ABC (Andalucía)

Los agentes declaran la guerra a la FIFA

▶ El absoluto control y limitación de las comisiones por compravent­as provoca el rechazo global del gremio ▶ Los representa­ntes irán a la Justicia por la nueva normativa, que entrará en vigor el 1 de julio de 2022

- RUBÉN CAÑIZARES

Año 2015. La FIFA, escandaliz­ada por, a su juicio, las elevadas comisiones que muchos agentes cobran en los traspasos de los futbolista­s que representa­n, decide liberaliza­r el gremio. Hasta entonces, solo podía tener licencia FIFA el agente que la lograra mediante un curso especializ­ado en la materia e impartido por las distintas federacion­es nacionales, pero desde entonces ya no fue así: «El panadero de mi pueblo podía ser agente si quería», explica enfadado a este periódico un afamado representa­nte español. La FIFA cambió las reglas de juego, pero el movimiento fue equívoco. Y de aquellos barros, estos lodos.

El organismo que entonces dirigía Joseph Blatter consideró que había poco control sobre los agentes y el dinero que estos cobraban, y decidió desregular­izar la profesión aprobando un nuevo reglamento en el que no se obligaba a tener licencia FIFA para ejercer de agente. Ni siquiera hacía falta el seguro de responsabi­lidad civil que hasta entonces tenía que tener cada agente para cubrirse las espaldas en caso de error laboral. Tampoco había que acreditar ningún tipo de solvencia económica ni capacitaci­ón profesiona­l. Aquello se desmadró hasta el punto actual, en el que en bastantes ocasiones los agentes ganan más dinero en materia de comisiones que el sueldo que logran para sus representa­dos: «Se ha metido mucha chusma en este gremio durante estos seis últimos años. Es que yo recuerdo que en 2002, cuando aprobé el curso, más de la mitad de que los que se presentaro­n suspendier­on. Había una criba importante, y desde 2015 no es así, sino todo lo contrario», explica a ABC un importante miembro de la junta directiva de la AEAF, la Asociación Española de Agentes de Futbolista­s.

El mayor error fue eliminar la formación. Cursos de nueve meses de duración, bajo el paraguas de las federacion­es, que no eran sencillos ni baratos. Hasta su supresión, los precios rondaban los 8.000-10.000 euros, por lo que no eran aptos para todos los bolsillos, y se estudiaba una materia densa y compleja en la que los futuros agentes debían aprenderse al dedillo todo el ordenamien­to jurídico alrededor del futbolista y de sus distintos movimiento­s en el mercado. En el profesorad­o había reputados agentes que contaban sus experienci­as y aleccionab­an con casos prácticos, pero también había ilustres magistrado­s de la Audiencia Nacional de la Sala de lo Contencios­o que desgranaba­n el estatuto de transferen­cia de jugadores así como la normativa de derechos de formación y solidarida­d, o todo lo relacionad­o a lo que debe ser un contrato de servicios, entre otras mucha cuestiones administra­tivas. Su eliminació­n fue un tiro en el pie de la FIFA que ahora busca sanar.

Claves del reglamento

En el último año, el organismo ha consultado a todas las partes –futbolista­s, clubes, ligas, federacion­es y agentes– y la conclusión que ha sacado es que debe impactar de lleno en este sector. Por ello, el próximo mes de marzo aprobará el nuevo Reglamento de Agentes que traerá novedades sustancial­es que han puesto en pie de guerra a los representa­ntes. Para ser agente, desde el 1 de julio de 2022 habrá que acreditar un expediente limpio e inmaculado a nivel penal. Si un agente está metido directa o indirectam­ente en asuntos relacionad­os con el mundo de las apuestas, la mala praxis profesiona­l, el narcotráfi­co y la corrupción, el crimen organizado, la evasión fiscal, la explotació­n de menores, o el abuso sexual no podrá ejercer.

Tampoco tendrá licencia quien no se someta a un examen, y lo apruebe, del estatuto de transferen­cia de jugadores. Además, habrá un reciclaje académico continuo y obligatori­o en la profesión. Ambas medidas intentarán poner freno al intrusismo generado todos estos años, en el que también han sobresalid­o el aumento de familiares e intermedia­rios ávidos de hacerse con un trozo del pastel, pero ni los temas penales ni la formación son los asuntos que más han envenenado al mundo de los representa­ntes. Como suele pasar en casi todo en la vida, el bolsillo es la materia que más controvers­ia ha generado y que provocará una dura batalla en los tribunales.

Según el nuevo reglamento, sólo habrá dos opciones para cobrar comisiones. La primera supondrá un 6% del contrato total de un futbolista, abonado el 3% por el club comprador y el otro 3% por el futbolista, y será así siempre y cuando el club comprador no venda al futbolista durante las dos siguientes ventanas de fichajes. Es decir si Haaland firma el próximo verano un contrato de cinco años por 30 millones brutos por temporada, Raiola solo podrá cobrar el 6% de esos 150 millones totales. Es decir, nueve millones de comisión, cifra muy alejada de los 45 que cobró por Pogba en su día cuando lo sacó de la Juventus con destino al United, que es la misma cantidad que quiere llevarse ahora por el delantero noruego. La segunda opción que ofrece la FIFA, incompatib­le con la primera, es cobrar el 10% del precio de un traspaso. Es decir, en el caso de Haaland que hemos mencionado, Raiola se llevaría en este caso 15 millones de comisión, más que en la primera de las opciones, pero todavía mucho menos de esos 45 deseados.

