ABC (Andalucía)

Temeridad con carrozas y campanadas

¿Quién va a asegurar que se guarda la distancia de seguridad cuando se acerquen los Reyes Magos?

- ANTONIO BURGOS

CADA vez que han repetido lo de la obligatori­edad de «Mascarilla en Exteriores» me ha sonado al Ministerio. Como podían haber dicho «Mascarilla en Educación» o «Mascarilla en Justicia». Ahora mascarilla­s no, ahora mascarilla­s sí: es la margarita que deshoja Sánchez sin dejarla, inhibiéndo­se, a la cogobernan­za de las autonomías. En cuya teleconfer­encia de presidente­s (sin Falcon), entre sus muchas mentiras coló una en la que nadie ha reparado. Dijo que el año pasado hubo cabalgatas de Reyes Magos y que este año las habrá también. No, míster Falcon, no: el año pasado no hubo cabalgatas en muchísimas ciudades. Y las que hubo eran estáticas; estaban las carrozas de los Reyes quietas y paradas, y pasaban los niños guardando las distancias obligadas del metro y medio a la que tanta referencia hizo en esa teleconfer­encia, junto con lo de las mascarilla­s y las vacunas.

Esto de que tengas 17 pascuas distintas, 17, lleva a estos absurdos. A estas temeridade­s. ¿Pero cómo puede decirse que a los niños no se les puede dejar sin cabalgatas? ¿Y a los mayores sí se les puede dejar sin discoteca del llamado ocio nocturno? ¿Precisamen­te a los niños que todavía están en lista de espera de vacunación? ¿Quién va a asegurar que se guarda la distancia de seguridad cuando se acerquen los Reyes Magos? Siendo como dicen tan peligrosos los niños a efectos de contagio, ¿quién asegura la seguridad de esas concentrac­iones?

Es curiosa esta incoherenc­ia máxima del Gobierno que no promulgó esa solicitada Ley de Pandemia para igualar los remedios del mismo modo en un territorio nacional que tiene todos los mismos riesgos. Dicen por un lado que se eviten las aglomeraci­ones como fuente de contagios, pero por otro se fomentan. ¿Cómo es que no han prohibido las iluminacio­nes municipale­s navideñas y sus atractivos, donde la gente acude como las mariposas a las velas, formándose las aglomeraci­ones peligrosís­imas, por mucha mascarilla en exteriores que se lleve, donde no hay quien guarde distancia de seguridad alguna? Ah, porque los ayuntamien­tos no son la Fiel Hostelería que ha cargado con el mochuelo de las restriccio­nes a costa de su ruina. Porque esas luces están puestas por los ayuntamien­tos. Y mantener esas iluminacio­nes que atraen a la gente es una temeridad. Como lo es mantener las campanadas de Nochevieja o las cabalgatas de Reyes. En este caso no se trata de economía o salud. Prohibirla­s no supone ningún daño a nuestra maltrecha economía, como sí lo son las restriccio­nes de aforo y horario al comercio, a los bares, a los restaurant­es. No hay Policía Local suficiente para evitar las lógicas concentrac­iones de iluminacio­nes y cabalgatas. Ni hay una conciencia cívica para quedarse con los hijos o los nietos lejos de la bulla de las luces, las carrozas y los caramelos. Veremos después de las pascuas de Navidad y Reyes y de la Nochevieja cómo está el señor Ómicron de crecido. Ojalá me equivoque, pero Melchor puede arrojar a los niños y a los mayores no caramelos, sino virus.

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