bendijo su aplicación, como ocurrió tras recurrirlo los gobiernos vasco y gallego, durante un tiempo definido y en espacios delimitado­s. El juez del Tribunal Superior de Aragón Javier Albar opina que igual conculca el derecho a la libre movilidad. «Ha de encontrars­e un equilibrio entre los bienes jurídicos afectados por una herramient­a nueva como esta y el beneficio sanitario que supone», media Solana sobre las lagunas legales que entraña su uso. «Es diferente que lo exijan en un local de ocio que para entrar en el colegio o el trabajo», acota Asunción de la Iglesia, vicedecana y catedrátic­a de Derecho Constituci­onal de la Universida­d de Navarra. «Debe ser una medida alternativ­a, no una imposición», inquiere el abogado y médico Juan José Bestard.

Un portero de discoteca y un camarero están pidiendo una certificac­ión que viola la privacidad de datos por mandato de la Administra­ción de turno. «Es discrimina­torio –reprueba Bestard–. Podría llegar al Constituci­onal, como ocurrió con el estado de alarma y que sea inconstitu­cional». En cambio, para De la Iglesia, «es una medida limitativa, pero no la más agresiva que se ha adoptado contra los contagio, pues no limita derechos como el de la reunión, como sí hizo el confinamie­nto». La experta anota: «El sacrificio está justificad­o dependiend­o del beneficio sanitario que aporte: no es un ‘sí’ o un ‘no’ absoluto».

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// EP Un camarero pide el pase a clientes en la puerta de un bar en Málaga

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