ABC (Andalucía)

¿Felices fiestas?

Al nuevo año, le han apeado el adjetivo de ‘próspero’ que se le añadía. Y es que nadie las tiene consigo ante 2022

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

ESPERO estén de acuerdo conmigo en que estas son una navidades raras. Habrá quien las califique de distintas y quien las tache de horrorosas, pero la idea es la misma. El virus ha puesto todo manga por hombro y ya nada es como antes, cuando la pregunta era: ¿dónde vas estas fiestas? Y había que estar preparado para recibir las respuestas más extravagan­tes: una isla del Pacífico de la que nunca habías oído hablar, la Amazonía o la Gran Muralla, ya que la moda era cuanto más lejos mejor. La gente sigue con ganas de viajar pero la respuesta es «al pueblo, a ver a mis padres o abuelos, que hace mucho que no los veo». Nos hemos hecho más circunspec­tos y familiares, como si el covid nos hubiese quitado aquellos aires de dominadore­s de la naturaleza. En cuanto al nuevo año, el adjetivo de ‘próspero’ que se le añadía ha desapareci­do por completo. Y es que nadie las tiene consigo ante 2022.

Empezando por las fuerzas sociales que han logrado ponerse de acuerdo sobre un asunto que hacía sacar las navajas: la reforma laboral. Además, muy civilizada­mente. Los sindicatos venían advirtiend­o que con menos de revocar la de Rajoy no pasaban. Pero han tenido que contentars­e con la reforma de sus puntos más extremos, y aceptar el más importante: que en los acuerdos de salarios prevalecer­á el convenio del sector sobre el de la empresa, ya que un pequeño taller no tiene el músculo ni los recursos de una fábrica o multinacio­nal. Seguro que influyó que Bruselas advirtiese que la reforma de Rajoy sacó a España del pozo del paro. En cualquier caso, ha sido una muestra de consenso, desapareci­do de nuestra política, como si hubieran adivinado que el Rey iba a pedirlo en su mensaje navideño.

Aunque poco duran mucho hoy las buenas noticias y a ese acuerdo le ha salido otro grano en el trasero: PNV y Bildu advierten que «como la economía vasca tiene peculiarid­ades» no apoyarán dicha reforma si no se da a aquel Gobierno voz y voto en tales contratos. O sea, lo de siempre: esos u otros privilegio­s. Por fortuna, hay noticias más venturosas. Como la salida del ‘James Weeb’, el nuevo telescopio espacial para un viaje de ciencia-ficción, ya que a diferencia del Hubble, que apenas llega a los confines de nuestra galaxia, éste alcanza los del universo. Misión conjunta de Estados Unidos, Europa y Canadá, dispone de la tecnología más avanzada y se tiene la esperanza de que pueda captar la formidable explosión que lo produjo, de la que aún quedan ecos. Antes de ella sólo había oscuridad y billones de partículas en trayectori­a errática. El ‘James Weeb’ debe mostrarnos cómo se unieron en átomos, moléculas, seres inertes y vivos, hasta crear el universo en que vivimos. Por el camino, nos irá diciendo si hay algún planeta donde podamos mudarnos si somos tan estúpidos como para hacer inhabitabl­e el nuestro. Aunque el último, el verdadero misterio quedará sin descifrar: ¿quién creó esas partículas?

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