El ‘show’ de Calviño y la estadística del pollo de Sánchez
La ‘vice’ se esfuerza por aparentar que sus previsiones tienen aún alguna brizna de credibilidad pese a que la lista de organismos que las desacreditan crece cada día. Mientras, Sánchez prepara la estadística para justificar que la luz no ha subido frente a 2018: si él se come un pollo y usted ninguno, ambos se habrán comido medio bicho. Ya me dirán en unos días. Y no es una inocentada
La economía no chuta, las empresas se agostan y se vacían con el teletrabajo, y La Moncloa nos dice que no hay que preocuparse
YPedro Sánchez llega al cierre del año pidiendo tiempo, como los malos entrenadores. La economía española es incapaz de generar anticuerpos frente a la crisis –se pongan como se pongan de estupendos algunos de sus ministros–, e igual que se improvisa frente al Covid tocándole las narices al respetable con las mascarillas, se actúa sin preparación frente a la inflación o ante la descomposición del tejido empresarial, que por no estar no está ya ni físicamente. Es la ‘tele-economía’ de esta ‘metaEspaña’. Un consejo: la mejor receta para todo esto es la decencia, que no abunda.
¡Pues no nos queda ‘ná’ en lo poco que resta del dichoso 2021! De hecho, para esta semana que entra Sánchez y sus trompeteros nos reservan un espectáculo de color a cuenta de la luz: el precio no ha subido nada desde 2018. Así como lo leen. Pizca más o menos y promediando, que es gerundio, la crisis energética no ha sacudido a los españoles. Estamos mejor que queremos y que nunca. El señor
presidente del Gobierno aplica la gramática parda: él se come un pollo y usted nada, pero haciendo la media ambos se han comido medio bicho. ¡Átenme esa mosca por el rabo! El último, eso sí, que apague la luz que está como las angulas que, por cierto, se comerá
Sánchez solito, por supuestísimo. Mientras, y para tratar de compensar el ridículo en que nos están sumiendo los organismos internacionales –también nacionales, también– a golpe de corrección del crecimiento estimado del PIB, la vicepresidenta de la cuestión,
Nadia Calviño, se ha sacado de la manga lo que denomina «indicadores de alta frecuencia para tomar el pulso económico de la calle», que viene a ser la junta de la trócola de las previsiones macroeconómicas en el lenguaje ‘cantinflesco’ con el que este Gobierno nos toma el pelo y la pela. Vamos, que la economía no chuta, las empresas se agostan y se vacían con el teletrabajo como los cotillones en Cataluña, y La
Moncloa nos dice que no hay que preocuparse, que no es que haga frío fuera sino que hay que usar termómetros de alta frecuencia. Hay que tener cara y desparpajo. Quizás sería bueno que Economía acompañara todas sus previsiones con un asterisco y una leyenda donde se advirtiera de que los trabajos, sin excepción, no están inspirados en hechos reales y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Y ya que estamos, ahora que se ha ido
Buenafuente de la tele –aunqueme temo que la tele se había ido de él hace tiempo–, quizás se le abre a
Calviño una ventana de oportunidad para tener un ‘talent show’ propio. ¡Quién sabe! Se sentiría como en casa y casi seguro que tendría los mismos espectadores, aunque solo la viera la familia más cercana. O igual mejor un ‘reality show’, ¿se imaginan? «Nadia...
¡estás nominada!», como diría aquel, o «Nadia... no sigues con nosotros», como diría otro aquel –o el mismo ¡yo que sé!–. Aunque la ministra me consta que prefiere otro tipo de ‘show’, el que sigue al ‘road’ (no se me pierdan, ‘road show’, para poder despacharse a gusto y hablar de su libro claro), en concreto ese al que dedicó, ella y los suyos, todos sus esfuerzos el pasado viernes, una vez conocida la revisión del tercer trimestre del
PIB, del 2% al 2,6%, aupado por la campaña turística estival –sí
ministra, sí, por los extranjeros que decidieron, porque pudieron, volver a España, no por la vigorosidad repentina de la economía y las medidas de ayuda de su gabinete, la cosa circunstancial vamos, y que se compara además con igual periodo de un año en el que estuvimos prácticamente encerrados y sin turistas–. «La revisión que hemos tenido que dar es como para sacarla en primera plana porque además da mucho para analizar... Y ABC ha puesto una playa y habla de turismo tras un montón de titulares», increpan a este periódico desde el seno del partido socialista. Ahora resulta que no sabemos hacer nuestro trabajo, no sabemos leer las cifras ni las circunstancias, ni sabemos nada de economía después de años y años de formación continua, experiencia y de miles y miles de informaciones, ¡menos mal que tenemos a la gente amiga del
Ejecutivo Sánchez para iluminarnos en el quehacer diario!
Pues... si da para analizar sí, y le diré a usted y a los suyos señora
ministra que para nuestra desgracia, porque exultante le aseguro que no estoy ni mucho menos, el dato en el que tanto empeño pone para redirigir las informaciones no hace más que confirmar que se incumplirá su previsión de PIB de este año. Un crecimiento de seis décimas superior al previsto no es suficiente como para acabar cerca del 6,5% contemplado en su cuadro ‘macro’. Haga las cuentas. Ni a mí, ni a nadie ya –ni a usted que lo ha reconocido sobre papeles internos– nos salen. Necesitaríamos un crecimiento intertrimestral del cuarto trimestre del entorno del
8%, cuando lo que se espera es que sea menor que el del tercero y más aún tras esta revisión última. A lo sumo un 2,3%. Objetivo inalcanzable pues, teniendo en cuenta además que seguimos con los persistentes cuellos de botella en las cadenas de producción, el impacto económico de la variante
ómicron y... la inaguantable escalada de la inflación con los récord tras récord en los precios de la luz. ¡Qué no se inventarán para hacernos creer que ese 6,5% de crecimiento será el real y que los precios de la luz estarán en los niveles de 2018 en cuanto traguemos la última uva! Una visión última: «La audiencia ha decidido que el expulsado, o expulsada, o expulsade de La Moncloa sea...
¡Pedroooooo!». No caerá esa breva pero por soñar... Igual ahora se le abre un nuevo mundo de posibilidades a Pedro ya Nadia junto al resto de la panda de graciosos televisivos que con el dinero ajeno nos cuentan chistes que solo les hace gracia a ellos.