El repunte de los precios pone en jaque la reactivación del consumo
► AFI pronostica que una inflación alta en 2022, en una tasa del 3%, rebajará en un punto el crecimiento del gasto privado ► La pérdida de poder adquisitivo impacta ya en la propensión a consumir de las familias españolas
La esperada reactivación del gasto privado en España tras la crisis económica derivada de la pandemia de Covid-19 se ha topado con una nueva piedra en el camino. Los datos del PIB del tercer trimestre confirmaron que el consumo se quedó a medias –en un 1% frente a la caída del 0,5% avanzada por Estadística–, pero factores como la elevada inflación frenarán el desembolso de los hogares en los primeros meses de 2022. La tasa del Índice de Precios de Consumo (IPC), que se situó en el 5,5% el pasado mes de noviembre, pondrá en jaque el gasto de los españoles si persiste en tasas tan elevadas durante los próximos meses. De hecho, la pérdida de poder adquisitivo de las familias ante el encarecimiento de los bienes y servicios impacta ya en la propensión a consumir en plena Navidad.
Estas conclusiones se extraen de un informe de Analistas Financieros Internacionales (AFI), donde se pronostica que la inflación se podría mantener alta durante más tiempo, en el entorno del 3%. Este escenario redundaría en una rebaja de casi un punto del crecimiento previsto del consumo para 2022, que bajaría desde el 4,9% actual hasta un 4%. Con todo, desde AFI predicen un crecimiento débil del gasto de los hogares en bienes y servicios tanto en el cuarto trimestre del ejercicio en curso como en el primer trimestre de 2022, una situación que empezaría a mejorar a partir de marzo del año que viene. Por ello, hasta el momento, España es uno de los países del área euro más rezagados en cuanto a la recuperación del nivel de consumo. Si además se tiene en cuenta que la revisión salarial será modesta en los próximos meses, la pérdida de poder adquisitivo afectará negativamente al gasto de los consumidores en el 2022. En consonancia, en un estudio reciente de Funcas se calculaba una pérdida de alrededor de 8.000 millones de euros de poder adquisitivo de los hogares españoles debido al incremento de los precios energéticos, una cuantía que equivale al 0,6% del PIB.
Los expertos consultados por este diario coinciden en augurar que España se quedará sin la ansiada fiesta del consumo por la subida de los precios, junto a otros factores. Al respecto, Massimo Cermelli, profesor de Economía de Deusto Business School, considera que está pasando «justo lo contrario de lo esperado», ya que la inflación crece por motivos no relacionados con el consumo, pero el repunte de los precios acaba determinando un menor gasto. «Nos encontramos en esta tónica y vamos a terminar el año con las previsiones moderadas a la baja, no hay un frenazo, pero sí un consumo suavizado. No es lo que se esperaba en un momento de recuperación», indica Cermelli, quien añade que la escasez de la oferta por el colapso de la cadena de suministros también ha perjudicado a la reactivación del gasto privado.
El economista Daniel Lacalle remarca el efecto que la subida de precios tiene en el consumo privado: «Cuando la inflación sube más de un 10% por encima de la tendencia media durante un periodo de un año, el impacto sobre el PIB, el consumo de las familias y la inversión es muy fuerte». «El Gobierno tenía unas expectativas completamente imposibles y se había inventado una fiesta del consumo en 2021 por el ahorro acumulado. La evidencia de todas las crisis es que eso no ocurre. Al final, se ha liquidado parte del ahorro, pero el consumo no ha repuntado de manera relevante. En realidad, lo que hay es gente sobreviviendo», añade Lacalle.
Por su parte, Camilo Ulloa, economista de BBVA Research, considera que la inflación es «un viento de cara» para la reactivación de la economía. «Una mayor inflación implica menor poder adquisitivo para los hogares y menor riqueza disponible. Esto supone un deterioro de los fundamentos del consumo, que se ve agravado junto a otros factores de incertidumbre como los cuellos de botella, que afectan sobre todo al consumo de los bienes duraderos».
La amenaza de ómicron
Otro punto a tener en cuenta para medir la evolución del gasto de los hogares es el estallido de la nueva cepa de coronavirus, la variante ómicron. En efecto, la incertidumbre y la desconfianza derivada de la pandemia han perjudicado en mayor medida a la economía española a raíz del mayor peso del sector servicios en la actividad. Con la nueva variante podrían incrementarse las restricciones a los servicios ya a inicios del ejercicio que viene con el consiguiente perjuicio añadido. «Las expectativas se están viendo amenazadas por el impacto de la variante ómicron, así
como por la crisis de la cadena de suministros y la inflación. Estas variables pueden afectar a la evolución de las expectativas del gasto y de la actividad económica para el último y decisivo trimestre del año», avisa Enrique Porta, socio de Distribución y Consumo de KPMG en España.
Por otro lado, Porta remarca que tanto la nueva variante como la inflación pueden influir en la confianza de los consumidores sobre la situación actual, pero también respecto a las expectativas sobre la evolución de la economía. «Esta suma de factores puede detonar en una mayor búsqueda de seguridad económica que se traduciría en un mayor ahorro y, por lo tanto, en una reducción del gasto de cara a 2022», agrega el socio de KPMG.
Pese a ello, los economistas de AFI sentencian que el buen desempeño del empleo y el alto nivel de ahorro les hacen mantener el optimismo de cara a 2022. Todo ello, si la inflación no se convierte en estructural y no termina por desbaratar los planes de reactivación del consumo tras la pandemia.