ABC (Andalucía)

El retorno de Andrés Madrigal

- CARLOS MARIBONA

AAndrés Madrigal le conocemos bien quienes ya tenemos unos años. Este cocinero madrileño fue dejando su rastro, breve por lo general, por muy diversas cocinas. Primero, hace casi tres décadas, sus comienzos en El Olivo a la sombra del añorado Jean Pierre Vandelle. De allí a Alborada, en la calle Henry Dunant, en la que tal vez fue su etapa más brillante. Luego con un proyecto efímero en la plaza de Chueca llamado Azul Profundo. Más tarde en Balzac, donde su cocina provocador­a chocaba un tanto con el espíritu burgués del restaurant­e. Siguió otra etapa, la más errática y sin embargo recompensa­da con una estrella Michelin, en Alboroque de la calle

Atocha. La penúltima, allá por 2010, con Bistró Madrigal, en los bajos del hotel Mirador de Chamartín. Y finalmente asesorando al restaurant­e asturiano Asgaya antes de marcharse a Panamá, donde ha estado una década. Ahora ha vuelto a Madrid para ponerse al frente de la cocina de La Única, un restaurant­e que pertenece al grupo mexicano del mismo nombre, con establecim­ientos en México y Colombia.

Para esta sucursal madrileña no han reparado en gastos. Un local enorme, con decoración muy actual, en el que, siguiendo las tendencias, no faltan la coctelería ni la música a cargo de un DJ. Pero lo que nos importa es la cocina. Y Madrigal es un buen cocinero, siempre provocador, un tanto barroco, y fiel a su formación provenzal, la de las hierbas y aromas. En La Única apuesta por la cocina mexicana, especialme­nte la norteña y la del Pacífico, pero combinándo­la con producto español y dando protagonis­mo a las brasas. Ya las tres salsas que se sirven de aperitivo muestran mucha autenticid­ad.

Notable la ostra con aguachile verde (6 €) y sobresalie­nte una cococha con pilpil de lubina y chile chipotle, fuera de carta. De las brasas llegan unas buenas alcachofas con mole ‘de novia’ y salsa macha (18), y llega también una chuleta de vaca retinta (50, medio kilo), algo dura la carne pero sabrosa. Del breve capítulo de pescados, destaca un lenguado del Cantábrico de mucha calidad, desespinad­o y con salsa veracruzan­a.

Hay también un amplio apartado de tacos. Está bueno el de maíz morado con foie gras, boletus, trufa, flor de calabacín y aguacate tatemado (24, dos tacos), fiel reflejo del barroquism­o de la cocina de Madrigal. Como sugerencia del día otro de carabinero con tortilla de remolacha, intenso. Para rematar, sólo cuatro postres (12). Sobresalen la tarta de queso con crema inglesa de maíz y la ‘crème brûlée’ de café de olla con helado de caramelo. Al frente de la sala se encuentra uno de los grandes profesiona­les de Madrid, José María Marrón, hasta ahora en el recién cerrado Alborada. Todavía tiene trabajo para rodar a un equipo muy joven, pero ya garantiza una bodega de categoría.

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// BELÉN DÍAZ Sala del restaurant­e La Única
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