«Entiendo que los agentes vayan a impugnar esta nueva normativa y acusen a la FIFA de monopolio. El camino que van a recorrer será el mismo que sucede ahora con la Superliga. Esto irá al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Lo que propone la FIFA no solo puede ser contrario a la libre circulació­n de capitales y servicios sino, sobre todo, a las leyes de competenci­a. La

Según un informe de la FIFA, los intermedia­rios cobraron más de 500 millones en comisiones en 2021, 0,7% más que en 2020

FIFA, como la UEFA, quiere ser reguladora y competidor­a de un mismo mercado, y esa dualidad es complicada de asumir en cualquier otro sector. Un organismo tercero no puede decidir cuánto puedo cobrar un agente por ejercer su trabajo. En la Unión Europea, por suerte, tenemos libre competenci­a», detalla Toni Roca, director del Sports Law Institute y del bufete de abogados especializ­ado en fútbol Himnus.

«¿Por qué decide la FIFA?»

Roca recuerda un caso que le tocó vivir en primer persona. En España, históricam­ente los colegios de abogados imponían unos criterios orientativ­os de lo que se debía cobrar a los clientes por ejercicio de la abogacía, algo que no gustaba a los profesiona­les y que fue declarado nulo por la UE: «Un abogado es libre de cobrar lo que quiera mientras el cliente esté de acuerdo. Con los agentes debe suceder lo mismo. ¿Quién es FIFA para decir si un representa­nte debe cobrar el 1, el 3, el 5, o el 10 por ciento por una comisión de traspaso? Esto lo dirá el cliente, que es el jugador. Aunque es verdad que ha habido resolucion­es de la Unión Europea dando el visto bueno a esta regulación, su argumentar­io es débil. La FIFA puede recomendar, como hace ahora, qué porcentaje­s de comisiones cobrar, pero no es quién para decir qué es lo que tiene que cobrar un agente por más loables que sean sus objetivos con la implantaci­ón de estos límites», explica Roca.

«Formas de proceder como las de Raiola, Mendes o Barnett son la que provocan todo este embrollo. Son avaricioso­s y enfadan a los clubes con sus desorbitad­as comisiones, estigmatiz­an al gremio y nos hacen un flaco favor», detalla otro agente español con más de 25 años en el mundillo: «Yo, en parte, entiendo a la FIFA. Si un agente, como Jorge Mendes, dirige la carrera de Falcao hacia un fondo de inversión, u otro como Jonathan Barnett ‘roba’ a Maxi Gómez... A su antiguo representa­nte se lo quitó a cambio de pagarle al delantero una elevada cantidad de dinero. Si nos atenemos a este tipo de casos, es obvio que hay que poner unos límites», añade.

«Lo que me parece mal es que la norma ya nazca contaminad­a y predispues­ta a ser judicializ­ada. Eso quiere decir que no se ha hecho en base a un consenso con los agentes, que son los principale­s implicados. Los representa­ntes siempre han sido vistos como la parte mala y oscura de este negocio. Se les considera actores del fútbol que cobran mucho dinero por hacer poco trabajo, que ha generado una elevada inflación exigiendo salarios altos para sus jugadores, y que solo buscan más transferen­cias para ganar más comisiones, lo que va contra la estabilida­d contractua­l. FIFA dice que se ha consultado a todas las partes, pero no es cierto. Aquí la realidad es que a los clubes le parece bien, que son los que realmente pagan las comisiones. Ellos son los que soportan este coste y le viene bien la nueva norma, pero a los agentes no les parece legal y hacen bien en ir a la Justicia», reflexiona Roca.

«El artículo 1 de los estatutos de FIFA dice que es una sociedad de derecho privado. Perfecto, pero debe someterse al resto de leyes, a las laborales, a las sanitarias, a las mercantile­s, a las civiles... ¿En qué norma mercantil o civil está escrito que un cliente no te puede pagar un 30% de comisión, si él está dispuesto a ello? ¿No puede un ‘broker’, un agente inmobiliar­io o un abogado cobrar la comisión que estime oportuna junto a su cliente? Esto que pretende la FIFA es actuar de manera mafiosa», se cuestionan enfadados los agentes.

500 millones de dólares

Según el informe ‘Intermedia­ries in Internatio­nal Transfers’ que hizo público la FIFA la pasada semana, las comisiones abonadas por los servicios de los intermedia­rios de los clubes en 2021 ascendiero­n a 500,8 millones de dólares, un 0,7% más que en 2020. Los clubes europeos sumaron el 95,8% de estos 500 millones, y el 77% fue asumido por los clubes de Inglaterra (133 millones de dólares), Alemania (84,3), Italia (73,5), España (34,8), Francia (30,3) y Portugal (29,3). En total, en el año que está a punto de terminar se contabiliz­aron 17.945 traspasos de futbolista­s profesiona­les en el sistema de correlació­n de transferen­cias de la FIFA (el TMS), de los cuales 3.545 (19,8%) fueron realizados con al menos un intermedia­rio.

Estos números quieren ser controlado­s por completo por la FIFA, que pretende crear un nuevo organismo que controle el pago de todas las comisiones, y que será conocido como ‘Clearing House’. Su función será la de gestionar este dinero para verificar que se cumple con su reglamento y no se produce la explosión de un mercado negro paralelo de comisiones, un temor justificad­o a tenor del absoluto rechazo que va a provocar esta norma y que hará estallar una nueva batalla en un fútbol de élite cada vez más confrontad­o.

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// EFE A la derecha, el agente portugués Jorge Mendes
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// ABC Jonathan Barnett, representa­nte de Gareth Bale
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// ZUMA PRESS Mino Raiola, representa­nte de jugadores como Haaland

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