ABC (Andalucía)

El canal de la Mancha, el cementerio de inmigrante­s hacia el Reino Unido

▶ Este año 25.700 personas cruzaron el estrecho, tres veces más que el año pasado, pese a las promesas de Johnson ▶ Las cifras oficiales hablan de 166 muertos desde 2014; las ONG hablan de una realidad mucho más dura

- IVANNIA SALAZAR

Hace dos años, la ministra británica de Interior, Priti Patel, prometió que la llegada de inmigrante­s desde Francia hasta el Reino Unido a través del canal de la Mancha iba a convertirs­e en un «fenómeno poco frecuente». Según la ministra, eso sucedería en la primavera del 2020, pero lejos de ser así, la situación empezó a empeorar en ese momento. La crisis provocada por la pandemia de Covid-19 y el cierre de fronteras hizo que la opción de cruzar por el mar fuera la única para muchos inmigrante­s que en otros momentos se habrían arriesgado a llegar por vía terrestre. En agosto de 2020, Patel se comprometi­ó a hacer la ruta, según sus propias palabras, «inviable». Los números, sin embargo, hacen que las palabras de la responsabl­e de Interior caigan en saco roto, ya que el balance del 2021 es que, según datos oficiales, alrededor de 25.700 personas cruzaron el Canal hasta el momento, a pocos días de que acabe el año, tres veces más que en todo el año 2020. Ante la incapacida­d de colarse en camiones, muchos deciden pagar los miles de euros que les piden los traficante­s para hacerles un hueco en diminutas embarcacio­nes hinchables que no resisten las condicione­s del mar en el Canal, con fuertes vientos, corrientes imposibles y gélidas temperatur­as.

El Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados, no obstante, eleva la cifra hasta unas 31.000 personas que han intentado el peligroso cruce entre Francia y el Reino Unido, entre los que hay solo 35 kilómetros de separación, y según las autoridade­s francesas, 7.800 personas han sido rescatadas en el mar.

El problema para el Gobierno de Boris Johnson es importante: pese a que el país tiene actualment­e una migración neta negativa, es decir, más personas salen del país de las que llegan, el control de la inmigració­n fue una de las grandes promesas del Brexit, y ahora no puede darse el lujo de fallarle a sus ciudadanos en ese ámbito, sobre todo cuando al primer ministro le crecen los enanos, con otros frentes críticos abiertos en una difícil etapa de su mandato. Ya de por sí, España, Grecia, Francia y Alemania conceden muchas más solicitude­s de asilo que el Reino Unido, pero el divorcio de la Unión Europea le daba, supuestame­nte, al Ejecutivo, la posibilida­d de controlar sus fronteras sin depender de lo que hiciera el grupo comunitari­o y de tomar las riendas de su política migratoria. Pero la situación no puede ser más compleja. Esto es imposible de hacer sin una estrecha colaboraci­ón internacio­nal, sobre todo con Francia, un vecino con el que las relaciones no pasan por su mejor momento pero con quien es indispensa­ble trabajar de forma conjunta para abordar la situación.

La falta de acuerdos bilaterale­s y haber dejado de estar bajo el paraguas de la UE, lejos de darle esa ansiada autonomía ha complicado aún más la

gestión de la crisis, y las medidas unilateral­es británicas, como el hecho de no estar dispuestos a conceder el asilo a nadie que haya pasado previament­e por un país seguro, son motivo de críticas dentro y fuera de sus fronteras. Las organizaci­ones que trabajan con los inmigrante­s, una de ellas el Refugee Council (el Consejo de Refugiados) que brinda apoyo y asesoramie­nto a refugiados y solicitant­es de asilo, consideran que la mayoría de las personas que cruzan el Canal efectivame­nte provienen de países sumidos en conflictos armados graves o donde los derechos humanos pueden verse severament­e restringid­os, como Siria, Eritrea o Sudán, que los hacen elegibles para que se les conceda esta protección, independie­ntemente del país donde decidan solicitarl­a.

Sin datos reales

Según la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s de la ONU, desde el 2014, al menos 166 migrantes han sido registrado­s muertos o desapareci­dos en el canal de la Mancha, una cifra que las organizaci­ones no gubernamen­tales consideran muy por debajo de la real, pero no hay datos oficiales. En todo caso, se encuentran muy por debajo de las 22.930 que han sido registrada­s muertas o desapareci­das en el Mediterrán­eo. Lo que está claro es que ambos mares son cementerio­s de personas. Pero para quienes huyen de condicione­s de vida deplorable­s, el riesgo de morir en el camino vale la pena y, según una representa­nte de la organizaci­ón Care4Calai­s, «están tan decididos a tener una vida mejor que nada los detendrá».

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// EFE Una kurda iraquí llora la muerte de unos familiares en el Canal

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