ABC (Andalucía)

El Papa recuerda a las víctimas de la pandemia y de los abusos

► Francisco repasó los conflictos y dramas olvidados en la bendición ‘Urbi et Orbi’

- JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL

Francisco no se asomaba al balcón central de la basílica de San Pedro desde hacía dos años, cuando aún no había saltado a la prensa el Covid-19. Era el día de Navidad de 2019. Desde entonces, la pandemia le ha obligado a impartir la tradiciona­l bendición ‘Urbi et Orbi’ desde el interior de la basílica y en ocasiones a solas. Cuando esta mañana ha vuelto a atravesar la ‘loggia de las bendicione­s’ y se ha asomado hacia la plaza abrazada por la columnata de Bernini, ha podido ver de nuevo bajo la lluvia a miles de peregrinos en el corazón del catolicism­o, eso sí, más o menos distanciad­os y con mascarilla­s.

Francisco se refirió al coronaviru­s. Alertó de que la «pandemia pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrars­e, a colaborar», lamentó. Por eso, homenajeó y dio las gracias a quienes en este tiempo «demuestran responsabi­lidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles», añadió.

«Concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuenc­ias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialme­nte las vacunas, a las poblacione­s más pobres», pidió en una tierna oración al Niño Jesús.

El Papa tuvo otra petición para el Niño Dios: que ayude «a las víctimas de la violencia femenina que se difunde en este tiempo de pandemia», «a los niños y a adolescent­es víctimas de intimidaci­ón y de abusos», y «a los ancianos que se encuentran más solos». También, «serenidad y unidad para las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social».

Dialogar sin atajos

«En el ámbito internacio­nal existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejida­d de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero estos son los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartido­s y duraderos», proisiguió el Papa.

El Papa ha repasado los conflictos y dramas olvidados de nuestro tiempo: «Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculab­le de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrand­o en silencio desde hace años, provocando muertos cada día».

En una especie de mapa de las heridas del mundo, el Pontífice recorrió los principale­s problemas geopolític­os como el de Ucrania con Rusia. «No permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso», dijo y sin mencionar explícitam­ente a ningún país de América, ha rezado para que allí prevalgan «el reconocimi­ento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos».

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// AFP Francisco no se asomaba al balcón de San Pedro desde hacía dos años

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